Sobre por qué apoyo al MEU

EGO11 julio, 2016

…Por René Centeno San Martín

Baste decir que soy docente. Eso en sí mismo debería ser explicación suficiente para dar entender el título de este escrito. Mi vida ha girado en torno a la educación: 3 años de preescolar, 6 de primaria y 6 de secundaria, 4 años y medio de pregrado, 4 en maestrías (sin contar el limbo de la defensa de tesis y la repetición de alguna asignatura); y estoy a punto de cumplir 20 años de trabajar en educación; creo que tengo bastante claro cuál es la razón de ser de mi ejercicio profesional: los y las estudiantes. No hay nada más. Esa es la razón de ser de todo el proceso educativo. No importa lo que la sociedad necesita, lo que importa es lo que la persona adentro de la sociedad necesita. Hay por supuesto otras maneras de pensar sobre el porqué de la educación —que sería en todo caso muy aburrido e innecesario discutir en este contexto—. Quienes realmente importan, entendámoslo bien, son los y las estudiantes. Eso lo tengo claro. Me debo a ellos y a ellas porque para eso me pagan.

Por supuesto que nada es tan sencillo. Hay otros elementos a considerar.

¿Tienen o no razón los y las estudiantes cuando señalan que la protesta estudiantil no debe ser criminalizada?

De aquí parten un montón de discusiones. Algunas bastante innecesarias otras apremiantes.

Criminalizar la protesta estudiantil es por un lado una negación de la esencia evolutiva de lo que significa ser jóvenes. Es lo que algunos aseguran que ha permitido la evolución misma de la especie. ¿Qué ha sido el desarrollo de la humanidad, como especie, sino una serie de jóvenes incómodos con la manera en que funciona el mundo? Seguramente aquellos primeros homínidos en bajar del árbol, cruzar la sabana, la tundra, los límites del océano, de la naturaleza misma eran y siguen siendo jóvenes.

La ciencia nos lo explica bastante bien. El desarrollo del área prefrontal ventromedial, área relacionada con la toma de decisiones y evaluación del riesgo, sabemos que no termina plenamente hasta alrededor de los 27 años. Llevando a algunas personas a sugerir que la adolescencia no termina hasta ese momento, si se comprende a la adolescencia como un momento de rápido desarrollo físico y mental, queda claro que esta etapa terminaría con el último elemento del desarrollo neurológico que se inicia con frecuencia en lo que llamamos pubertad.

Lo que trato de explicar a mis estudiantes en el aula de clase es que este elemento se puede entender desde varias perspectivas. La ciencia al no poder explicar las cosas también especula desde algunos modelos y paradigmas que tienen consistencia lógica. En ese sentido también hay maneras de responder a otra pregunta implícita: ¿qué ventaja evolutiva supone para la especie el poseer un momento en la vida en la que la evaluación del riesgo y la toma de decisiones se encuentren postergadas con relación al desarrollo del cuerpo?

Tenemos claro que una persona a los 21 años es mayor de edad, aunque en su proceder evidentemente muchas veces no lo sea. ¿Cómo puede ser un problema para la especie un fenómeno evolutivo que es evidente a lo largo de todas las culturas y sociedades? Fenómeno que es evidente empíricamente en la misma experiencia de la vida de cada individuo. Todos y todas fuimos adolescentes y todos y todas experimentamos en algún momento una vida de total compromiso con premisas más o menos claras aún a costa de nuestro bienestar. Si es común a toda la especie, no puede ser sólo un fenómeno social. Si es orgánico, es producto de la evolución y si es producto de la evolución, es algo que debemos comprender mejor cómo canalizar esa tendencia a asumir riesgos para expandir nuestros límites biológicos y evolutivos.

¿Y eso qué tiene que ver con lo que pasa en la universidad?

Todo.

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Foto tomada de Notibomba.

Vivimos tiempos muy volátiles. La realidad nos supera una y otra vez. Muchas veces ni siquiera tenemos oportunidad de reconocer lo mucho que la realidad es distinta a cómo creemos que es. Veamos por ejemplo: asumimos que el papel de los funcionarios públicos en todas las instancias es asegurar el bienestar de la ciudadanía. Eso no es real en Honduras. Seguimos asumiendo que las estructuras y procesos de construcción de estructuras están enmarcados siempre desde una lógica encaminada al bienestar de los ciudadanos y de las ciudadanas. Pero eso no es así. ¡No tiene sentido! Y encima les pagamos muy bien porque cumplan con su trabajo.

