ONG Y FINANCIAMIENTO PRIVADO DE CAMPAÑAS ELECTORALES

EGO1 agosto, 2016

Por Arnaldo Hernández.

NEOLIBERALISMO

La idea que el Estado y la sociedad civil contrapuesto o incompatible vino con el neoliberalismo a finales del siglo xx, que identifica a la sociedad civil con un concepto de libre mercado muy libérrimo, según el Estado debe desentenderse de las obligaciones políticas que fue adquiriendo con el desarrollo de la economía y la ideas humanistas y de justicia social, priváselas, no inmiscuirse en las actividades que puedan producir ganancias económicas  y dejar que el libre mercado se encargue de resolver los problemas de la sociedad mediante las fórmulas de dinero y los intereses a los dueños del capital.

El Estado de bienestar devino estorbo y rémora para el neoliberalismo que despliega la retórica de satanización contra el Estado, ocultando que su guerra es contra lo público, lo que incumbe, beneficia o protege a todos o la mayoría, es la sociedad civil, sin producirle ganancias al capital.

De ahí que los regímenes neoliberales, lo primero que se privatiza es la educación, la salud y la seguridad y la asistencia sociales; después siguen otras esferas, como el patrimonio cultural e histórico, carreteras y parques de la via pública, en algunos lugares hasta el paisaje creado por la naturaleza.

En Estados Unidos se han creado empresas dedicadas a actividades militares, como el consorcio Blackwater (aguas negras en español) que se hizo famoso en Irak por los asesinatos y desapariciones que cometió, o aquella en la que trabajaba Edward Escoden para espiar a todo el mundo, solo que ahora les dicen «contratistas» porque el termino mercenarios es muy repudiado, no sirve para hacer negocios, y el imperialismo neoliberal los necesita.

Para ellos, el Estado debe congregarse a los propósitos originales que le dieron origen; reprimir y crear leyes para que los ricos —que son los que tienen el poder político—, puedan ser cada vez más ricos.

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Financiamiento de las campañas electorales

Uno de los peores efectos del neoliberalismo es la privatización de la política y de la democracia, que se realiza mediante el financiamiento de la campaña actorales y el cabildeo en los poderes del Estado; el legislativo, el ejecutivo y judicial.

El fenómeno no es nuevo, José Martí lo denunció como algo grave extendido en Washington D.C. en la segunda mitad del siglo XIX.

Hasta hace poco existían regulaciones que limitaban las donaciones para financiar campañas electorales que podían recibir quienes aspiraban a un cargo electivo, o las prohibían a funcionarios públicos, que son los que hacen las leyes y los presupuesto, o diseñan, aprueban y ejecutan las políticas y programas del gobierno.

Con esas normas se trataba de establecer parámetros de ética y honradez, eventualmente presentar transparencia y obstaculizar, aunque fuera con una hoja de parra, el soborno en la esfera del gobierno y la política.

En EE.UU. eso voló en pedazos. Los consorcios y los grandes capitalistas pueden movilizar ahora, con distintos ardides, todo el dinero que quieren para los candidatos que escojan.

En la carrera para la Casa Blanca en el 2008 se calcula que Obama recaudó setecientos setenta y ocho millones, setecientos sesenta y cuatro mil novecientos sesenta y dos dólares (778,764,962.00) y gastó setecientos sesenta millones, trescientos setenta mil ciento noventa y cinco dólares (760,370,195.00); pero en el 2012 el costo de total de la reelección fue de mil ciento siete millones de dólares (1,107,000,000). Las últimas elecciones legislativas celebradas el año pasado, en las que disputó sólo un tercio de los puestos, tuvieron un costo total de tres mil setecientos sesenta y nueve millones,  seiscientos cincuenta y dos mil, novecientos noventa y nueve (3,769,652,999), que incluye lo que gastaron los aspirantes a representantes a la cámara: ochocientos ochenta y ocho millones, ciento veintiséis mil (888,126,000), más los desembolsado por los que querían ser senadores, otros seiscientos sesenta y cinco millones, setecientos cuarenta mil, ochocientos dieciocho (665,740,818) más otros gastos de la maquinaria política.

