LOS SACRIFICIOS DE LA ALIANZA

Este pasado domingo 21 de mayo, los líderes de los principales partidos que conforman la alianza de oposición, Libertad y Refundación y PINU-SD, más la facción que emergió del Partido Anticorrupción siguiendo a Salvador Nasralla y líderes de pequeños movimientos de los partidos tradicionales, suscribieron el acuerdo escrito que legalizaba formalmente la alianza de oposición, enfatizando en que la coordinación y representación legal de la misma reside ahora sobre la figura de Manuel Zelaya, mientras la candidatura presidencial fue otorgada a Salvador Nasralla. Los antes presidenciables Xiomara Castro de Zelaya y Guillermo Valle Marichal se incorporan como designados presidenciales, añadiendo a la fórmula a la anterior designada presidencial de Xiomara Castro, Belinda Martínez.

Sin embargo, esta configuración política no se habría podido llevar a cabo de no ser por los sacrificios de índole política que los participantes han tenido que enfrentar para finalmente llegar a este punto, algunos más que otros. Dado que el Partido Libertad y Refundación representa el actor de mayor fuerza y caudal político, el proceso que se ha venido desarrollando ha sido principalmente de la adaptación del Partido Innovación y Unidad y -principalmente- del movimiento que lidera Salvador Nasralla a las condiciones y estilo de hacer política de LIBRE. En el curso de esta adaptación, han sido notorios los cambios de discurso, las decisiones -caprichosas a veces- políticas, y la rotación de los más diversos personajes en el fuero externo de la alianza.

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El sacrificio más evidente y más grande es el que realizó Salvador Nasralla, al abandonar el Partido Anticorrupción, que lo llevó por primera vez a la candidatura presidencial. Esto se debió a los problemas internos del partido, que el máximo líder del instituto primero minimizó, luego atacó mediáticamente, después recurrió a amenazar a los otros movimientos del PAC con dejar el partido y por último dejó que pasara lo que pasara mientras él se ocupaba de afianzar la candidatura presidencial. Nasralla finalmente entró de manera formal en la alianza con Libre y PINU sin instituto político, rodeado del movimiento que le apoyaba dentro de su partido, los que en este momento permanecen en suspenso al respecto de sus aspiraciones de regresar al Congreso Nacional o a las alcaldías. La salida de Nasralla del Partido Anticorrupción parece llegar finalmente al punto definitivo tras las elecciones internas que desarrollara la mayor contendiente de Nasralla en el PAC, Marlene Alvarenga, con la venia del Tribunal Supremo Electoral. Tras estos comicios, Alvarenga llevó a cabo otra asamblea rodeada de sus designados, quienes la eligieron como presidenta del partido. Se maneja en los medios de comunicación que Nasralla renunciaría al PAC para inscribirse en el PINU y así asegurar su participación como candidato presidencial de la alianza, lo que terminaría de despojarlo del control de su partido.

La situación anterior nos lleva, necesariamente, al asunto de los actuales diputados y candidatos del movimiento de Salvador Nasralla, quienes se encuentran, hoy por hoy, sin la cobija de un instituto político que los acuerpe para poder llevar a término sus aspiraciones políticas. Consultados por diferentes medios de comunicación, varios diputados del Partido Anticorrupción dijeron tener en mente la creación de una planilla independiente de diputados que represente al movimiento de Salvador Nasralla para poder participar en las elecciones generales de noviembre, en tanto que Luis Redondo manifestó que se estaban formando «alianzas estratégicas» con Libre y PINU para hacer campo a los candidatos, lo que significaría que los candidatos electos de Libre se verían en la posibilidad de tener que renunciar a sus puestos en planilla para acomodar a los aliados del PAC. Sin embargo, según el candidato a diputado por Libre, Gilberto Ríos, «supuestamente se están buscando espacios en el PINU. En cuanto a los candidatos de Libre no hay ninguna negociación ni nada que se ha hablado de ceder espacios. Pienso que van a quedar algunos como candidatos del PINU y nada más, a menos que alguien de Libre quisiera ceder o vendiera una posición, pero honestamente no creemos que vaya a ocurrir,» dejando entrever que del problema de los candidatos del Partido Anticorrupción no se ocupará el Partido Libertad y Refundación.

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En tercer lugar tenemos el sacrificio del Partido Innovación y Unidad, que a pesar de ser una fuerza minoritaria en el espectro político del país es un partido con una cultura e ideología propias, que también tiene sus figuras emblemáticas y sus liderazgos. Lo expresado por el candidato Gilberto Ríos nos muestra que el Partido Libertad y Refundación ha depositado en el PINU la responsabilidad de acomodar en su seno las figuras que acompañan a Nasralla, lo que puede, por una parte, fortalecer el partido de cara al proceso electoral al renovar sus planillas y absorber parte del voto que el Partido Anticorrupción puede llegar al perder tras la salida de Salvador Nasralla; pero al mismo tiempo, puede representar un conflicto de intereses para la militancia del partido, que podría engendrar resentimientos al ver sus liderazgos relegados en favor de actores externos que, llegado el próximo gobierno, podrían no guardar ninguna lealtad a la línea ideológica del PINU al considerarse aún elementos de otra organización política.

Por último, tenemos el sacrificio de Libre, que aunque es, aparentemente, el único sacrificio que realizó el partido para sumarse a la alianza, simbólicamente permite visualizar ciertas dinámicas de poder que buscan los líderes del partido: la depuesta candidatura presidencial de Xiomara Castro de Zelaya. Si bien es cierto que Xiomara Castro fungió, tanto en estas elecciones como en las de 2013, como el testaferro político de Manuel Zelaya, es innegable que ella misma como su estructura están mejor preparados para asumir la candidatura presidencial, dada la amplia experiencia en el terreno político cosechada desde antes del golpe de estado del 2009, cuando tanto ella como Manuel Zelaya eran integrantes del Partido Liberal que los llevó a la presidencia y del que surgió una gran parte de los miembros la cúpula de Libre. Xiomara Castro fue la encargada, en la pasada asamblea de la alianza, de tomar la palabra para ser ella misma quien anunciara la candidatura de Salvador Nasralla, no sin antes enfatizar que el constructor y conductor de la alianza era su esposo, Manuel Zelaya Rosales, y que la coordinación de la misma y la representación legal eran su responsabilidad. Xiomara Castro entonces es relegada a primera designada presidencial y nuevamente minimizada su figura para dar paso a Zelaya y Nasralla.

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De manera que tenemos al candidato presidencial, que ostenta el poder mediático pero cuyas raíces -el Partido Anticorrupción- ya no le pertenecen, para fines prácticos; y tenemos al coordinador y representante legal de la alianza, quien es el que detenta el verdadero poder tras los acuerdos entre los partidos. Haciendo un rápido balance de los sacrificios que han tenido que hacerse para concretar este pacto, salta a la vista que el partido que más ha perdido, a pesar de su meteórico crecimiento en las elecciones pasadas, es el Partido Anticorrupción, cuya única esperanza de reivindicación es el triunfo presidencial de Salvador Nasralla con la alianza, si el coordinador de la misma lo permite.

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