2666, novela de Roberto Bolaño

ALG19 agosto, 2016

Hay libros que tienen una magia especial y lo marcan a uno para toda la vida. 2666, de Roberto Bolaño, es uno de ellos; su obra más ambiciosa, un monumento literario inconcluso por su muerte, y dejado como legado para sus herederos (sin decir si estos son los que incluyó en su testamento o nosotros, sus lectores).

Inicialmente, cada capítulo de 2666 fue creado como un libro independiente, bastante distintos entre sí, pero luego se unificaron en el poderoso universo de un escritor alemán de nombre casi impronunciable (Benno Von Archimboldi), candidato al premio Nobel; y en el epicentro geográfico de los impunes asesinatos en serie de mujeres, en una ficticia ciudad fronteriza del norte de México (Santa Teresa), que refleja la tragedia contemporánea de Ciudad Juárez y, por extensión, de América Latina.

Con una inagotable fluidez verbal casi compulsiva, abrumador enlace de minuciosos detalles y vidas paralelas, la novela transita por varias décadas y múltiples escenarios; cambiando incluso de estilos según el personaje en el que se concentra.

Escena de la obra de teatro 2666 que adapta la novela de Bolaños.
Escena de la obra de teatro 2666 que adapta la novela de Bolaños.

Así, el primer capítulo, «La parte de los críticos», es un completo recorrido por el mundo del arte y la literatura desde el vacío existencial de cuatro académicos de distintas nacionalidades y sus conflictos amorosos, que sólo se pueden contrastar plenamente cuando se avanza en la lectura de la novela y vemos el horror que subsiste afuera de los muros de la academia.

En la segunda parte se cuenta la historia de un profesor chileno llamado Amalfitano que trabaja en la universidad de Santa Teresa, y la relación que tiene él con su expareja y con su hija de 17 años. Se recorren la locura y la obsesión del personaje (quizá preparándonos para conocer más adelante la locura de una ciudad completa, única explicación de los asesinatos en serie de cientos de mujeres en Santa Teresa). La sección transcurre casi completamente en los recuerdos e ideas del profesor chileno, que termina escuchando una voz en su cabeza que le hace creer que tiene poderes telepáticos.

La tercera parte, «La parte de Fate», está escrita con un estilo policíaco, que recuerda al cine negro norteamericano. Cuenta la historia de un sensible periodista de Nueva York que acaba de perder a su madre, y que llega a Santa Teresa a cubrir una pelea de boxeo. Estando en la ciudad conoce a Rosa, la hija del profesor Amalfitano, de quien se enamora y para quien termina siendo una especie de ángel guardián, salvándola de sufrir la suerte de cientos de mujeres.

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Escena de la obra de teatro 2666 que adapta la novela de Bolaños.

La cuarta parte es la más difícil de todas: «La parte de los crímenes». Escrita en un estilo más bien periodístico/forense, relata con mucho detalle los crímenes que en los últimos años se han cometido en la ciudad de Santa Teresa. Refleja de manera cruda el machismo imperante en la sociedad, como los chistes de los policías encargados de investigar los asesinatos quienes dicen que «las leyes y las mujeres fueron hechas para ser violadas». Los narcos, la corrupción y degradación moral de la policía, las condiciones de empleo de las maquiladoras; todo esto es retratado con maestría en la novela. Al final se detiene a un supuesto asesino, un alemán, pero los crímenes continúan imparables, poniendo en evidencia que se trata de una violencia sistematizada.

La quinta y última parte, «La parte de Archimboldi», escrita en un estilo que recuerda a los grandes escritores alemanes como Thomas Mann o Günter Grass, relata la historia de un joven soldado del ejército Nazi en el frente oriental en la Segunda Guerra Mundial que luego se convertiría en escritor. También se relata la historia de un escritor judío de la Rusia soviética, la persecución del estalinismo contra el pensamiento diverso y la esencia misma del poder (que siempre verá con desconfianza al artista).

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Por desgracia para el lector, cuando todas las piezas del rompecabezas van encajando y se aproxima el final, que se intuye trazado con maestría, la novela queda inconclusa, pues la muerte sorprendió a Bolaño, llevándose a uno de los escritores más enigmáticos del siglo XXI.

Bolaño sabía que iba a morir, se intuye en la ambiciosa empresa de 2666. Quiso dejar un legado para la literatura latinoamericana y lo logró: dejó una novela sin tiempo, que nos retrata con maestría los últimos años del siglo XX y la locura que trasciende generaciones y fronteras.

Quizá, para suerte de 2666, corresponde al lector concluir la novela, cerrar las líneas trazadas, atar los cabos y decidir la suerte de los personajes que quedan flotando en un vacío bastante parecido a la vida real.

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