TEGUCIGALPA: CIVISMO Y FESTIVIDADES PATRIAS [PARTE DOS]

EGO11 septiembre, 2016

Por: Albany Flores Garca, Ariel Bardales, Marvin Rivas, Sofía Gallardo, Mario Panchamé y Luisamaría Aguilar.

SEGUNDA PARTE.

PARTICIPACIÓN DE INSTITUCIONES EDUCATIVAS Y  RUTA DE LOS DESFILES.

Como hemos expuesto anteriormente, en la primera mitad del siglo XX (particularmente en la administración de Tiburcio Carías), el Estado desplegó una serie de medidas orientadas a la formación de una conciencia nacional a través de las celebraciones cívicas del mes de septiembre de cada año. Dichas medidas favorecían la legitimación del discurso y las acciones políticas del gobierno, pero también produjeron —quizá por primera vez—, un fuerte sentido de pertenencia y cohesión social que se manifestaron, de muchas formas, en la administración de Jun Manuel Gálvez (la creación de un Estado moderno) y en la estructura de movimientos sociales como la Huelga de 1964, evento que nos mostró la masiva organización, compromiso y cohesión social como nunca antes en el país.

En los desfiles de las celebraciones patrias participaban las instituciones públicas, Institutos, Escuelas, Academias, sociedad civil, Fuerzas Armadas y autoridades del gobierno. Entre ellas instituciones educativas figuraban el Instituto de Varones “San Miguel”, el Instituto “Sagrado Corazón”, la Escuela Normal “Pedro Nufio”, la Escuela “Álvaro Contreras”, el Instituto Central de Varones, entre otros. El objetivo era generar el patriotismo y el respeto a la patria y héroes y próceres desde el estudiantado. De este modo, la construcción de los elementos cívicos fue forjándose con la participación de los infantes y los maestros, en quienes recaía el peso de la formación del civismo. He aquí un pasaje del diario La Época del 17/09/1948:

«A las seis y media de la mañana, las escuelas primarias, Institutos, Escuela Normal Rural, Escuela Normal de Señoritas, la Escuela Vocacional, la Correccional de Menores (“Camilo R. Reina”) y la Escuela de Artes y Oficios, se concentraron en las calles adyacentes al Parque Colón, de Comayagüela, de donde comenzaron su desfile hacia el Estadio Nacional. De este sitio marcharon por el puente Mallol, Casa Presidencial, Quinchon León y Cia., Banco de Honduras y Tribunal Superior de Cuentas; permaneciendo unos minutos frente a la Iglesia Catedral para depositar sus ofrendas florales ante la estatua del Héroe de la Unión Centroamericana, General Francisco Morazán». Además de las mencionadas, también participaban la Escuela Vocacional “Marcos Carias Reyes”, El Instituto María Auxiliadora, la Academia Moderna, el Instituto Sagrado Corazón, y otros.

La Calle Real de Comayagüela fue la vía más utilizada para la ejecución de los actos protocolarios según nos indica el entrevistado. Quizás los puntos de reunión tuvieron variaron alrededor de las calles adyacentes de Comayagüela, ya que cada institución participante tenía su propio punto de salida, para después culminar con los actos cívicos en el Parque Morazán (Parque Central). Sobre esto, la señora Dolores Figueroa ha referido que: « a veces  salían de su escuela o su colegio y se reunían en el Parque Central…».

En la imagen está representada un segmento de la ruta mencionada en el diario La Época.
En la imagen está representada un segmento de la ruta mencionada en el diario La Época.

 En cuanto a la participación de los colegios en los desfiles patrios,  nuestra entrevistada señala que: «Desfilaba muy bonito el San Miguel, como siempre el Central, la Normal Pedro Nufio, el Sagrado Corazón que tenía la banda muy buena. Por cierto, la directora del Sagrado Corazón era una nicaragüense, se llamaba María Luisa Herradora».

Por su parte, Manuel Aguilar nos revela que: «Después de los militares iba el Central, después, si no me equivoco, era el San Miguel, y después el San Francisco. Creo que los tomaban por la manera en que ellos se constituyeron. Porque primero fue el Central, con otro nombre, después fue el San Miguel (porque el San Miguel es de 1910 o 1911… El San Francisco después…y así…y llamaba la atención…Cuando entraban los tres separadamente, era algarabía. En aquello de las bandas, la del Central se distinguió porque era de una banda con tambores, flauta, flautina y otras cosas»

Un desfile del 15 de Septiembre en la década de 1940. En la imagen los marchantes suben la calle frente a la antigua Casa Presidencial. 
Un desfile del 15 de Septiembre en la década de 1940. En la imagen los marchantes suben la calle frente a la antigua Casa Presidencial.

EL ESTADIO NACIONAL Y LAS CELEBRACIONES PATRIAS.