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En el estado de la Florida, el que tenemos más cerca (escribe Armando Hernández refiriéndose a cuba) y donde vive la mayoría de nuestros emigrantes, cada uno de los ocho candidatos postulados por el partido republicano promedió un costo de campaña calculado en un millón ochocientos diez mil novecientos cuarenta y nueve dólares (1,810,949) y los siete demócratas dos millones doscientos cuarenta y dos mil cuatrocientos cuarenta y ocho dólares (2,242,448). El cargo de gobernador costo más de cien millones.

Son datos muy interesantes para los estudiosos de la sociedad civil; los donantes decisivos de la campaña electoral del 2014 fueron 31,976 ciudadanos, el uno por ciento los Norteamericanos que aportaron 1,180 millones, el 29% de lo recaudado por los candidatos. Esta realidad obliga al sistema (no solamente en EE. UU.) a favorecer el abstencionismo y el desinterés de los pueblos a los procesos electorales.

Han concluido las dos convenciones, y se sabe quiénes van hacia la casa blanca, la pregunta es, ¿cuánto costara esta campaña con el magnate a la cabeza de los Republicanos?, sólo se sabe que a este momentos los que ponen dinero, la mayoría, esta hacia Hillary Clinton. ¿Cuál será la participación del resto de la sociedad civil? Seria incesante estudiar también el comportamiento de la ley de la oferta y demanda, con todo su impacto especulativo en un proceso como éste.

Realmente una campaña electoral cuesta dinero, porque el candidato se convierte en una mercancía que para realizarse necesita darse a conocer y conquistar consumidores, rectifico: electores. Eso supone publicidad de todo tipo, digo propaganda (impresa radial, televisiva, medios digitales, especialistas, personal trabajando a tiempo completo etcétera). Es tanto dinero que no hay un capital personal que lo asuma y hacen falta «donantes» que apoyen o inviertan, lo cual crea compromisos y el candidato elegido debe honrarlos, según haya sido el aporte de la donación o la inversión.

ARCHIVO - En esta fotografía de archivo del 6 de mayo de 2016, el precandidato presidencial republicano Donald Trump observa su foto en la portada de una revista mientras firma autógrafos durante un mitin en Eugene, Oregon. Uno de los delegados de Virginia para la Convención Nacional Republicana interpuso el viernes 24 de junio de 2016 una demanda federal con el fin de evitar votar por el virtual candidato presidencial Donald Trump durante la reunión partidista del mes próximo. (AP Foto/Ted S. Warren/Archivo)
ARCHIVO – En esta fotografía de archivo del 6 de mayo de 2016, el precandidato presidencial republicano Donald Trump observa su foto en la portada de una revista mientras firma autógrafos durante un mitin en Eugene, Oregon. (AP Foto/Ted S. Warren/Archivo)

El procedimiento se ha extendido entre los países. Y poco a poco, tratando que sea socialmente aceptable el financiamiento de gobiernos «consorcios extranjeros» con el cuento de donaciones de la sociedad civil. Esto es lo que las leyes norteamericanas denominan «agente pagado de potencia extranjera» lo cual es una injerencia en soberanía de cualquier Estado. Pero ya no lo dicen así, a menos que sea contra ellos. Eso estando en todo el mundo; los consorcios comprando políticos en sus países y fuera de sus países.

En resumen, los hechos y los principios, incluidos los de la democracia, se convierten en mercancías y se accede a ellos si se tiene dinero para comprarlos.

Lo que no tengan dinero no van a tener derecho y van a tener que contentarse con la contemplación que le ofrecen los consorcios mediáticos que, como animales carroñeros, se dedican a devorar conciencias y hacer creer que eso esta bien, y que oponerse es como violar los derechos humano de los mas ricos dueños del poder político, y de los medios masivos de divulgación y comunicación.

En esto los medios de prensa privados tienen la función de contribuir al abstencionismo electoral tan elevado que se observa en la mayoría de los países capitalistas, donde muchos no se sienten identificados, con su sistema político, o incluso lo rechazan por corrupción imperante. Otros simplemente se desconectan de la sociedad en que viven apelando a la oferta de los consorcios de TV satelital o internet, sin darse cuenta del individualismo, la idealización, y el amedrentamiento vestidos de entrenamiento que les instalan en la conciencia por esas vías.

