PRESIDENT TRUMP

ALG9 noviembre, 2016

Llegó el final de la contienda electoral en los Estados Unidos, con la inesperada victoria del polémico magnate Donald Trump, quien derrotó a su contrincante, la ex primera dama, ex Secretaria de Estado y ex Senadora de New York, Hillary Clinton. Todas las encuestas daban la victoria a Clinton, pero al igual que con el Brexit, comprendemos ahora que la población guarda para sí el derecho de mentir a las encuestas.

Los análisis hoy vienen y van tratando de comprender el inusual resultado y las implicaciones que para Centro América traerá el gobierno de Trump, que de cumplir su promesa de campaña anti inmigrante, aumentará la presión en la región, ya de por sí bastante cargada.

Queda claro al final, el descontento de la base popular de la sociedad norteamericana, quienes luego de varias décadas de políticas económicas agresivas han visto reducir sus fuentes de trabajo, principalmente en los Estados de «cuello azul», que son aquellos en donde antes afloraba la industria pesada y hoy dan la victoria a un outsider.

Queda claro también la tensión racial en un país que ha batido récords de muertes de negros (y latinos) en manos de la policía y que el gobierno federal poco ha podido hacer para contrarrestar la ola de violencia racial. Los blancos racistas culpan a Obama de haber aumentado la tensión racial en el país. Los negros comprenden que sin con un presidente negro la cosa no les iba bien, poco cambiaría con Clinton en la Casa Blanca.

Queda claro, además, el rechazo que el electorado tuvo a la imagen de Clinton, a quien se le ve como una tecnócrata fría, integrante de la cúpula que llevó al país a la crisis y fue precisamente su impresionante currículum, que se preocupó de lucir a cada oportunidad, el que pesó para definirla como parte del problema. Pocas primeras damas han sido tan odiadas como Clinton en la Historia norteamericana y también pocas han tenido una carrera política tan independiente de sus esposos.

Queda claro, sin duda, que la base demócrata castigó a su partido, luego de descubrirse que hubo irregularidades en las elecciones internas para arrebatar la victoria del senador de Vermont, Bernie Sanders. Por más que intentaron acercar la campaña de Clinton al movimiento de base formado por el Senador Sanders, poco lo lograron. Al final, un amplio sector, especialmente joven, que apoyó a Berny el año pasado, no votó por Clinton.

Hillary Clinton centró sus esfuerzos de campaña en ganar el voto latino y de las mujeres, quizás porque lo vio más factible a atraer el voto negro (descontento con Washington) y el voto masculino. Clinton asumió que por ser mujer, las mujeres le apoyarían, pero no ocurrió. También pensó que la retórica racista de Trump y las rancheras de Vicente Fernandez serían suficiente para atraer al elector latino, pero no bastó. Florida no escucha rancheras y votó republicano. La sombra de la primera victoria de George W. Bush pesa en estas elecciones.

Iniciamos pues, una nueva era en la política norteamericana. La era en donde el outsider Trump logra la Presidencia y sacude los cimientos de un sistema político del imperio. Misoginia, racismo, clasismo, narcisismo, marcaron el paso de la contienda electoral que afortunadamente ha terminado.

Alea iacta est.

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