TIM KAINE Y LAS TRES HONDURAS

ALG2 agosto, 2016

«La lucha contra el poder es la lucha contra el olvido».

Milan Kundera

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En la Convención Demócrata del pasado mes de julio que nominó oficialmente a Hillary Clinton como la primera mujer candidata a la presidencia de los Estados Unidos, de uno de los partidos mayoritarios, se presentó también al Senador de Virginia Tim Kaine como su segundo a bordo. Kaine, que aceptó la nominación, no dudó en sacar a relucir su tiempo en Honduras como una medalla al valor, en un momento en donde a nivel mediático el país está como uno de los más violentos del continente.

En Honduras, claro está, nos sentimos felices de ver el nombre de nuestro país en los titulares de tan importante evento. Las primeras planas de los diarios nacionales y los noticieros estelares repetían el discurso en español del Senador Kaine: «Aprendí los valores de mi pueblo: fe, familia y trabajo. Los mismos valores de la comunidad latina aquí» —dijo, refiriéndose a su tiempo en la ciudad de El Progreso al norte del país.

Daba la impresión, al ver los medios nacionales, que habíamos logrado la nominación de un hondureño en la Vice Presidencia de los Estados Unidos.

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Contras en territorio hondureño, década de los 80.

Pero son tres las Honduras que están en discusión en esta campaña en Estados Unidos y es importante que las diferenciemos para que el Senador Kaine no cometa el error de confundirlas.

La primera, la que conoció Kaine en 1980, cuando era apenas un joven estudiante de derecho de la Universidad de Harvard y llegó al país como parte de una misión católica, viviendo nueve meses en El Progreso y trabajando de cerca con la compañía de Jesús.

Era la Honduras de Policarpo Paz, la Democracia aún no se reinstalaba en el país y los militares gobernaban sin control. Comenzaban a sonar los tambores de guerra en contra del sandinismo en Nicaragua y se aceitaban las AK en las montañas de El Salvador para la guerra que venía. Ramón Matta Ballesteros fortalecía sus negocios asociado con altos jerarcas de las Fuerzas Armadas, sirviendo de enlace entre Colombia y México. Después vendría la CIA, junto con Matta y otro grupo de narcos mexicanos, que organizarían el transporte de armas a la contra en el oriente de Honduras a cambio de permitir el ingreso de coca a los Estados Unidos, un negocio redondo y sangriento que nadie en Washington debe olvidar, porque todo lo que ahora somos en materia de narcotráfico proviene de esa «desafortunada» política norteamericana.

La otra Honduras es aquella del golpe de Estado de 2009 en contra de Manuel Zelaya Rosales, cuando la ahora candidata demócrata era Secretaria de Estado y ayudó a consolidar el golpe que dañó la institucionalidad —que nos tomó desde 1980 construir— sumergiéndonos en un espiral de violencia del cuál aún no logramos salir.

Maestro asesinado en una marcha de la resistencia en contra del golpe de Estado de 2009 en Honduras.
Maestro asesinado en una marcha de la resistencia en contra del golpe de Estado de 2009 en Honduras.

La tercera Honduras es la que más conocemos ahora, la que más duele por estar aún abiertas las heridas, cuando los datos de muertes que alcanzaron el obsceno lugar número uno en asesinatos en todo el continente están frescos todavía.

La ciudad de El Progreso que conoció Kaine en 1980 y visitó más adelante, junto con toda la zona Metropolitana de San Pedro Sula, reporta números alarmantes en asesinatos, en algunas zonas como la Rivera Hernández y Choloma llega a ser escalofriante esa estadística, más de 106 homicidios por cada 100,000 habitantes. 

«Mi maestro me enseñó a caminar con el pueblo —dijo Kaine en español en la Convención Demócrata—. Volví con nuevas lecciones de humildad y servicio, y decidí dedicar mi talento y energía para ayudar a otros» —agregó, resaltando su catolicismo, apelando al electorado latino tan importante para las próximas elecciones y enlazando a Clinton en su discurso: «Compartimos esta creencia básica —dijo—. Es sencillo. Haz todo el bien que puedas y sirve a los otros. Bastante simple».

Lo que ha olvidado mencionar Kaine en su discurso, cuando habla de cómo en Honduras aprendió lo que es vivir en dictadura, es que esas tres Honduras son una sola y las mismas causas que provocaron esa dictadura que conoció en 1980, provocaron el golpe de 2009 y más recientemente el río de muertes que ha dejado ésta última década.

Sacerdotes Jesuitas y empleadas domésticas asesinados por un escuadrón de la muerte en El Salvador en 1989.
Sacerdotes Jesuitas y empleadas domésticas asesinados por un escuadrón de la muerte en El Salvador en 1989.

Permitámonos el atrevimiento de hacerle algo de memoria al Senador Kaine:

Mientras él se encontraba en Honduras en 1980, una enorme presencia militar de Estados Unidos descendió, por cortesía de la  administración Reagan, decidida a cambiar el rumbo de los revolucionarios de izquierda en Nicaragua, El Salvador y Guatemala.

Kaine enseñaba a un puñado de estudiantes las lecciones de carpintería y soldadura que aprendió de su padre, al momento que la ayuda militar de Estados Unidos a Honduras pasó de $4 millones a $ 282 millones, en sólo unos pocos años, volviendo al país en el «El USS Honduras», un portaviones terrestre.

Tim Kaine no vio nada de eso cuando estuvo en Honduras. No vio cuando John D. Negroponte llegó  como embajador y se hizo de la vista gorda con las atrocidades de su amigo el general Gustavo Álvarez Martínez. Cuando se conformó la contra en el oriente del país y se comenzó la Operación Charly en Centro América, que dejó decenas de miles de muertos en la región.

184 hombres y mujeres desaparecieron en manos de los cuerpos de seguridad del Estado de Honduras durante la década de los 80, siguiendo los lineamientos de la política norteamericana en la región, según el informe "Los hechos hablan por sí mismo".
184 hombres y mujeres desaparecieron en manos de los cuerpos de seguridad del Estado de Honduras durante la década de los 80, siguiendo los lineamientos de la política norteamericana en la región, según el informe «Los hechos hablan por sí mismo».

No existe registro de su manifestación en contra del asesinato de los Jesuitas en El Salvador en 1989, que si bien es cierto pasó nueve años después que estuvo en la región, eran jesuitas los asesinados —sus amigos jesuitas de quien tanto aprendió de la vida— quienes morían impunemente en medio de una guerra sangrienta auspiciada y sostenida por los Estados Unidos en contra de un pueblo que buscaba cambiar las condiciones de vida inhumanas que las clases gobernantes le habían impuesto desde hace décadas.

Cuando Kaine estaba en Honduras, esa época que dice «le cambió la vida», Honduras se convirtió en el trampolín para la droga. Aunque en esto hay que ser honesto, el proceso había iniciado desde los 70 y continuó durante toda la década de los 80 y 90. Pero fue el golpe de Estado de 2009 el que abrió la caja de pandora volviéndonos lo que ahora somos.

Kaine, en todo caso, desconoce este pequeño detalle en sus discursos.

Algunos analistas aseguran que la movida de los demócratas de nombrar a Kaine en la Vice Presidencia tiene que ver con la mancha del Real Politik en el historial de la señora Clinton, pues su imagen entre los progresistas y latinos en Estados Unidos sufrió mucho a causa de su política exterior en Centro América y ahora teme, la historia les pase factura.

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