TITO ASFURA, LA ÚLTIMA CARTA EN LA BARAJA DEL NACIONALISMO

ALG6 septiembre, 2019

@oscarlestrada

En la medida se acercan las elecciones generales de 2021, el Partido Nacional, inmerso en una profunda crisis luego de los varios escándalos de corrupción y narcotráfico que involucran a miembros de su cúpula, se presta a sacar su carta más fuerte, quizás su última carta ya: el actual alcalde capitalino Nasry Juan Asfura Zablah, esperando con ello ganar las próximas elecciones presidenciales, arriesgando, a la vez, lo que por décadas ha sido el feudo más fuerte del nacionalismo, la Alcaldía Municipal del Distrito Central.

Con una discreta presencia en los medios de comunicación, que para nada significa una mala relación con la prensa, el alcalde capitalino Nasry Asfura cuenta con una amplia aceptación de la población capitalina que comparan su trabajo con la ineptitud de los anteriores alcaldes.

De origen palestino, hijo de Nasry Juan Asfura y Gloria Zablah, nació el 8 de junio de 1958. Tiene 61 años de edad. Es padre de tres hijas y está casado desde hace más de 30 años con Lissette del Cid. Su esposa lo retrata como un hombre de hogar y asegura que los domingos los dedica a la familia.

Don Juan Asfura, padre de Tito, era dueño del Almacén “La Fama”, ubicado en la quinta avenida de Comayagüela. En 1964, el pequeño Asfura ingresó al Instituto San Francisco en Comayagüela, de donde se graduó en 1975 con el título de bachiller en Ciencias y Letras. En 1976 se matriculó en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) en la carrera de Economía con el número de cuenta 7600053, la cual nunca terminó. Otros aseguran que estudió ingeniería, con iguales resultados. Muchos lo llaman ingeniero o licenciado, pero lo cierto es que el funcionario es graduado únicamente de Bachiller en Ciencias y Letras.

Su falta de formación académica no le ha impedido tener éxito en la industria de la construcción. Frecuentemente, el alcalde Asfura relata la historia de cuando su padre compró un tractor para aplanar un terreno de la familia. Al salir de clases en la escuela, Nasry iba a ver cómo la bestia motorizada movía la tierra. El joven le dijo a su padre que se haría cargo de la deuda y que le diera el tractor. Pagó una prima de 15 mil lempiras, según cuenta y terminó de costear el préstamo a la agencia Sempé, que distribuía el tractor Komatsu. Desde entonces, Tito Asfura ha acumulado una basta experiencia con la maquinaria pesada, siendo uno de los representantes más importantes de esa industria.

En la política, inició de manera discreta colaborando en las campañas de Rafael Leonardo Callejas, en 1990, luego de Oswaldo Ramos Soto en 1994 y posteriormente en la de Ricardo Maduro en 2002. Cuando el huracán Mitch en 1998, Nasry Asfura tenía una buena relación con el alcalde César Castellanos Madrid, le proporcionó alrededor de 20 máquinas para trabajar de forma gratuita durante aproximadamente un mes y medio. Esa acción le hizo ganar la simpatía de la población capitalina. Ese mismo año ganó la licitación para recolectar la basura en Tegucigalpa y Comayagüela.

Si bien en la campaña pasada Nasry Asfura afirma que vendió la empresa de recolección de basura y que ya no se encarga de esa labor, sus contrincantes aseguran que no solo aún controla el rubro en la capital sino en también en la ciudad de San Pedro Sula, con la empresa Sulambiente, propiedad del magnate colombiano William Veléz Sierra, de quien se supone Asfura es socio en Honduras.

Tiene una buena relación con el ex alcalde capitalino Miguel Pastor, actualmente procesado por su relación con narcotraficantes presos en Estados Unidos. Pastor le ofreció en 2004 la candidatura a la Alcaldía de la capital, que perdió en las internas frente a Ricardo Álvarez, de quien luego sería primer regidor.

En 2009 ganó la diputación por el departamento de Francisco Morazán. Laboró 19 meses en el Fondo Hondureño de Inversión Social (FHIS) en el gobierno de Porfirio Lobo Sosa de donde luego se retiró para volver al parlamento.

