GERMAN, UN VIAJE AL INTERIOR DE LAS PANDILLAS (II)

ALG13 septiembre, 2016

SEGUNDA PARTE

Era un día caluroso, más de lo normal en la Rivera Hernández que de por sí es un horno. El alcalde Kilgore había llegado hasta la colonia a conocer uno de los proyectos de rehabilitación de pandilleros «Unidos por la vida» en el edificio donde funcionó el Instituto Copan. Lo recibió Ernesto Bardales que entonces coordinaba el trabajo de JAJAH y monseñor Emiliani, que en aquellos años andaba solicitando la ayuda financiera del alcalde para el proyecto de rehabilitación.

En esa ocasión Emiliani ponía a German como ejemplo de que es posible cambiar las cosas en la juventud de San Pedro Sula.

«Él está demostrando con el esfuerzo y con todas las dificultades de que quiere una oportunidad y que quiere un cambio en su vida —dijo Emiliani al alcalde Kilgore que le escuchaba serio, viendo al suelo— y lo hemos invitado precisamente para que tenga contacto con ustedes —señaló a los asistentes en la reunión del centro de rehabilitación.

Luego de la reunión German se acercó a hablar con el alcalde. Kilgore no quitaba la vista de los tatuajes de German.

Foto: es.panampost.com
Foto: es.panampost.com

¿Alguna vez, mientras estuviste en la pandilla, hubo alguien que te buscó para hacer «trabajos» pagados? 

Sí. La gente nos buscaba cuando alguien ocupaba hacer galeras o meter arena a su casa, hacer trabajitos así. A veces llegaba gente y nos decían que tenían ya un trance vigiado, que tal persona que tiene una arma u otra persona que tiene bronca conmigo y por eso no nos pagaban.

¿Que les daban a cambio o sea que les ofrecían?

A cambio de eso no nos daban. Solo lo que agarrábamos allí mismo. O sea eran como alguien llegaba y nos decía: «mira a tal parte esta durmiendo tal chavalo con tal chavala y ahí tienen tal pistola y la tienen en tal lado y llegan a tal hora y esa gente no se lleva conmigo entonces si vos nos haces el paro aparte de que hallen lo que hallen ahí pistola o dinero yo te puedo dar algo también» y ya nos daban sus doscientos o trescientos lempiras, porque tal vez la persona a la que nosotros le íbamos a quitar las armas —o lo que tenían adentro— o droga, por que varias veces fuimos a quitar droga también

¿Y carros?

Solo cuando íbamos a agarrar a tiros a otros a otras pandillas. A otros sectores tal vez. Íbamos a quitar los carros e íbamos a hacer los desmadres y los dejábamos botados y guindábamos para otro lado porque tal vez  baleábamos uno baleábamos a otro.

¿Y para pasear no tomaban carros?

Si, varias veces fuimos al triunfo la cruz a bañar. Una vez incluso tuvimos problemas. íbamos en un bus y en el otro bus iban unos MS y al llegar al triunfo todo mundo pues y se salieron de allá del bus y se salieron y pues empezaron.

Nosotros íbamos en paz, o sea nosotros íbamos a lo que íbamos, a bañar. Porque fue una invitación de unos hermanos cristianos. Nosotros siempre tuvimos eso, usábamos la maldad contra el pandillero prójimo o el pandillero contrario pero siempre a las cosas de Dios las atendimos y siempre les escuchamos a los hermanos que nos llegaban a hablar. Ahí entonces esos mismos hermanos nos consiguieron esa invitación para llevarnos a bañar al Triunfo. Nosotros llevábamos por cualquier cosa, machetes, cuchillos,  marihuana y bebida y para rebanarla allá en el en la mar. Y cuando nosotros íbamos llegando ya a la par iba llegando el otro bus. Así nos íbamos tirando barrio. De los dos buses salieron varios macheteados y varios fueron a parar a la DIC. A mi por suerte no me agarraron porque me metí en medio de un montón de gente que estaba bañando y con la cara ya manchada yo ahí camoteándome.

Foto de laprensadehonduras.com
Foto de laprensadehonduras.com

¿Hay mujeres en las pandillas, cuál es la situación de las mujeres en las pandillas?

