ROBERTO CARLOS PÉREZ: ¿Cuántos escritores no quedaron sepultados por la fama de Homero y Sófocles?

ALG9 diciembre, 2016

Roberto Carlos Pérez (1976), músico de profesión, escritor y sobre todo estudioso de los textos clásicos, es sin lugar a duda uno de los autores más importantes de la región centroamericana. Su libro de cuentos Alrededor de la medianoche y otros relatos de vértigo en la Historia, constituye en la actualidad uno de los textos de referencia de la literatura de la región. El crítico nicaragüense Jorge Eduardo Arellano dijo en relación al libro de Pérez «es un libro revelador e impactante. Revelador porque contiene una nueva voz y una nueva conciencia, confirmatorias de la vocación narrativa de su autor. E impactante porque no es si no una antología del desgarro. En efecto, como declara su autor, un mundo gris, irracional y monstruoso es el que ha vivido y lo comunica en su prosa limpia, diáfana, expresiva. Es decir: no hay palabra superflua en sus relatos; todas se articulan armónicamente siguiendo el ritmo estructural de cada uno».

Pero es sobre todo en sus ensayos, en donde Roberto Carlos nos comparte sus universos: Nicaragua frente a Estados Unidos; la Música frente a las Letras; el rigor y la dulzura de los textos clásicos frente a lo apocalíptico y volátil del pensamiento contemporáneo. Desde El Pulso tenemos el honor de compartir esta pequeña entrevista con uno de esos autores raros en la literatura contemporánea, por su rigor y su sensibilidad humana.

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Cada escritor lleva un proceso particular a la hora de definir su oficio. Unos para escribir necesitan estar borrachos, otros deprimidos y hay quienes tienen un proceso más sistemático y disciplinado. En tu caso, ¿cuál es el proceso que toma para vos escribir un artículo, un ensayo o un cuento?

Escribir es un misterio. La única palabra que tenemos para definir tal misterio es «inspiración». Sin embargo, no existe una manera absoluta para explicar las razones que orillan a un ser humano a encerrarse para producir algo que, dolorosamente, no tiene uso práctico. Pienso en términos de pasión. Joaquín Pasos decía: «Pasión gozada es la pasión sufrida», y bajo esos términos me enfrento a la hoja en blanco. No hay nada glamoroso en la escritura, salvo la sensación de asfixia que produce tener una idea en el pecho que pide a gritos ser plasmada en papel y necesita ser expresada.

¿Qué tipo de historias te atraen y por qué?

Me haces esta pregunta y no puedo dejar de mencionar un libro maravilloso del historiador israelí Yuval Noah Harari: Sapiens, de animales a dioses. De todas las clases de humanos que existieron en la prehistoria, el homo sapiens es la que se impuso a otras especies, como el homo erectus o los neandertales. Todo fue parte de una guerra de espacio y sobrevivencia brutal. Somos, ¡cómo duele decirlo! la raza humana más violenta puesto que estamos aquí porque otros debieron perecer. No soy imán de historias tristes, pero la vida es así  y nada podemos hacer al respecto, sólo observar. Nacemos, padecemos y morimos. Al final sólo queda la sentencia cristiana: «polvo eres y en polvo te convertirás».

Has logrado ubicar tus textos en espacios muy prestigiosos, ¿cuál ha sido ese proceso? ¿Te ha costado mucho lograr ser publicado, por eHumanista, Repertorio Dariano, Círculo de poesía o Carátula, por ejemplo?

Mucho más al principio que ahora. Tengo la suerte de que casi todo lo que escribo y me parece aceptable es publicado. En ese aspecto me siento bendecido. Pero jamás escribo con la idea de ser publicado. Escribo porque algo me toca profundamente y porque la escritura es un proceso de crecimiento espiritual. Agradezco a todas las revistas que me han abierto las puertas y que  han creído en mis textos.

¿Cómo es tu relación con Nicaragua, estando mucho de tu búsqueda de cara a Centroamérica aunque tu vida esté hecha en Washington, DC?

Nicaragua fue mi cuna, no fue mi casa y tampoco será mi sepulcro. Los Estados Unidos me dio las condiciones para educarme y siempre agradeceré haber tenido esa oportunidad. La ley del ser humano no es emigrar, sino que tu país de origen te brinde todas las comodidades para no emprender el viaje doloroso hacia el exilio. Sin embargo, esas fueron las cartas de la baraja que me tocaron. Eso sí, todo lo que hago y haré será siempre en nombre de ese país que tanto adoro. Porque Nicaragua para mí es más que el caudillo de turno: es el lago, son las calles, la comida, los olores y esos atardeceres inolvidables de Granada.

¿Cómo llegas a Estados Unidos?

Por una guerra que se llevó entra las patas a más de cuarenta mil jóvenes. Soy hijo de la guerra. Ahora puedo decir sin dolor que las dos fechas más terribles para mí han sido 1979 y 1988. En la primera tenía dos años y medio, y  me tocó ver la muerte de cerca. Sé que muchos no lo creerán, pues suele ser imposible recordar la violencia que los niños perciben cuando tienen sólo dos años de edad. Pero las ejecuciones eran cosa de todos los días y eso el cerebro lo registra como letra en pergamino. La segunda fecha más dolorosa es cuando salí de Nicaragua en mayo de 1988.