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Privatización de la colaboración de la ONG.

La colaboración económica que se ejercía entre los Estados también se ha privatizado, en un proceso que comenzó en la década de los 80 del siglo XX. Los países ricos de hoy,  logran la riqueza mediante la explotación del sistema colonial y semi colonial en América Latina, África, Asia y Oceanía. Desconocen a los gobiernos de las naciones receptoras y canalizan la colaboración para el desarrollo a través de las ONG, que se encargan de desarrollar los proyectos de colaboración con entes no gubernamentales de los países beneficiarios.

Estos gobiernos les dan dinero o recursos a algunas de sus ONG, para que lo empleen en proyectos de colaboración, donación en regiones o lugares u países determinados, siempre con la intencionalidad correspondiente. A su vez, estas ONG, se quedan con una parte del capital para beneficiar su financiamiento institucional. La remuneración de personal (salarios vacaciones, seguro médico. Etcétera) y el propio ejercicio de colaboración, (pasajes, viáticos entre otros ).

A veces el dinero lo aporta un consorcio o una persona acaudalada que lo deduce de sus impuestos. Esta supuesta obra caritativa se realiza con un dinero que de todas formas había que entregarlo al sistema tributario, pero en vez de concederlo para beneficio  de toda la sociedad en su país, lo destina a algo que es de su interés particular y a la larga beneficia sus negocios, pero en otro país.

Esto no desconoce a muchísimas  personas que de buena fe, por filantropía o solidaridad, participan activamente en proyectos similares sin recibir remuneración y financian su humanismo con su pecunia personal, solo por la satisfacción de hacer el bien a aquellos que los consideran mas necesitados. Ellos son los mejores y merecen la admiración y el reconocimiento de todos.

La anarquía que caracteriza al mercado, las desigualdades e injusticias que le acompañan y afectan a la mayoría, aumentan la irritación que evoluciona a la protesta y después a la rebeldía de los pueblos. Por eso requiere de sistemas de vigilancia y represión muy extendidos y profundos dentro de la sociedad, con legislaciones severas y cuerpos represivos poderosos.

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No importa apelar al procedimientos como el golpe de estado del general Pinochet contra el presidente Salvador Allende, en Chile, las juntas militares de Argentina, Brasil, Uruguay, en el cono Sur y más reciente aun los llamados «golpes suaves» contra el presidente Manuel Zelaya en Honduras, Lugo en el Paraguay; levantan fantasmas temibles como el terrorismo y el narcotráfico que aterrorizan a la gente y encubren políticas represivas e intervencionistas o satanizan procesos de profunda raíz popular, como la revolución Cubana, o los que se realizan en Venezuela, Bolivia, Ecuador, e incluso contra la presidenta Cristina Kisner, en la Argentina y Vilma Rusaf en Brasil, que no aspiran a un socialismo, sino un capitalismo dirigido a sus intereses nacionales y los segmentos mas vulnerables de sus países . Los documentos de Santa Fe 1 y 2, en los años 80 del siglo pasado se proyectaron desde entonces como soportes ideológicos de tales acusaciones.

urlPara apuntalarse han utilizado los consorcios mediáticos y la creación artística para instalar en la conciencia social la matriz de que el mercado y el capital todo lo pueden. No hay que pensar mucho, porque el mercado encuentra las soluciones, sin aclarar que las soluciones son para los dueños del mercado y el capital, y no son proposiciones sino imposiciones, lo tomas así, o te quedas sin resolver. Algunos ideólogos neoliberales en su fanatismo llegaron a creerse que el mercado podía más que dios.

Los éxitos del uno por ciento ocasionaron la crisis y los problemas que condujeron a las protestas de los estudiantes chilenos, los indignados españoles, las protestas por robo de las instituciones públicas en Honduras, los del 99 por ciento de los norteamericanos en  en «ocupeid Wall Street» y de los 43 jóvenes mexicanos asesinados en Ayotzinapa.

  

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