Bueno la situación de las mujeres en una pandilla es el significado mas que todo es llevar razones y para cuando alguien de la pandilla cae en el presidio que lleve guilas o que lleve marihuana a los que están allá o cualquier cosa.

¿Que cosa es la guila?

Guila es una carta. O sea que de aquí afuera les escriben a los de adentro.

¿Cómo entran las mujeres a las pandillas?

Para que una mujer entre a la pandilla ella tiene que ir a hacer cualquier misión o irse a presentar con los del presidio y o tratar de traer a alguien, a un enemigo a venderlo a la pandilla, como cuando ella está recién ingresada a la pandilla, ella está sin mancha, el vestuario de ella es normal, entonces va a donde tal persona o la mandan a cruzarse por donde pasan esos vatos y le dicen que el primero que mire que fuma marihuana o fuma piedra, que lo lleve a tal lado, o si lo mira que le empieza a enamorar, llevalo a tal lado y ahí vamos a caer nosotros. O sea que una mujer tiene que tener bastante casaca para vender a cualquiera, cualquier varón pues. Ahí es donde uno los está esperando, dos o tres de nosotros con pistolas. Ahí ya la jaina se ingresaba ya al barrio. Ya empezábamos nosotros a tatuarlas en las chiches, en la espalda o en donde ella pidiera.

Ya después, cuando habían cuatro o cinco mujeres, ya entre ellas tenían que  brincar a las nuevas. Trece segundos pateadas en el suelo. Entre ellas mismas la pateaban y después le decían: «mirá, sabes qué onda, vas a ir allá al baile» y ellas mismas le daban la instrucción que a ellas les habían dado para entrar a la pandilla.

¿Y cuando un hombre ingresa a la pandilla?

Lo mismo así o sea trece segundos en el suelo. »

ultimahora.hn
Foto: ultimahora.hn

¿Como fue el caso suyo?

Cuando yo ingresé a la pandilla estaba de moda lo de las chimbas, todavía nadie caminaba cuete, sólo chimbas. Yo recuerdo que cuando a mi me brincaron hasta me les corrí, pero era como jugando, o sea, yo siempre quería que me brincaran pero hacía como que no quería. Me recuerdo que una tarde llego a una casa en donde vivía el Charro, allí estaban Claudio, Mosca, que fueron los primeros que levantaron la pandilla. Charro dijo señalándole: ahí viene «el pollo» —a mi me decían «pollo» porque a mi mama le decían «la gallina»—, «¡ahí viene el pollo! —dijo—, lo vamos a brincar ahora. Yo estaba entusiasmado con la pandilla y si quería que ellos me brincaran y al mismo tiempo yo tenia un poco de temor porque miraba que eran pateadas de orden las que les daban, entonces me les corro una ves y en lo que me les corro ya después digo: «no hombre si yo soy de cora de la pandilla, mejor me voy a ir a meter a que me brinquen», me fui a meter, linearon de todo y ya después me mandaron a que le pusiera un chimbazo a un MS. Lo dejé todo hecho paste al pobre. Todavía hasta al son de hoy ese vato como que por respira un hoyo en la garganta porque le puse un chimbazo en el pecho.

Poco a poco fueron comenzando los problemas en la pandilla. Fueron matando más y más gente de la pandilla. Pero uno más bien iba agarrando mas cora, pues cada ves que mataban a uno, uno decía en su mente: «puta, mataron a mi carnalito, el que se llevaba conmigo…» porque como en la pandilla nos queríamos como hermanos, lo que a uno le pasaba, le pasaba al otro y que mataron a uno, nos hacía agarrar aún más cólera y más odio.  Entonces decíamos, «no, yo tengo que desquitarme esta y tengo que ir a ver si cueteo alguno…» «yo tengo que hacerles algo entonces» y así es como nos ibamos matando nosotros, más nos íbamos metiendo a pedos, más iban matándonos.

