QUÉ DIGAN QUE VIVÍ EN LOS TIEMPOS DE FIDEL

EGO26 noviembre, 2016

Por Albany Flores


Fidel ha muerto. Lo ha hecho como un último y consumado hecho de rebeldía, una rebeldía tan justificable como lo fue su propia vida. Su figura marcó para la historia la segunda mitad del siglo XX latinoamericano, y vivirá en la memoria y en la esperanza de los pueblos del mundo que buscan su liberación. Fidel, “el último revolucionario”, ha terminado, ahora es el tiempo de la historia, que a fin de cuentas será quién determine si lo absolverá, o no.

El anuncio de su muerte lo ha dado su hermano y segundo al mando de la Revolución, Raúl Castro Ruz, quien en declaraciones para la prensa cubana, dijo:

«Con profundo dolor comparezco para informarle a nuestro pueblo, a los amigos de nuestra América y del mundo que hoy, 25 de noviembre del 2016, a las 10:29 hora de la noche falleció el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, Fidel castro Ruz».

Como era de esperarse, Fidel murió a su modo.

FILE - In this June 14, 1961 file photo, Prime Minister Fidel Castro holds a cigar during a news conference in Havana, Cuba. For over half a century, the U.S. government tried many schemes to overthrow the Castro regime: poisonous cigars, an exploding seashell, the secret Twitter-like service in Cuba. U.S. President Barack Obama said Wednesday, Dec. 17, 2014 the United States will re-establish diplomatic ties with Cuba and bring change to the longstanding trade embargo. But it was unclear if all secret operations would cease. (AP Photo/RHS)
June 14, 1961 file photo,  Fidel Castro holds a cigar during a news conference in Havana, Cuba.  (AP Photo/RHS)

La noticia de su deceso se da en un contexto marcado por la división de los pueblos del Continente: la crisis en Venezuela, el golpe de Estado en Brasil, la violencia de Centroamérica y México, el triunfo de Trump, “el peligro migrante”, la amenaza del retroceso en los acuerdos con Obama y la continuidad del bloqueo, etc. Ahora, con el nuevo panorama que la muerte del comandante ha traído consigo, se marca el fin de un mandato que sólo ha sido superado, en tiempo, por Neferkara Pepy, el faraón de la Vi dinastía, que gobernó a su pueblo durante 90 años (2255-2165 a. C).

Fidel Castro fue el hombre, que junto a un ejército de hombres cubanos, luchó por la emancipación de Cuba del dominio absoluto que ejercían en la isla los Estrado Unidos, desde que en el último respiro del siglo XIX, la potencia norteamericana entró en guerra con la Corona española por el control del territorio. De ese modo, la etapa de las Independencias hispanoamericanas que había comenzado en el Caribe con la proclamación de la Independencia haitiana de 1804, se cerró con la emancipación del pueblo cubano de la Corona española en 1898.

Desde entonces, la isla entró en el dominio económico, político y casi cultural de los Estados Unidos.

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Entonces, ¿cómo es que la nación que más tiempo se acomodó al seno protector de la Corona, y que luego se protegió en el ala de los Estado Unidos, se convirtió en la pequeña nación caribeña que le plantó una revolución a la nueva primera potencia económica e industrial del planeta?

Era el tiempo de la Guerra Fría, y el mundo —Excepto USA y URSS— se enfrentaban en guerras civiles, guerras sucias y guerras de baja intensidad. Desde finales de la década de 1940, Latinoamérica había entrado en una etapa de violencia provocada por las dictaduras. El asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en Colombia en 1948, o de los líderes comunistas centroamericanos como Juan Pablo Wainwright, eran un viso claro de lo que la segunda mitad del siglo XX traería.

A comienzos de la década de 1950 el pueblo cubano entró en rebeldía contra el régimen de Fulgencio Batista. Los líderes del Ejército Guerrillero —comandado entonces por Castro, Guevara, Cienfuegos, etc.—,  le declaró la guerra hasta la rendición. No obstante, la Revolución cubana consumada en 1959, que significó la caída de Batista, la expulsión de los estadounidenses y su influencia, además de la anexión a las políticas de la URSS, ha sido un proceso en permanente construcción hasta el día de hoy.

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La consumación de la Revolución, así como su permanente construcción, no se ha debido sólo a Fidel Castro, sino, sobre todo, a los miles de hombres y mujeres que hicieron posible el acto de rebeldía más icónico de la sociedad occidental del siglo XX.

Cuba es hoy día una de las sociedades más equitativas del mundo, con grandes avances en la medicina, educación, ciencia, bienestar social, y un sin número de logros que no pueden obviarse, por más que en el fondo se piense que el gran mérito de Fidel y del Che, fue haber logrado la liberación de Cuba, pero que el gran error de Fidel fue haber permanecido durante tanto tiempo en el poder de una nación que merecía, con el tiempo, nuevos escenarios, nuevas narrativas y nuevas formas de vida.