¿Cómo ves la literatura hispana en Estados Unidos? ¿Existe comunicación entre los escritores latinos en Estados Unidos?

Vivimos en la era del ciberespacio, en la que se supone que deberíamos estar más comunicados. Sucede todo lo contrario. Si no eres una súper estrella tus libros quedarán encerrados en el círculo de amigos y conocidos. Mucho duele saber que hay tantos escritores talentosos que no conocen la gloria y la magia de ser leídos. Pero así también debió ser en el mundo antiguo. ¿Cuántos escritores no quedaron sepultados por la fama de Homero y Sófocles? La diferencia es que antes podías decir «soy escritor» y ser visto con admiración. Ahora lo aceptas entre azoramiento y vergüenza porque lo primero que te preguntan es: «¿De qué comes»?

¿Cómo ves la literatura en Centroamérica?

Con mucho entusiasmo. Por supuesto no he leído toda la literatura centroamericana, pero noto que existe un gran interés por reconocer nuestro presente y contarlo. Cada día surgen nuevos nombres y lo que antes era considerado el espacio de la periferia, hoy se está convirtiendo en un centro carismático. De eso se están enterando las grandes editoriales. Buen ejemplo de ello son Francisco Ruiz Udiel, Carlos Fonseca y Horacio Castellanos Moya.

¿Por qué escogiste escribir en español y no en inglés?

De adolescente leí mucho a Steinbeck y lo imitaba, pero detrás de la cortina el maestro me decía: «No, tienes que escribir en tu idioma». El español es la lengua de mi corazón.

¿Quiénes son tus mentores? ¿Cómo ha sido tu relación con ellos?

He tenido la dicha de tener grandes maestros. Imposible no mencionar a la pionera de los estudios de la novela nicaragüense, Amelia Mondragón, a José Emilio Pacheco, a Jorge Eduardo Arellano, a Hernán Sánchez Martínez de Pinillos y a Carmen Benito-Vessels, a quienes tanto les debo. Sin ellos, nada hubiese sido posible.

¿Qué autor contemporáneo aprecias?

Me aterran las listas, pues la memoria es frágil y más de uno se queda fuera del saco. Obligado a responderte, el nombre de Francisco Ruiz Udiel salta a la vista. Ya no está con nosotros, pero aparte de ser un gran poeta, fue un visionario. Todos los escritores nicaragüenses de nuestra generación le debemos algo, o mucho.

Nicaragua. ¿Cómo ves la situación de Nicaragua desde Estados Unidos? ¿Cómo crees que sea la relación Trump-Ortega en este próximo período?

La veo muy mal, y no es por pesimismo sino porque los hechos prueban que en nuestra historia el caudillo de turno supera en maldad y avaricia al anterior. Quienes vivieron la dictadura somocista jamás pensaron que iba a ser superada. Ortega y Murillo nos están dando grandes lecciones de cómo administrar un país como negocio propio. Me pregunto si Trump no estará en ese mismo camino. Sólo espero que el siempre controversial presidente electo no haga tanto daño aquí como los políticos demagógicos han hecho en Latinoamérica.

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Roberto Carlos Pérez (Granada, Nicaragua, 1976). Autor del libro de cuentos Alrededor de la medianoche y otros relatos de vértigo en la historia (2012 y 2016) y editor del libro de ensayos en homenaje al poeta mexicano José Emilio Pacheco: José Emilio Pacheco en Maryland (1985 – 2007) y de la novela modernista El vampiro (1910), del poeta y narrador hondureño Froylán Turcios. Ha publicado cuentos y ensayos críticos para revistas nacionales e internacionales como  eHumanista, revista especializada en temas cervantinos y medievales, Carátula, revista cultural centroamericana, Círculo de poesía, revista electrónica de literatura El Hilo Azul, revista literaria del Centro Nicaragüense de Escritores, Lengua, revista de la Academia Nicaragüense de la Lengua, Repertorio Dariano, La Zebra, revista de letras y artes, El pulso, periódico de investigación, Alastor y El Sol News, periódico de noticias de Nueva York, entre otros. Ha sido incluido en las antologías Flores de la trinchera. Muestra de la nueva narrativa nicaragüense  (2012) y Un espejo roto (2014). Su cuento «Francisco el Guerrillero» fue traducido al alemán y apareció en la antología Zwischen Süd und Nord: Neue Erzähler aus Mittelamerika (2014). Estudió en la escuela de bellas artes Duke Ellington School of Arts y se licenció en música clásica por Howard University. Investigador de la obra de Rubén Darío (ha participado en festivales y homenajes y ha publicado diversos ensayos dedicados a preservar la memoria del poeta nicaragüense), es máster en literatura Medieval y de los Siglos de Oro por la Universidad de Maryland.

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