Unos MS llegaron una vez con una Biblia, tres muchachos. Había allí varios vatos, El Pulpo, René, Bondadoso, El Fantasma. Los MS llegaron manga larga a pararse ahí en la esquina donde nosotros estábamos y como en ese tiempo cuando esos vatos llegaron la policía estaba bastante estricta, o sea bastante furiosa, pues nosotros no teníamos las pistolas, no las teníamos ahí cerquita, sino que las teníamos a donde los vecinos. Hubo unos que que se animaron a pedirles a esos hermanos que estaban ahí con esas Biblias, de manga larga, bien desentones pues, bien paisita, bien pantalones pegados, bien presentables pues, a la hora de la hora se acercaron mas nuestros vatos a ellos que sacaron unas mulas cuetes y cuetiaronn anuestros tres jomitos.  Ellos sacaron esas animalas de las Biblias y cuetiaron a tres jomis: al Pulpo, a Bondadoso y a un mentado Rana, Rana René. Ellos eran tres y como se tuvieron que meter hasta el mero barrio, hasta adentro adonde nosotros y cuando hicieron esa tirasón, toda la pandilla de nosotros se desparpajó. Ellos salieron corriendo para donde ellos, para el sector de ellos y en eso salió otro Vato Loco que venia de la casa, el Simio, le decían. Estaba retirado ya de la pandilla, se había borrado los tatuajes y todo y cuando lo ven llegar, los vatos le disparan pero no le pegan y el saca una 9mm. que tenía y bum, que le pega a un vato en la panza. A la otra esquina se fue a morir de un solo ese, fue puro castigo de Dios. Algo que nosotros nunca hacíamos era jugar con las cosas de Dios.

Desde entonces, desde que eso pasó, siempre cuando llegaban hermanos les decíamos: «mire hermanos, no confiamos mucho en ustedes, ya nos han caído con Biblias». Ya estábamos ariscos pues, a los hermanos que no conocíamos cuando los mirábamos venir ya cada quien se ponía en su esquina por cualquiera cosa.

Foto: prensalibre.com
Foto: prensalibre.com

¿Que pensaba su familia, sus amigos, las personas allegadas a usted cuando estaba activo en la pandilla?

Cuando yo andaba firme en la pandilla mi familia me aconsejaba y me decía que dejara de mancharme, que dejara de andar en la calle. La reacción de mi familia siempre fue aconsejarme y apoyarme en condiciones críticas, como cuando yo caí en el presidio y mi familia de tantas broncas que yo tenia solo se conformaban con decirme «que Dios te resguarde», porque como miraban que yo estaba muy cegado de esa pandilla. Siempre que caía al presidio, siempre me apoyaban, porque ellos me decían que un hijo para una madre, sea como sea, siempre lo va a querer.

¿Cómo fue que decidiste calmarte?

Yo miraba que a varios batos de mi pandilla los iban matando o iban cayendo al presidio, y también que me hice de mujer y tuve un niño y bueno, uno ve que la vida de tanto golpe y esos golpes no lo logran matar a uno, entonces siempre hay un tiempo donde uno madura y piensa que uno ya está viejo, que qué voy a ir a hacer a ese presidio si ya tengo mis hijos, es donde uno piensa qué le voy a dar a mi hijo de que ejemplo. Ya eran como cinco veces las que tenía yo de de caer al presidio por la pandilla, al ver de que yo estaba todo manchado entendía que con esas manchas no podía estar en otro lado. Sin estas manchas seguramente yo estuviera en Estados Unidos, ya mi familia no estuviera en esta pobreza y bueno tantas ideas , yo recapacitaba y trataba de de salir adelante, para que la gente ya no me tuviera por el cagadalero, el ladrón. A mi me da pena de que mi hijo me mire así como yo, cada ves que me voy a borrar un tatuaje yo vengo y le digo: «mire tito, para que usted no vaya a ser lo mismo, por eso me lo estoy borrando oiga».

El primer paso que era el salirme de la pandilla, para mi fue un gran paso. Decidir salirse de esta pandilla no es así porque así. Siempre se corre el riesgo a que me maten mis mismo compañeros.

Foto: asjhonduras.com
Foto: asjhonduras.com

***

German salió de la pandilla gracias a la ayuda que le brindaron distintas organizaciones, como Jajah y el obispado de San Pedro Sula. Poco a poco se fue borrando los tatuajes que a través de los años agregó a su cuerpo con tanto orgullo. Pero hay cicatrices que nunca se borran. Para salir a vender de pulpería en pulpería, German cubría su rostro con maquillaje. Creía que así burlaba la muerte. Una tarde fue sorprendido en su bicicleta, andaba vendiendo bolsitas de especias que él mismo preparaba. No hubo palabras antes de la muerte. Sólo un silencio que aún permanece.

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