Sobre la encuesta de Cid Gallup

ALG25 septiembre, 2017

La firma encuestadora Cid Gallup hizo público el resultado de la encuesta correspondiente al mes de septiembre. El resultado, guste o no guste, debe servir como un termómetro para medir el éxito de la estrategia de campaña de cada candidato que busca lograr la presidencia de la República.

Hay 3 candidatos, Juan Orlando Hernández, que por primera vez en 80 años busca alcanzar la reelección presidencial, rompiendo el cerco constitucional impuesto a los políticos luego de la dictadura de Tiburcio Carías Andino que finalizó en 1949; Salvador Nasralla, el veterano presentador de televisión que saltó de la farándula a la política como un outsider en las elecciones de 2013 y quien a través de su Alianza con el expresidente Manuel Zelaya busca oponerse a la «dictadura» del Partido Nacional y Luis Zelaya, el desconocido académico del Partido Liberal que saltó a la arena política adversando a los tiburones de su propio partido.

Cada uno de los candidato ha tenido que enfrentar sus propios retos, algunos, como el presidente Hernández, con mejor éxito a la hora de controlar las fuerzas internas de su partido; a diferencia de Luis Zelaya que apenas comienza a dibujar el liderazgo necesario para controlar fuerzas tan dispares como el micheletismo y el florismo; o el polémico Nasralla, que luego de haber entregado su partido quedó a merced de las estructuras de Libre y por lo tanto, de Manuel Zelaya.

El resultado o fracaso de la estrategia para enfrentar a los poderes internos de cada fuerza electoral se traducen directamente en un aumento o reducción de los números en las encuestas.

Los números de esta encuesta no sorprenden. Juan Orlando Hernandez presenta una modesta mejoría en el porcentaje de aprobación en el último año, pasando de 49% a 53%, apenas poco más de la mitad de la población, según la encuesta de Cid Gallup, pero suficiente para mantener la maquinaria necesaria para ganar el próximo proceso electoral.

La percepción del éxito de su administración para el país sin embargo presenta una mejoría sustancial, pasando de un 30% hace doce meses, a un 45% en la actualidad. Las acciones tomadas por la administración Hernández para mejorar la percepción de seguridad y economía en la población han tenido ciertos resultado, suficiente para que ahora casi la mitad de la población del país crea que Honduras estará mejor en 2018, de lo que estaba en 2014.

Llama la atención como Juan Orlando, siendo un candidato con apenas un 53% de aprobación de su gestión tiene en la actualidad una imagen favorable de 61%, eso incluye el 38% que se identifica como nacionalista, más un 23% que viene de otros partidos. Este resultado, si bien no indican en la actualidad que votarán por el candidato presidente(solo un 37% de los encuestados dijo que votaría por Hernández en las elecciones generales), podrían traducirse en votos, pues esa población podría estar dispuesta a hacerlo bajo las circunstancias apropiadas. Los números del Partido Nacional, siguen siendo los mismos desde hace cuatro años, representando un 38% de la población votante. No parece crecer, ni decrecer.

Fuente Encuesta Did Gallup
Fuente Encuesta Did Gallup

Los analistas liberales celebran el crecimiento en los porcentajes de aceptación del candidato Luis Zelaya, argumentando que hace un año era un desconocido y ahora cuenta con 17% en la voluntad de voto en la encuesta de Cid Gallup, otras encuestas de uso interno, alegan los estrategas liberales, lo colocan un poco más arriba a ese porcentaje, desconocemos esa encuesta y por lo tanto no podemos referirnos a ella. Su nivel de aprobación es de 44% y desaprobación es de 29%.

Distinto es al la imagen del propio Partido Liberal que cuenta con un 22% de población y se ha mantenido allí pese a la crisis que el partido mantuvo en el pasado cercano. Eso podemos interpretarlo, como el resultado del trabajo de las alcaldías en todo el país, pues entre 22% que se define liberal y el 17% que votaría por Luis Zelaya hay 5% de diferencia.

Salvador Nasralla sigue siendo el caso más interesante, pues sus muchos desaciertos —explotados por una prensa que no lo quiere— le han llevado a tener una imagen desfavorable de 43%, mayor a la favorable (37%), con una opción de voto de 22%, 15% abajo de JOH.

La prensa no le ayuda a Salvador, y más que una sofisticada estrategia de la dictadura para entorpecer el proceso revolucionario del socialista Nasralla, se debe a su polémica relación con los colegas de los medios, a quienes el ingeniero nunca logró ver como iguales y hoy no le ayudan.

Su empeño en posicionar a los candidatos del fracturado PAC como los candidatos de la Alianza a costa de las candidaturas de Libre (quien controla las concentraciones, porque diputados de los «auténticos PAC» no se preocuparon por conformar estructuras en 3 años en el congreso) continúa pasando factura a la Alianza. Salvador Nasralla decidió dividir la plancha para meter sus candidatos en el PINU-SD, esperando que su imagen irradie en las papeletas a diputado llevando él su propia bancada leal a su proyecto. Allí surgió el primer gran error de estrategia. Los militantes disciplinados de Libre votarán por Salvador Nasralla, porque es línea del partido, pero poco o nada harán por convencer nuevos votantes. Salvador se ve sumergido en un esfuerzo por «enamorar» al voto duro de Libre mientras intenta que «sus candidatos» sean los electos por el pueblo. Un esfuerzo casi imposible.

A 60 días para las elecciones generales, el resultado está igual a como estaba hace un año. Juan Orlando Hernández cuenta con su voto duro que está dispuesto a darlo todo en el proceso, una cómoda ventaja de 15% sobre su más cercano contrincante que le permite un margen de maniobra que los demás candidatos carecen.

Históricamente el Partido Nacional y Liberal fueron partidos con un porcentaje similar de militancia. Cuando uno ganaba, era por un pequeño margen de votantes que fluctuaban entre los dos partidos. Hoy hay tres partidos, pero los números siguen igual. Sumados el Partido Liberal y la Alianza de Oposición alcanzan un 39%, suficiente para poner el proyecto de reelección en el cesto de los proyectos fracasados. Solo unidas esas dos fuerzas podrán ganar al Partido Nacional. Pero eso no sucederá, a lo menos no por ahora.

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