La destrucción del PAC, Señor Luis Zelaya diga: «Esta boca es mía»

EGO7 mayo, 2017

Por Óscar Borge Mejía

La aplicación de la ley a ciegas, sin coherencia, obviando la realidad política, lo fáctico; se vuelve ilegítima. Un Tribunal Supremo Electoral en principio integrado solo por 3 partidos — uno que gobierna y los otros que cogobiernan—, pero excluida la segunda y cuarta fuerza política del país; ha hecho de juez en un conflicto partidario, destruyendo así al Partido Anticorrupción. Es cuestionable la legitimidad, desde el punto de vista que, partidos adversos deciden desde la institucionalidad —coaptada— sobre un partido político que carece de representación en el Tribunal Supremo Electoral; con el resultado de una falencia en el balance o contrapeso democrático para darle legitimidad a sus decisiones. También hay que acotar que tal decisión está vaciada a falta del consenso de la segunda fuerza política del país que es LIBRE.  Dicha estrategia del partido de gobierno y el Partido Liberal con el que repito cogobierna es acertada en términos maquiavélicos, desde la Matchpolitik o es decir desde la cruda política de la fuerza en que se desmonta y se daña gravemente la democracia hondureña.

Dicha estrategia del partido de gobierno y el Partido Liberal es acertada en términos maquiavélicos, desde la Matchpolitik.

Cabe mencionar que el Tribunal Supremo electoral es una de las instituciones del estado peor evaluadas por la ciudadanía; según el Latinobarómetro 2016 tiene más de un 70% de apreciación negativa, solo superado por la Policía Nacional, lo cual en el escenario hondureño debería encender las alarmas. Pero además de los señalamientos que se le pueda hacer tanto al TSE como a los magistrados que lo integran, acerca la ausencia de contrapeso democrático que legitime sus decisiones; el querer forzar a una institución política a una elección sin la participación de sus principales líderes, los que se rehúsan a tal resolución, no es precisamente una solución que abone a la democracia ni partidaria ni al país. El resultado será la entrega de los sellos del partido a una facción que hasta ahora no existía en el PAC y que no refleja el peso de la pasada elección, ni los liderazgos construidos en el corto paso del tiempo de ese instituto político. Una vez muerto el PAC, tendremos a un Tribunal Supremo Electoral autor de la desaparición de una de los principales partidos políticos del país. Este escenario es alarmante y cínico de parte de quienes integran el TSE y como repito daña profundamente la poca salud que tiene la democracia en Honduras.

Pero, ¿Por qué Destruir el PAC? ¿Es el Partido Nacional único autor de este golpe a la democracia? ¿Acaso no hay un magistrado del Partido Liberal en el TSE?

El Partido Liberal necesita recuperar su feudo de votantes en el departamento de Cortes —lo cito de un amigo liberal—, mismo que representa el principal musculo electoral del PAC.  El camino para rescatar el bipartidismo a través de primitivas conspiraciones, es destruir el PAC; pretendiendo engrosar el voto del Partido Liberal, con votantes que según ellos están más cercanos al “centrismo” del partido liberal que a la izquierda que llaman “radical”; a esto sumado su nuevo candidato al que lo han maquillado de “outsider” y que ven en él como el adecuado para captar al votante del PAC.  Ante la demagogia, ante la ilegitimidad, el único camino que queda es desvelar y exponer ante la luz de la verdad los autores y cómplices, por qué a pesar que jamás he simpatizado con el PAC, creo que la destrucción de una de las principales fuerzas políticas del nuevo escenario político hondureño —multipartidista— es una agresión bárbara y fractura o casi sepulta la malograda democracia hondureña.

«El Partido Liberal necesita recuperar su feudo de votantes en el departamento de Cortes»

Por otro lado, he de señalar que al Partido Liberal y a su candidato a la presidencia, el señor Luis Zelaya debe forzársele a decir “esta boca es mía”, a menos de un año de las elecciones generales el Partido Liberal no abandona en su matrimonio al Partido Nacional, continua  cogobernando desde todas las instituciones de poder; el poder legislativo, la Corte Suprema de Justicia y por su puesto el Tribunal Supremo Electoral; lo cual vuelve cómplice y hasta autor  en todas las decisiones que avala y apoya; ergo uno de los responsable políticamente de la destrucción del PAC. No pretendo culpar de tales sucesos al señor Luis Zelaya, pero si entregar la responsabilidad que le pertenece como candidato a la presidencia y como presidente del Consejo Central Ejecutivo del Partido Liberal —culpa no es lo mismo que responsabilidad política.

Creer que el centrismo del votante del PAC le acerca al candidato “Luis Zelaya” es seguir navegando en el autismo y no distinguir que el bipartidismo entre el Partido Nacional y el Partido Liberal está muerto, que Honduras es otra desde hace mucho tiempo y que cada vez más abandona la ruralidad de su pensamiento. Si bien se puede caracterizar al votante del PAC en el centrismo ideológico —si no en el limbo ideológico—  el fuerte de votantes es anti sistémico –mismo lenguaje político de Nasrralla— intuye el desgastado sistema bipartidista histórico; que ha arrastrado a Honduras a una cuasi narco República, con la mayoría de las instituciones estado y de la mal llamada sociedad civil colonizadas desde el poder —el término es de  Habermas—, deficiente de consenso, unilateral y sordo a las minorías democráticas —minorías desde el punto de vista teórico, pero mayoritarias en términos electorales.

Creer que el centrismo del votante del PAC le acerca al candidato “Luis Zelaya” es seguir navegando en el autismo y no distinguir que el bipartidismo entre el Partido Nacional y el Partido Liberal está muerto.

Lo que sucede en Honduras es grave, cerrar espacios de participación electoral, para pretender rescatar un sistema binominal que parece despreciar y hasta odiar toda pluralidad. Las demás fuerzas políticas y cualquiera que goce de media sensatez debe oponerse rotundamente. Conforme a la única teoría hasta hoy —elaborada por Dalh— que salva a la democracia como sistema político, de los ataques de la teoría elitista y el realismo puro de la política; la democracia funciona cuando la misma élite no prevalece siempre ante cada conflicto político; de lo contrario Mosca, Pareto y Michels tienen razón y la democracia es una farsa burguesa donde siempre prevalecen la misma visión de poder oligárquico, en otras palabras, no existe la democracia.

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