La gente que retornan, no regresa a su lugar de origen.

EGO13 noviembre, 2016

Entrevista a Lidia Mara Silva de Susa, Hermana Misionera de San Carlos Borro meo. Coordinadora Nacional Pastoral de Movilidad Humana.

Durante los últimos años han salido del país muchos hondureños y hondureñas en busca de mejores condiciones de vida. Lo que llamamos la emigración económica. Pero en los últimos 5 años las personas han iniciado a migrar para proteger la vida. Según la religiosa Lidia Mara Silva de Susa, Coordinadora Nacional Pastoral de Movilidad Humana, es alarmante que se declare oficialmente que ha disminuido la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes, porque esta tasa de homicidios solo corresponde a los datos constatados por la autoridad del ministerio público o policía.

«¿Qué pasa con los datos de las colonias y barrios donde la Policía y el Ministerio Publico no llega?, cuantos homicidios están pasando en estas comunidades controladas por las maras y pandillas, que no están siendo contabilizados, por eso la percepción de la ciudadanía es que no está disminuyendo la violencia en nuestro país», señaló la Hermana Silva de Sousa.

Los programas oficiales hacen una inversión muy grande de parte de las autoridades de gobierno en los militares, para que se garantice la seguridad de la población. Pero lo que sucede es lo contrario, que aumenta el control de las pandillas, narcotráfico, no solo en los barrios y colonias de las grandes ciudades, municipios pequeños tienen presencia de maras y pandillas y narco tráfico.

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Lidia Mara Silva de Susa, Coordinadora Nacional Pastoral de Movilidad Humana. Foto UTH Tegucigalpa.

Según la religiosa, hay muchas personas desplazadas internamente. Muchas personas que están huyendo de su lugar de origen que se trasladaron a otro barrio, colonia, municipios, departamentos internamente de Honduras por la violencia.

La coordinadora Nacional de Pastoral para la Movilidad Humana considera que «se tiene que reconocer que el desplazamiento forzado en Honduras, no solo es causado por las maras, pandillas y narcotráfico o el crimen organizado, se dan otras causas como la violencia intrafamiliar o la provocada por los grandes proyectos estractivistas. Lastimosamente los victimarios en nuestro país no solo es el crimen organizado, hay muchos policías, militares, empresarios, y políticos involucrados».

Este involucramiento de actores estarles gubernamentales y de grandes empresarios, ha fortalecido y creado una potencia en estas redes criminales de forma que favorece la impunidad, dice la religiosa Silva de Sousa, alarmada por la grave situación del país, «porque la población que está huyendo del país protegiendo su vida, intenta solicitar asilo en otros países, principalmente México y Estados Unidos, y cuando son deportadas estas personas, y regresan pueden, en menos de 24 horas morir, por falta de mecanismos de protección».

«Es difícil obtener denuncias, porque al momento que llegan deportadas de un lugar son llevados a los centros de atención de la niñez, y de familia, a Omoa llegan los deportados que vienen de México vía terrestre, San Pedro Sula los que  vienen en avión, y son llevados al centro de El Carmen. Las personas tienen miedo de declarar su necesidad de protección porque saben que es una forma de que sus victimarios muy pronto se den cuenta que ya regreso al país», afirmó la Coordinadora Nacional Pastoral de Movilidad Humana.

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«Es difícil tener números de cuántas personas abandonan el país para proteger sus vidas, porque no todas las veces solicitan asilo, simplemente están escondidos por el miedo que tienen a regresar al país». Foto: El nuevo diario.

Para la religiosa Lidia Mara Silva de Susa, el problema es la dificultad para identificar el victimario original que está provocando esta cantidad de víctimas. «Es una preocupación la necesidad de encontrar protección, como también encontrar los mecanismos para la misma protección, en Honduras existen mecanismos de protecciónmuy debilitados, aunque se hacen esfuerzos por el gobierno, por la sociedad civil y la iglesia pastoral de movilidad humana, todavía no hay mecanismo de protección», reiteró.

La misionera de la Pastoral hizo un llamado a las autoridades para que asuman con más seriedad el tema de la protección a nivel nacional, para evitar que miles de niñas y niños hondureños sigan saliendo en busca de proteger su vida.