El Estadio Nacional fue construido en 1948, y de hecho su inauguración se dio  ese mismo año con la  celebración de las Fiestas Patrias. El mismo fue construido como símbolo máximo del poder y el prestigio histórico del General Carías, que el primero de enero del siguiente año dejaría el gobierno de manos de su ex-Ministro de Guerra, Juan Manuel Gálvez. En entrevista para el presente estudio, don Manuel Hidalgo nos narra que: «La obra la realizó el ingeniero Francisco Pratz, porque era hijo del ingeniero que vino de Colombia, don Cristóbal Pratz, quien hizo el Teatro Nacional. Don Francisco Pratz se casó con doña María Carías, prima del General».

He aquí un pasaje del periódico La Época del 17/09/1948:

«[…] se yergue el imponente Estadio Nacional, una de las muchas obras de progreso realizadas por el General Carías, ante la admiración de todo un pueblo que ha consagrado su nombre y que inmortalizará su memoria. Cuando el desfile empezó a entrar al Estadio, ya las graderías de sol estaban colmadas de personas, más o menos quince mil…».

Fachada original del Estadio Nacional “Tiburcio Carias Andino”, construido en 1948 por Don Francisco Pratz.
Fachada original del Estadio Nacional “Tiburcio Carias Andino”, construido en 1948 por Don Francisco Pratz.

Lo anterior pone de manifiesto la simbología del poder utilizada durante el cariato, al tiempo que muestra cómo esos símbolos ejercían influencia en las mentalidades colectivas de la Honduras de la primera mitad del siglo XX. La construcción del Estadio Nacional no sólo significó una especie de gran homenaje al General, también creó un impacto significativo en la percepción de la población, que hasta entonces no había visto nada parecido al enorme coloso.

VESTIMENTA, PALILLONAS Y BANDAS DE GUERRAS.

Resulta importante resaltar la vestimenta utilizada en esa época, no sólo para fines ilustrativos sino también para identificar qué cambió y qué permanece en la misma.  Las palillonas y las bandas de guerra eran las que adornaban el acto patriótico celebrado el 15 de septiembre, tal como lo sigue siendo hoy día. Don Manuel Hidalgo señala:

«Con el General Mamarracho desfilábamos los 15´s de septiembre. El Instituto Central tenía su uniforme con una guerrera azul, pantalón blanco, botas negras, un quepí y su correllaje. Hacía un desfile en secciones y hacía cambios y maniobras allí en la plaza Morazán (plaza central)…»

Como podemos observar, muchos elementos de vestuario permanecen en las actividades cívicas de hoy día. Se sigue manteniendo el uniforme de Azul y Blanco que efectivamente representa los colores de nuestra Bandera Nacional, y algunos de los elementos en la banda de guerra aún se siguen manteniendo; las botas, el correllaje y el quepí. En cuanto al despliegue de belleza, la señora Dolores Pineda nos brinda interesante datos sobre la participación de palillonas y las bandas de guerra:

«Doña Estela Pineda de Ugarte fue la primera que puso el en 15 de septiembre a las palillonas, y la primera banda que salió fue la de El Sagrado Corazón…era algo novedoso, ¡algo lindo se veía aquello!…las palillonas deslumbraron a todo mundo».

Estudiantes del Colegio María Auxiliadora. Foto de 1950, donde se puede visualizar una parte de  la vestimenta femenina en este caso de las Alumnas del Instituto María Auxiliadora, con vestido blanco hasta abajo de sus rodillas muy formal con alguno plises cubriendo más de la mitad del vestido, con pañuelo azul colocado en su cuello, un fajón en su cintura y zapatos negros, siempre representando los colores de la Bandera Nacional. De la misma manera nos brinda un dato interesante y es que ya para 1950 los desfiles patrios se iniciaban del Parque Libertad de Comayagüela y culminaban ya en el recién construido Estadio. Tomado de: La Época, 26/09/1950
Estudiantes del Colegio María Auxiliadora. Foto de 1950, donde se puede visualizar una parte de  la vestimenta femenina en este caso de las Alumnas del Instituto María Auxiliadora, con vestido blanco hasta abajo de sus rodillas muy formal con alguno plises cubriendo más de la mitad del vestido, con pañuelo azul colocado en su cuello, un fajón en su cintura y zapatos negros, siempre representando los colores de la Bandera Nacional. De la misma manera nos brinda un dato interesante y es que ya para 1950 los desfiles patrios se iniciaban del Parque Libertad de Comayagüela y culminaban ya en el recién construido Estadio. Tomado de: La Época, 26/09/1950

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FORMACIÓN CÍVICO-EDUCATIVA.