Sería hasta las elecciones del 2014 que ganaría la Alcaldía del Distrito Central, cargo que aún conserva con amplio margen de aceptación.

Se define a sí mismo como «adicto al trabajo». Pasa poco tiempo en el despacho municipal, él asegura que el trabajo de oficina no va con su personalidad y prefiere la labor de campo. Quienes lo conocen afirman que Asfura «nunca se le ve a gusto en las reuniones y cuando participa se le nota un tip nervioso en manos y piernas de intranquilidad».

En entrevista exclusiva con El Pulso en 2017, el alcalde Asfura aseguró que el Trans-450 es funcional, que las condiciones de infraestructura de la ciudad no permiten que se aumente el tráfico vehicular y que se debe apostar por un servicio público eficiente, aclarando que no es Trans-450, sino Bus de Transporte rápido (BTR).

«La administración anterior no tenían el dinero para hacer las ampliaciones que nosotros estamos haciendo, estamos reconstruyendo las calles, pero yo te aseguro que el BTR va a funcionar porque la ciudad lo necesita», dijo.

Nasry considera que el secreto en la política no está en los grandes discursos elocuentes, sino en la capacidad que tiene el funcionario de respetar las contribuciones económicas y transformarlas en obras que les faciliten la vida.

«No importa quién gobierne, la gente lo que espera es que le resuelvan los problemas, y nosotros los funcionarios debemos entender que el dinero del aportante se debe manejar de manera correcta y cómo no lo voy a entender si tengo más de 40 años de saber lo que vale en dinero y que tengo que cuidarlo más que el mío», afirma.

Pero no todo es inmaculado en la carrera política del popular alcalde Tito Asfura. El ex gerente general del proyecto habitacional Ciudad del Ángel, José Santos Arias Chicas, aseguró en el proceso llevado en su contra por estafa, que fue usado como «chivo expiatorio» por las autoridades de la ciudad capital que aprobaron la construcción de las viviendas, con todos los permisos correspondientes y que en ese momento fungía como regidor, Nasry Tito Asfura, quien recomendó además la construcción del proyecto Ciudad del Ángel.

«El actual alcalde recomendó la construcción de la Ciudad del Ángel, la alcaldía aprobó el proyecto», dijo Arias, acusado de fraude continuado por unos 800 millones de lempiras en contra de 225 adjudicatarios de viviendas que resultaron afectadas a raíz que la inmobiliaria actúo con desidia al momento de realizar los respectivos estudios de factibilidad del proyecto habitacional y negarse a responder por los daños causados.

José Santos Arias Chicas espera en España desde 2017 que se ejecute la orden de extradición en su contra para responder ante los tribunales hondureños.

El alcalde Tito Asfura, también conocido como «Papi a la Orden», expresión que salió de forma improvisada al cierre de un anuncio de radio, ha invertido su tiempo como alcalde en las construcción de infraestructura de cemento en la ciudad. Muchos críticos le reclaman que ha olvidado la dificultad del acceso al agua en la mayoría de colonias de Tegucigalpa y Comayagüela, y es ese, quizás el tema más urgente que requiere de una respuesta inmediata por parte de las autoridades. Él responde con la promesa de construcción de varias represas.

Muchas de las obras de concreto construidas por el alcalde, aunque son atractivas, no tienen la funcionalidad que deberían, según algunos expertos que critican su administración y afirman que «se tiende a construir túneles espaciosos y en la parte superior accesos angostos que provocan congestionamiento vehicular».

El carisma y la sencillez de un hombre de pocas letras continúa emocionado a los capitalinos, que lo mantienen con altos índices de aprobación pese a las muchas críticas por el tráfico, la tala de árboles y la falta de agua en la ciudad. Muchos no dudarán en votar por él.

Nasry Tito Asfura aún no ha respondido si aceptará o no la pre candidatura que le ofrece una corriente interna del nacionalismo. Si lo hace, quedará evidenciada la falta de piezas políticas de su institución política, que lo mandará a enfrentar el descrédito del Partido Nacional luego de 12 años de gobierno y muchos escándalos de corrupción y narcotráfico, arriesgándose a perder no solo la presidencia sino la alcaldía municipal, un cargo que tiene, con 70% de aceptación, aún, «como en el banco».

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