La Revolución cubana fue un acto encomiable y ejemplar, la dictadura no. Aun así, nadie podrá negar que Fidel castro ha sido la figura política más importante de la historia del continente americano, por encima de cualquier gran líder del pasado, incluidos muchos de los intocables padres de la patria de nuestros países.

Tampoco significa que la grandeza de Cuba como nación haya iniciado con la revolución, Cuba fue desde siempre una nación rebelde en sus causas, como lo demuestran los hechos históricos de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, documentados en la historia, y fascinantemente narrados en la pluma y la imaginación de las novelas y poemas de cubanos formidables como José Lezama Lima, Nicolás Guillén o Alejo Carpentier.

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El legado de Fidel será el de todo gran hombre; enseñar a los hombres y mujeres de la tierra que toda lucha es posible, y que toda victoria es apenas el inicio de una batalla que más larga que cualquier otra: la lucha por sobrevivir, por construir, por permanecer y prevalecer. En todo caso, según lo planteaba Faulkner, la lucha principal de todo hombre es siempre prevalecer, para sobrevivir.

La revolución Cubana que inspiró innúmeros actos revolucionarios en el mundo, que hizo florecer la esperanza de libertad y el sentimiento nacional de diversas naciones del mundo, ha visto ayer, 25 de noviembre del 2016, caer vencido a su máximo líder, únicamente vencido por un tiempo inmortal que todo se lleva, a la vez que se pregunta qué pasará desde ahora.

En su artículo “Cuba de cabo a rabo”, publicado por Alternativa, n°5, en agosto de 1975, su cómplice de aventuras y avatares, Gabriel García Márquez, escribió lo siguiente sobre la situación de Cuba:

«La cruda verdad, señoras y señores, es que en la Cuba de hoy no hay un solo desempleado, ni un niño sin escuela, ni un solo ser humano sin zapatos, sin vivienda y sin sus tres comidas al día, ni hay mendigos ni analfabetas, ni nadie de cualquier edad que no disponga de educación gratuita a cualquier nivel, ni nadie que no disponga de asistencia médica oportuna y gratuita a cualquier nivel, ni hay un solo caso de paludismo, tétanos, poliomielitis o viruela, y no hay prostitución, ni vagancia, ni raterismo, ni privilegios individuales, ni represión policial, ni discriminación de ninguna índole por ningún motivo, ni nadie que no tenga la posibilidad de entrar donde entran todos, o de ver una película o cualquier otro espectáculo deportivo o artístico, ni hay nadie que no tenga la posibilidad inmediata de hacer valer estos derechos mediante mecanismos de protesta y reclamo que llegan sin tropiezo hasta donde tienen que llegar, inclusive a los niveles de la dirección del Estado[1]».

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Si salvamos la distancia y los hechos ocurridos desde entonces, podemos afirmar que sin duda Cuba sigue conservando mucho de esos atributos, así como también se despojó de muchos de ellos —vitales para conservar el proyecto y el poder—, como la no tolerancia y la erradicación de la oposición, la preponderancia del partido único, la inexistencia de la rotación del poder y el ejercicio democrático, la crisis permanente de la economía —provocada por el bloqueo económico impuesto por USA—, los presos políticos de Guantánamo, y otro largo etcétera.

La situación de la isla hoy día es otra muy distinta, en un contexto mundial en constante cambio, sobre todo por el triunfo de Donald Trump en los Estados Unidos, hecho que podría congelar las nuevas relaciones emprendidas en diciembre del 2014 por la administración de Obama con el gobierno de Raúl castro.

Fidel Castro, Prime Minister of Cuba, smokes a cigar during his meeting with two U.S. senators, the first to visit Castro's Cuba, in Havana, Cuba, Sept. 29, 1974. (AP Photo)
Fidel Castro, Prime Minister of Cuba, smokes a cigar during his meeting with two U.S. senators, the first to visit Castro’s Cuba, in Havana, Cuba, Sept. 29, 1974. (AP Photo)

Pese a todo, Fidel ha muerto como saben morir los grandes hombres que marcan una época para la posteridad, sin pedir permiso y en silencio. Si la historia lo absuelve, o no, está por verse, mientras tanto, Latinoamérica celebra la existencia —con sus yerros y aciertos— de uno de sus mejores hombres.

Qué digan que vivimos en tiempos de García Márquez, qué digan que vivimos en tiempos de Fidel.

Citas al pie. 

[1] También puede verse: Feliciano, Héctor (edición y compilación). Antología de textos periodísticos de Gabriel García Márquez “Gabo periodista”, tercera edición, FNPI, Bogotá, 2016, p. 399.

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