Uno de los factores que permitió el desarrollo festivo de las celebraciones septembrinas en Honduras durante la primera mitad del siglo XX, fue el tipo de enseñanza  de carácter cívico-patriótico que se instauró en los centros educativos escolares y secundarios principalmente. A partir de la década de 1940, muchas de las escuelas y colegios comenzaron a realizar los denominados “actos cívicos”, en los que se recuerda a los alumnos su responsabilidad y compromiso hasta la muerte con su patria, y se obliga a los estudiantes a proclamar el Juramento a la Bandera, que a su letra dice lo siguiente:

«Juro fidelidad a la Bandera Nacional,

símbolo de unidad, justicia, libertad  y paz.

Invocando la protección de Dios

y el ejemplo de nuestros próceres.

Prometo honrar a la patria

servirla y defenderla bajo un solo propósito,

para beneficio de todos».

Además de éste, se introdujo un modelo educativo primario cuya maya curricular establecía cursos de Estudios Sociales, Ética y Cívica, mismos que buscaban orientar al estudiante hacia una visión de servicio y admiración a su país. Así mismo se introdujo la enseñanza de los himnos a los héroes Morazán y Lempira; además de poesías y cantos nacionales enseñados para crear sentido de pertenencia y  elementos de cohesión.

Sin embrago, la enseñanza patriótica no sólo se enseñaba por medio de los Estudios Sociales o de Cívica, también se hacía en las demás: «En la clase de educación física lo preparaban a uno para marchar, pues  el gran evento era marchar y oír las grandes bandas», ha referido don Guido Velásquez.

FUERZAS MILITARES Y MIEMBROS DE GOBIERNO.

La formación cívico-militar (Calistenia) se introdujo en el sistema educativo durante el gobierno de Carías, y su primer motivo era enseñar a los estudiantes de primera y secundaria de qué forma marchar. A ello, a la influencia de los militares en el proceso imaginario de las festividades patrias, se debe que las bandas cívicas estudiantiles e institucionales lleven el mote de “bandas de guerra”, como si las mismas fueran bandas marciales que anuncian la guerra, en vez de bandas musicales cívicas que anuncian la alegría de la “libertad y la soberanía” de la nación.

Los militares acompañaban el suceso. Percibimos su participación a través del Instituto de Instrucción Básica, la Escuela de Cabos y Sargentos (convertida en Primer Batallón de Infantería en 1942) y la Academia Militar. Éstas suministraban protección, pero no eran los protagonistas, aunque en un momento facilitaron instrucción para la organización de los eventos, pues ellas eran las instituciones modelo; las que enseñaban las actividades y procuraban el sostenimiento de la ruta. No obstante, fue la comunidad estudiantil de primaria y secundaria quienes protagonizaron la principal construcción de la tradición cívica hondureña.

Dos elegantes y bellas palillonas posan después del desfile patrio en el balcón de su casa. Colección personal de José Gonzáles. 
Dos elegantes y bellas palillonas posan después del desfile patrio en el balcón de su casa. Colección personal de José Gonzáles.

El acompañamiento de las instancias públicas en los desfiles era de carácter obligatorio, y acompañaban el Ministro de Educación (y en ciertos casos el Ministro de Cultura), miembros del Cuerpo Diplomático y  del Cuerpo Consular. No podemos obviar a los espectadores, el público sin el cual ningún espectáculo tiene sentido. Éstos eran un gran grupo formado de toda la masa civil que atestiguaba el suceso. Las manifestaciones iban más allá de las festividades presenciales, por ejemplo, al igual que hoy, había cañonazos y actos demostrativos de la Fuerza Aérea de Honduras.

Juan Manuel Gálvez como ministro de guerra entrando al Estadio Nacional   en 1948 en conmemoración de la celebración de Independencia Patria. Tomada de: La Época, 21/09/1948.
Juan Manuel Gálvez como ministro de guerra entrando al Estadio Nacional   en 1948 en conmemoración de la celebración de Independencia Patria. Tomada de: La Época, 21/09/1948.

Según los periódicos de la época, después de los eventos cívicos se realizaban algunas demostraciones artísticas, proyecciones cinematográficas en la Plaza Morazán; además, había partido de fútbol, sobre todo en los campos aledaños. Dolores Pineda: «En los 15 de  septiembre todos los parques tenían marimba, usted podía salir en la noche, oír música en compañía de los jóvenes y de niños acompañados con sus padres».

En síntesis, la búsqueda del Estado Nación ha sido una constante de los gobiernos del país desde finales del siglo XIX. Los métodos para lograrlo han sido variados y diversos en sí mismos. El espacio público, el discurso y las políticas públicas encaminadas a lograrlo se han intensificado a lo largo del todo el siglo XX, manifestando una gran heterogeneidad de formas y estrategias orientadas. Las celebraciones patrias, el fomento del civismo, la historia y los estudios sociales, el intento de formación de una conciencia nacional a través de los sentimientos pertenencia, nacionalismo, nacionalidad, ciudadanía; así como la creación de elementos de cohesión social, han sido factores importantes pero no definitivos en el objetivo único de la clase política de la primera mitad del siglo XX: el Estado Nación.

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