Eso es lo que sucede con el estado, el caso más importante, pero no el único es el caso del IHSS. Es escandaloso que como sociedad sepamos quienes son los culpables y miremos con tristes sonrisas cuando las personas responsables del más grande fraude del que haya tenido noticias el pueblo hondureño  — nos quedamos viendo— se mueven por nuestras calles y no pasa nada. Y sigue sin pasar nada, porque hemos asumido que la manera en que está construida la sociedad, es como debe ser. Los políticos roban, esa es su naturaleza. Da la impresión de que así pensamos el promedio de los adultos en este país.

Resulta que la juventud no cree que eso necesariamente deba ser así.

Foto de El Heraldo
Foto de El Heraldo

Cualquier docente dentro del aula de clase se los puede decir claramente. Se dan cuenta inmediatamente de la mentira. Diga usted algo que realmente no sabe, sólo para no quedar de ignorante frente a sus estudiantes… le reto a hacerlo. Le va a ir mal. Y pronto. Porque dentro de la volatilidad que vive hoy en día la juventud, tiene acceso a información. Muchísima información. Más de lo que nunca habían tenido los jóvenes en ningún otro momento de la historia de la humanidad. Esa información está en sus bolsillos. Además, se comunican de manera horizontal sobre cuál es la realidad. Facebook, Twitter, Instagram, Whatsapp y Telegram son sus telecomunicaciones y hablan un idioma que les es casi exclusivo: hablan «Meme». De manera fluida.

Finalmente, esta es la generación que entró en edad universitaria después del golpe de estado del año 2009. La que han decidido llamar la «generación del golpe» es la que está en este momento demostrando el camino para la construcción de un movimiento social con legitimidad y con fuerza mediática. Están en todos los medios de comunicación. Todo el mundo está pendiente de lo que pasa en la universidad y aquí sí… el que no se aparte se lo lleva la corriente.

Es una población con poca aversión al riesgo, con energía, con claridad de objetivos y con todo por ganar. Es lógico estar cerca del movimiento estudiantil y la historia nos lo está demostrando. La historia de ahora, la realidad histórica que están construyendo ahora mismo es suficiente evidencia empírica para validar sus acciones.

Luego está el tremendo problema del derecho a la protesta.

¿Tenemos derecho a protestar?¿Debemos protestar? Por supuestos que sí. El sentido al derecho a la protesta está en el corazón de los derechos humanos. ¿Cómo se hace saber que nuestros derechos están siendo pisoteados si no es protestando? La sabiduría popular ha condensado este absolutamente lógico argumento en un aforismo tan crudo como comprensible: «El que no llora, no mama».

Lo que el Movimiento Estudiantil Universitario (MEU) nos está demostrando es que no se trata de tener «líderes estudiantiles». No se trata de recuperar aquellas estructuras rígidas y burocráticas importadas, sino de construir una masa crítica de personas que comprendan la validez de un mensaje, que lo desarrollen, identifiquen nuevas aristas y lo asuman como propio. Casi hay tantas posturas distintas como voces. Eso podría ser una desventaja, pero al construir un base amplia, basada en las asociaciones de carreras electas en asambleas o elecciones de manera independiente, la validez que tiene, logra sostener una estructura sumamente dinámica donde no sólo no existen los «relevos» en el sentido estricto de la palabra, sino que la estructura es completamente antifrágil, cuando un «líder» falta, surgen diez. Como la hidra, pero sin los efectos especiales. 

Foto Criterio.hn
Foto Criterio.hn

Eso es lo que ha conseguido el MEU. Un trabajo de hormiga dicen. Años construyendo una dinámica democrática de autogobierno que surgió desde el estudiantado. Lo interesante de las hormigas es la manera en que construyen consensos sobre hacia dónde y cómo dirigirse. Se comunican de manera directa y se informan bien sobre cuál es el mejor camino a seguir. Así a través de un sistema de asambleas, por carrera, facultad y general el MEU logra definir, muchas veces tras largas horas de discusión, cuál es el camino para enfrentar esta o aquella amenaza.

