EN LA UNA, A LAS QUE PERSONAS QUE HABLAN, LAS MANDAN PARA SU CASA.

EGO26 diciembre, 2016

Tegucigalpa M D C.

24 de Diciembre 2016.

La  Comisión  Interventora de la Universidad  Nacional  de Agricultura (UNA), nombrada por el Consejo de Educación Superior (CES) ha sido incapaz de dar respuestas concretas a la crisis interna de la Universidad.

«La situación se agrava», denuncian los dirigentes del  Consejo Estudiantil, afirmando que solo les han recibido el pliego de peticiones.

Carlos Manuel Ulloa, juramentado como Rector Interino por parte de las autoridades del CES, es considerado como incompetente por los estudiantes. La dirigencia del Consejo Estudiantil lo califica como una persona «pusilánime» que recibe órdenes desde afuera, por lo que no es una solución para encontrarle salida a la crisis de la  UNA.

Mientras tanto el tiempo transcurre, el cansancio agota a los estudiantes, los recursos humanos y materiales escasean, y las confrontaciones con los romper la lucha  son más frecuentes cada día.

«Han habido días que solo con pepinos y tortillas hemos tenido que alimentarnos» —afirma Castillo, alertando que «la situación es agobiante, porque a las autoridades no les importa la vida de los estudiante y por eso no le buscan solución al conflicto».

Según los estudiantes denuncian, la administración de la UNA amenaza con quitar el gas con que cocinan, aumentando la presión en ellos.

Para las fiestas navideñas, los estudiantes que se habían retirado han vuelto al campus, asumiendo el compromiso de acompañar a sus compañeros  durante esta temporada y los egresados intentan abastecer con comida a quienes mantienen la toma.

Katherine Castillo, miembro de Consejo Estudiantil de la UNA, describió el ambiente de acoso constantes que les obliga a estar en vigilancia las 24 horas del día.

Según ella, el riesgo de  inseguridad es permanente.

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Los huelguistas tienen que mantener funcionando 17 áreas productivas, por lo que requieren de gran cantidad de recurso humano para darle el mantenimientos necesario a las distintas producciones de la UNA.

Según Castillo, las autoridades promueven y pagan grupos para que los agredan, porque lo que les importa es asaltar las oficinas y recuperar los documentos que mantienen resguardados.

«No voy especular por lo que  contienen esos documentos, pero para que les interese tanto recuperarlos, es porque son importantes para ellos»,  manifestó Katherine Castillo.

Según el movimiento estudiantil, el objetivo de la lucha es recuperar la institución educativa para que sirva para los fines que fue creada y brinde educación al pueblo hondureño, con responsabilidad de generar profesionales capacitados para el desarrollo del país.

«Nosotros luchamos por la academia, que se haya convertido en la hacienda particular de muchos ya es otra situación que corresponde a otros investigar», dijo.

La joven estudiante afirmó que deja al pueblo hondureño que juzgue, porque se le dice a la población que ellos son vándalos, que les pagan para mantener tomada las instalaciones de la UNA.

«¿Qué valor tendrá el sacrifico, no estar  con la familia  en las fiestas de navidad, noches sin dormir, soportar la represión y amenazas de todo tipo?» —pregunta la joven estudiante, agregando que la Universidad está dividida, en cuanto a su parte administrativa, docente y estudiantado, porque hay muchos que sí bajan la cabeza, «y los que bajan la cabeza siempre van a decir que ahí no pasa nada, que se come de lo mejor, que no hay tráfico de notas».

Según la denuncia presentada por los estudiantes que permanecen en toma, los profesores los obligan a votar por candidatos afines a Escoto, en todos los niveles: Gobierno Estudiantil y Consejo Administrativo Universitario, que es el máximo órgano de gobierno y la Rectoría.

«Los catedráticos afines a Marlon Escoto, exigen a los estudiantes tomar fotografías de cómo se votó, bajo la amenaza de quitarles el apoyo económico», dijo, agregando que los estudiantes son amenazados con ser  devueltos a sus casas sino colaboran.

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«El ambiente antes de esta lucha era de sumisión, donde teníamos que aceptar que por el hecho de ser pobres teníamos que aguantar todo lo que quieran. Porque  somos pobres nos tratan como quieren. Somos personas pensantes que tenemos derechos y merecemos ser tratados dignamente», afirma Castillo.

Katherine Castillo es de excelencia académica, concursó para obtener una media beca en la Universidad sin lograrlo. Actualmente paga L.3,700.00 por periodo y son tres periodos al año: 11,200.00 en total por clases, más otros gastos personales complementarios de subsistencia.

Antes que llegara Escoto Valerio a la rectoría, los estudiantes de bajos recursos económicos podían no pagar la matrícula. La UNA acoge a muchos jóvenes muy pobres de lugares recónditos del país. Ahora los estudiantes denuncian que muchos se han tenido que ir, porque no tienen ni para un cepillo de dientes.

«Muchas mujeres se han ido porque no tienen para una toalla sanitaria, existe un almacén para ayudas pero se maneja sesgado, hay que ser afín a ellos. Una tiene  que lamerle algo a las personas para poder conseguir hasta lo más básico, y es lo que pretendemos erradicar, por eso es que estamos luchando», dijo.

Según la estudiante, «a las personas de escasos recursos las esclavizan, porque el reglamento dice que si no se colabora, acumulan faltas y lo pueden mandar a uno para su casa por un año. Tiene  que hacerlo le guste o no le guste», afirma.

La disposición de la rectoría para el 2016, es que todos los estudiantes deben pertenecer al departamento de Inclusión Social, pertenezcan a un grupo étnico o no pertenezcan, se tiene que inscribir a las becas étnicas. La UNA no ha explicado el por qué de la disposición. La joven dirigente deja la interrogante de ¿para qué será, que se quiere elevar el número de Ranking Internacional de inclusión social de becas étnicas de la Universidad?

La joven estudiante cuenta como la comisión del legislativo generó la expectativa de que el problema se podía resolver pronto.

«Si las personas involucradas que tienen la autoridad y que están facultades tuvieran el  interés de resolverlo, hace mucho se hubiera resuelto», dijo.

Alumnos de la UNAG, Catacamas. Foto mspurdy.wordpress.com
Alumnos de la UNAG, Catacamas. Foto mspurdy.wordpress.com

«Nos mandan gente que nos ataca con armas de fuego, nos echan la tractores encima», dijo, afirmando tener los chat de Marlon Escoto en donde pregunta por los tractoristas. «Hay  todo tipo de evidencia, pero parece que  nunca hay lo necesario para que puedan proceder», afirma.

Según Katherine Castillo, varios medios locales de Olancho han hablado de la muerte de un estudiante adentro de la de la UNA. Castillo comentó en entrevista a El Pulso que en efecto, un estudiante se electrocutó hace tres años y este año sacaron a otro muchacho de las instalaciones de la UNA y lo mataron. En ese momento la Universidad no se pronunció.

Las denuncias de abuso sexual también se han comprobado. Este año se despidió a un catedrático porque hablaba de la academia, pero también de la sexualidad.

«Son hechos reales, un paisano mío fue víctima, pero las denuncias no pasan mas allá del consejo  y la rectoría, y las personas que hablan las mandan para sus casas», concluyo Katherine Castillo, de la UNA.

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