LA BATALLA DE LA TRINIDAD

ALG11 noviembre, 2016

EL SITIO SOBRE COMAYAGUA

El 10 de mayo de 1827, a las once de la mañana, entraron triunfantes en Comayagua, las tropas federales que comandaba el coronel José Justo Milla. Don Dionisio de Herrera había manifestado simpatía por el jefe de Estado salvadoreño don Mariano Prado, quien estaba sufriendo el ataque de ejércitos federales enviados contra él por el presidente Manuel José Arce. Este último, aliado con los conservadores hondureños, dispuso el derrocamiento de Herrera y fue así como envió contra Honduras al Batallón Federal número 2, al mando del coronel Milla.

La ciudad de Comayagua cayó en manos de los guatemaltecos debido a la traición del Mayor de la plaza, coronel Antonio Fernandez. Durante el sitio, Milla ordenó el incendio de algunos barrios de Comayagua y se reveló como el principal factor de la defensa el secretario de Herrera, de entonces 35 años de edad, Francisco Morazán, quien logró romper las líneas enemigas y venir a Tegucigalpa para reclutar refuerzos.

Dionisio de Herrera fue capturado y enviado para Guatemala con una fuerte custodia, en tanto se hacía cargo de la jefatura del Estado por imposición del mismo Milla, el señor Cleto Bendaña.

Cuenta el historiador Víctor Cáceres Lara, en su libro Gobernantes de Honduras del siglo 19, que Morazán, al ver como las tropas nacionales asesinaban a un ciudadano español de nombre Miguel Madueño, solo para hacerse con sus propiedades, se indignó y solicitó pasaporte a Milla para salir del país, pero fue capturado en Ojojona y traído a Tegucigalpa, en donde guardó prisión por un mes, hasta que logró escapar fingiéndose enfermo de escorbuto. Los contemporáneos de Morazán relatan que este se laceró la boca para escupir sangre y dar credibilidad a su engaño.

Mientras, la insurrección ardía en Cantarranas, Curarén, Texiguat y Choluteca. Morazán, al escapar de la cárcel, se refugió en León, Nicaragua, a donde logró convencer al gobierno vecino de que le prestara ayuda y así retornar al país para hacer frente a Milla.

Morazán entró por Choluteca, avanzando sobre Sabanagrande.

Milla, al conocer de los movimientos de ejército rebelde, movilizó sus tropas desde Tegucigalpa.

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Pintura de Javier Espinal.

LA BATALLA DE LA TRINIDAD, SEGÚN MEDARDO MEJÍA.

El 10 de noviembre de 1827, al caer la tarde, ocupó la fuerza libertadora de Honduras el punto llamado «La Trinidad», distante seis leguas de Tegucigalpa. La Trinidad es una cañada en que está sita una casa de campo a cuyas inmediaciones se destaca una especie de cordillera de pequeños cerros. Acampada la fuerza en La Trinidad, los espías dieron parte al general en jefe, Francisco Morazán, de que el enemigo había salido de Tegucigalpa y estaba próximo a llegar. Entonces, Morazán colocó 400 hombres hondureños, nicaragüenses y salvadoreños en la planicie, e hizo tomar posiciones a más de 600 hombres en las alturas de un cerro cercano a la casa, cuyas fuerzas formaban la retaguardia del ejército. El coronel Díaz, el coronel Bosco, el coronel Pacheco y el Patriota Morazán con sus respectivos ayudantes estaban en la guardia.

Al amanecer del 11 de noviembre las fuerzas enemigas estuvieron a la vista y sin demora se hizo por ambas partes un nutrido fuego. Díaz, Morazán, Bosco y Pacheco, con las cuatro compañías de vanguardia cargaron sobre el enemigo. A poco el coronel Valladares, en el cumplimiento de órdenes, dejó la altura que ocupaba flanqueando por la izquierda con dos compañías de las fuerzas guatemaltecas que empezaban a desorganizarse. Notado esto por Díaz y Morazán, se redobló la carga de la vanguardia que ocupaba el centro, y las plazuelas de Tegucigalpa, que acompañaban a Milla, empezaban a desbandarse en pequeños grupos. Díaz y Morazán dieron un soberbio y decisivo ataque general que no pudieron resistir los guatemaltecos, quienes con su Jefe Milla y sus jefes y oficiales huyeron en todas direcciones, yendo a parar muchos de los vencidos hasta el distante pueblo de Esquipulas, perteneciente al Estado de Guatemala. Hubo algunos heridos y muertos hondureños y considerables pérdidas entre muertos y heridos de parte de los guatemaltecos. En el campo recogieron un cañón con todo sus útiles, parque de toda clase y quinientos fusiles. Cuéntase que Morazán estuvo magnífico en el combate, y desde entonces refiérese el fenómeno que operaba en él al entrar en batalla. Su fisionomía suave y apacible descomponíase en la pelea y tornábase feroz y aterradora. El caballero agraciado y cortés se convertía en el hombre zañudo y terrible: era la transfiguración del ciudadano convertido por amor a la patria y al derecho, en el rayo destructor de la guerra. Cuéntase además que veíase en los campos de La Trinidad, en los puntos de mayor peligro, a un pequeño soldado, casi un niño, disparando su carabina sin descanso. Cuéntase que se preguntaba —Quién es aquel niño? y se respondía, es Cabañas. El heroico niño fue después uno de los primeros capitanes del general Morazán.

El triunfo de La Trinidad que fue como el despertar del genio militar de Morazán, dejó libre a Honduras de las fuerzas intrusas que hollaran su dignidad y sus derechos. Honduras había dado una terrible lección a los usurpadores y empezado a castigar al presidente Arce por sus desafueros y golpes de Estado.

La derrota de Milla en La Trinidad, significó para Arce la pérdida de Honduras, desde donde comenzó a organizarse la guerra en contra de su gobierno que llevó a Francisco Morazán a vencer y convertirse en Presidente de la Federación Centroamericana en 1829.

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Billete de cinco Lempiras.

Fuentes:

Gobernantes de Honduras en el siglo XIX, Víctor Cáceres Lara. Banco Central de Honduras, 1978.
Historia de Honduras, Tomo 2. Medardo Mejía . Editorial Universitaria, 1985.

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