NUESTROS PRÓCERES

EGO19 septiembre, 2018

Por Óscar Esquivel

En estos momentos cruciales de lo fácil, de lo privado anteponiéndose a los bienes comunes, de proliferación de antivalores con promesas de glorias efímeras; en una Honduras de sálvese quien pueda y como pueda que convierte nuestros espacios en carnicerías humanas: lugares llenos de odios, ansiedad y egoísmos; en una sociedad en apariencia sin futuro, sin esperanza, el estudio de hombres y mujeres de nuestro país con sus virtudes y debilidades debe ser una constante en la vida privada y pública, ante tanto líder-dirigente redentor con auras de honestidad. Hombres y mujeres que son la historia misma de nuestro país, que forman la identidad catracha. No podemos permanecer de pie como nación si no hay raíz o es débil nuestra plataforma.

Los antivalores son la priorización de lo privado ante lo público, la acumulación de bienes en pocas manos, la preferencia de lo efímero ante lo realmente importante. Éstos degradan al ser humano y nos aniquilan como sociedad al volvernos vulnerables ante potencias extranjeras. Lempira, Cicumba, y Copan Galel defendieron desde sus diferentes regiones los bienes colectivos ante la invasión y saqueo de los españoles. Pelearon a muerte por el territorio, recursos, costumbres y creencias de sus pueblos ante la corona española. José Cecilio del Valle concibió la unidad latinoamericana que la convertiría en una
potencia, al estudiar y cuantificar la riqueza de nuestros territorios y su manera de administración más oportuna para nuestros pueblos. Dionisio de Herrera, de ideas liberales, fue el primer presidente de Honduras y formó parte del gobierno federal. Francisco Morazán luchó por la unidad de Centroamérica, al combatir las fuerzas conservadoras internas y externas, lo que resultó en su muerte en pos de tan noble ideal. José Trinidad Cabañas, quien siendo soldado peleó y demostró lealtad al proyecto de integración del istmo, llegó a ser presidente de Honduras, afirmando que no se trataba de fundar la república de algunos sino la república de todos. José Trinidad Reyes fundó lo que hoy conocemos como la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Clementina Suarez, Visitación Padilla, Juan Ramón Molina, Heliodoro Valle, Lucila Gamero, Froylan Turcios, Ramón Rosa,  Roberto Sosa, Julio Escoto: Hombres y mujeres en diferentes tiempos que han luchado por el bien colectivo desde sus diferentes espacios. Tantos hondureños de los que vale la pena imitar su ejemplo, que llegaron a renunciar a la vida misma y a su vida privada por la causa de las mayorías.

En tiempos modernos de antivalores, donde los pocos que han secuestrado el Estado pretenden impregnar masivamente –con la complicidad de todo un sistema– que todo está perdido, que todos son corruptos, que no hay historia del cual sentirse orgulloso, que no hay un pasado glorioso, que no hay identidad. En estos tiempos de vanidades, es preciso revivir el pensamiento y acción de hombres y mujeres que marcaron la alameda a seguir. En los años más recientes, nuestras próceres han sido Berta Cáceres y Margarita Murillo, que junto a cientos de compañeros hombres y mujeres han luchado por el bien común, pagando con la vida misma.

Ante tanto falso líder lleno de ambición, que no se diga que no se tienen ni se han tenido grandes figuras de hombres y mujeres que dignifican la especie humana. No permitamos que digan que todo está perdido, porque hoy mismo hay hombres y mujeres luchando por el bien de las mayorías empobrecidas.

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