En el proceso han logrado desarrollar una postura sólida, optimizada para proponer. Han planteado una propuesta de diálogo que ofrece puntos claros y alternativas de salida al conflicto bastante razonables. Han trascendido la posición de protestan y han promovido unos temas que se han venido descubriendo a través de las infinitas asambleas en las que dentro de su propia realidad, necesidad e intereses descubren y comprenden realmente todo lo que hace falta para dar vida a la Cuarta Reforma. ¿Reglamento para elegir representantes? Ya está listo el primer borrador. ¿Qué más quiere?

Pero y ¿por qué protestan pues?

El origen del malestar en los estudiantes en este momento responde a dos cosas esencialmente: la falta de legalidad y la falta de legitimidad en algunos procesos administrativos.

La falta de legalidad está clara cuando no ha habido elecciones estudiantiles durante los últimos seis años de administración rectoral. ¿Por qué? Eso no lo sé. Supongo que habría que hacer esa pregunta a las personas que deberían haber facilitado el proceso. Pero eso no es todo. Las carreras (la mayoría de ellas) sí eligió a sus representantes en asociaciones de estudiantes a través de asambleas en algunos casos y en elecciones en otros. Todas experiencias exitosas de autogobierno democrático. Pero y entonces ¿cuál es el problema? Pues que por alguna razón las autoridades desconocen esos proceso democráticos y solicitan a las decanaturas que indiquen a los y las jefes de carrera, que identifiquen a los concejales, representantes estudiantiles ante el consejo universitario, máxima instancia de gobierno dentro de la UNAH. ¿Estoy de acuerdo con que los estudiantes tengan poder en esa instancia? No importa lo que piense sobre eso. Eso es lo que estipula la ley: 33% del cogobierno debería ser asignado de manera democrática y los concejales deberían ser verdaderos voceros de sus carreras y facultades. Pero ese no ha sido el caso.

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Pero y entonces todo esto no era por las normas académicas.

Sí… además construyeron unas normas académicas sin la participación de los actores que las van a aplicar o recibir. Ni estudiantes, ni docentes fueron consultados sobre las mismas. Quizás sean muy buenas, pero ¿a qué responden? ¿A la realidad de la que procede el estudiantado de la UNAH o a principios genéricos de educación desprovisto de análisis históricos-sociales-antropológicos para determinar cuál es la mejor manera de abordar el tema educativo en Honduras?

Si el 30% de quienes aplican a entrar a la universidad recibieran una preparación de un año para ingresar a la universidad ¿sería demasiado complicado para la institución? ¿Será que podríamos tener una infraestructura para atender a la población en «prepas» como lo hacen en México en vez de excluir a toda esa población joven, con deseos de aprender y en quienes el Estado ya ha invertido bastantes recursos?

La elección de sus representantes, la manera en que se construyeron las normas académicas y además las maneras en las que se han determinado los presupuestos en la universidad. ¿Qué es lo importante dentro de la universidad? ¿En qué es lo que más se ha invertido durante los últimos años? Dos preguntas que me encanta hacer en espacios públicos: ¿Cuántas aulas de clase de uso cotidiano para estudiantes tienen aire acondicionado? Y ¿Cuántas oficinas administrativas no tienen aire acondicionado? Estoy seguro que el número es probablemente el mismo en ambos casos: 0.

Sobre las capuchas no diré demasiado. Esa es una discusión estúpida. Está claro por qué usan la capucha cuando son criminalizados y ajusticiados por alzar la voz. Esta observación es especialmente estúpida cuando viene de personas que nunca han tenido la necesidad de protestar por nada.

Cuando tocó construir un nombre para aglutinar a todas las asambleas, asociaciones, movimientos independientes e incluso de los frentes estudiantiles, no había duda que eso es lo que es: un Movimiento Estudiantil Universitario.

Haría muy bien la izquierda hondureña en estudiar la construcción de abajo hacia arriba que ha logrado desarrollar el MEU. Un voluntariado que ha desbordado completamente a los líderes estudiantiles. Todo es consensuado, todo es informado y las voces son siempre incorporadas. No es fácil, pero funciona.

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René Centeno San Martín es sicólogo y catedrático universitario.

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