LOS LIBROS VITALES: SUR DEL MEDIODÍA

EGO25 mayo, 2016

En «Sur del mediodía» transcurre el viaje, las imágenes registradas en la memoria y la palabra del poeta. El contacto del lápiz con el papel tras el paso de los kilómetros y los chequeos fronterizos. El ojo de astronauta y esa incursión en lo desconocido sólo para descubrir que no somos tan exóticos como creemos ser. Entonces, redescubrir las pequeñas cosas, los detalles, hiperbolizar el viaje sólo para imaginarnos grandes, para contemplar la belleza del diminuto encanto en lo narrado. Por si acaso, Fabricio Estrada es un viajero del tiempo que habita su parábola temporal. Estática en la radio transmisión, comienza el viaje. Checkpoint Chalío Bala.

***

A la izquierda está el paisaje,

a la derecha

los límites de velocidad,

las señales de no girar.

A la izquierda va el paisaje,

el sol cayendo rojo

como rojo mango

en la lenta luna.

Ticabús, 5:45 am

Siempre hay una isla demasiado lejana

habitada por gigantes.

El motor tarda en encender

y es muy probable que todos

hayan rezado ya en todas las lenguas conocidas.

Mi lengua está muerta.

Transito entre moldes para Madame Tussauds

que han quedado varados en los andenes.

He abordado a mi silencio más verdadero

con el arpón de Ahab como amuleto.

Siempre hay una isla demasiado lejana

santuario de ballenas fantásticas.

Mis pertrechos se distribuyen

entre una cámara, un bote de agua

y este lápiz lleno de un inflamable y desconocido río.

Siempre hay un cura sin rebaño

un cura perdido

entre niños con dentaduras plásticas de Drácula,

un viudo instantáneo que pasea su luto

insistente, hacia el confesionario del baño,

una madre soltera

que te pide cambiar de asiento

me acompaño mejor con mi reflejo en la ventanilla

una ilegal cuyos papeles

son retratos de hijos cada vez más extraños.

Siempre hay una isla demasiado lejana,

sin punto fijo en las guías turísticas,

sin muñecos de cera

sin autobuses que unidos en la memoria

son un largo laberinto ferroviario

por donde vagas

boleto en mano

automáticamente

triste.

10:25 am

1

Grandes heridas,

como hectáreas vistas

desde un avión:

el mundo entero

desollado.

2

Existe un punto

similar a la cumbre del Everest

donde sin oxígeno

y sin asombro

es imposible saber

a dónde dirigirse.

1:30 pm

La campiña era como irlandesa

– no sé cómo aman las irlandesas

pero ante tanto verde

han de amar con nostalgia-,

todos quisieron una casa en ella

(porque el arco iris se hundía justo en ella

casi barreno,

y lo que va profundo

siempre llama la atención).

No había fósiles

pero estaba la campiña haciendo brotar casas

y psicotrópicos.

La lluvia regaba por goteo

y los tomates rodaban espalda abajo

en la espalda del bracero.

Ahora entendía

cómo amaban las irlandesas,

no del norte, no del sur,

digo las irlandesas

que toman el sol en los acantilados

indiferentes a los disparos en Belfast

o a la mala dicción

de los cursos de inglés

para enamorados.

 

[…]

Fabricio en mayo16

Fabricio Estrada

(Honduras, 1974)

Sextos de Lluvia, 1998, Poemas contra el miedo, 2001, Solares, 2004, Poemas de Onda Corta, 2009, Blancas Piranhas, 2011, Sur del mediodía, (2013-México, 2015-Costa Rica)

 Sus poemas aparecen en antologías iberoamericanas y revistas impresas y electrónicas. Ha participado por Honduras en diversos festivales internacionales. Ensayista, Fotógrafo, Gestor Cultural. Actualmente reside en San Juan, Puerto Rico.

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