«No estamos hablando de que el Estado les garantice sus Derechos Humanos, estamos hablando de niños y niñas adolescentes que están huyendo del reclutamiento forzado, la mayoría de los niños y niñas que salen del país no acompañados son víctimas de maras y pandillas que los quieren obligar a delinquir».

La misionera manifestó impotencia, al reconocer que hay muchas chicas no pueden estar en su hogar con sus familias, porque las obligan a ser las «novias comunitarias», y  satisfacer sexualmente a los jefes de pandillas.

En el 2014 habían 174 desplazados en 20 municipios de Honduras, personas que dejaron todo para salvar su vida. Estos hondureños y hondureñas están en diferentes países intentando proteger su vida,  señaló la religiosa, agregando que «no solo los pobres pasan por esta situación, sino también pequeños, medianos y grandes empresarios, que se van del país para proteger su vida».

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«se tiene que reconocer que el desplazamiento forzado en Honduras, no solo es causado por las maras, pandillas y narcotráfico o el crimen organizado, se dan otras causas como la violencia intrafamiliar o la provocada por los grandes proyectos estractivistas. Lastimosamente los victimarios en nuestro país no solo es el crimen organizado, hay muchos policías, militares, empresarios, y políticos involucrados»

«Para huir de la muerte las personas se desplazan, internamente o a otros países. Los muertos superarían ya los 100 por cada 100 mil habitantes, si la gente no empleara ese mecanismo de buscar protección internacional que es la solicitud de asilo», dijo, recordando en la entrevista a El Pulso que este fenómeno no es nuevo: «desde el año 2,000 COIPRODEN presentó un informe al gobierno identificando el fenómeno que se desarrollaba en barrios y colonias controladas por maras y pandillas en Honduras. Del año 2,000 al 2014 no se hizo ninguna intervención directa. En el año  2014 se dio la crisis humanitaria. Ese fue el momento en donde se evidenció  la situación, pero había un acumulativo de muchos años anteriores, es hasta entonces que se empieza a ver que nuestros niños y jóvenes estaban siendo víctimas del crimen organizado, maras y pandillas. Si se hubiera intervenido de manera directa muchos años atrás, esto no hubiera pasado. Ahora sabemos que la situación se salió de control, que existen barrios y colonias donde la policía, el Ministerio Publico, o ninguna autoridad puede llegar», aseguro la hermana Lidia.

En las comunidades más violentas de Honduras, viven familias a las que no se les pueden prestar ningún tipo de atención, ni siquiera de ambulancia. Se ha militarizado el país, aumentado la policía militar, pero los niveles de violencia en los barrios, colonias y aldeas,  no ha disminuido. Según la religiosa, hay que buscar la ayuda internacional, con organismo especializado como la ACNUR, el Consejo Noruego o las Naciones Unidas, para poder orientar al gobiernos. «Para evitar que tanta gente sea víctima de la violencia y tanta gente tenga que salir del país y abandonar su lugar de origen».

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«Hay muchos jóvenes que quieren estudiar y trabajar pero tienen que abandonar los colegios porque los obligan a que trabajen para ellos, con vender drogas o hacer mandados, y ellos tienen que irse del país». Foto: FIDES.

«Es difícil tener números de cuántas personas abandonan el país para proteger sus vidas, porque no todas las veces solicitan asilo, simplemente están escondidos por el miedo que tienen a regresar al país», dijo la religiosa.

La estadística es una debilidad de los mecanismos de protección. Solo en el 2015 solicitaron asilo 16 mil Hondureños en diferentes países del mundo.

«Todos los días recibimos como pastoral a muchas de las víctimas, nunca se terminan los casos, son cada día más complejos,  y cada día se dificulta más  poder brindar la prevención apropiada, al estar involucrados policías, militares grandes empresarios, y políticos en cometer delitos contra la población».

La gente que retorna es porque la deportaron, pero no regresa a su lugar de origen, afirma la hermana Silvia de Susa.

«Hay muchos jóvenes que quieren estudiar y trabajar pero tienen que abandonar los colegios porque los obligan a que trabajen para ellos, con vender drogas o hacer mandados, y ellos tienen que irse del país», dijo.

(CPL)

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