Señores políticos: ¡respeten a la niñez hondureña!

Nos encontramos a pocos días de que arranque, oficialmente, la campaña política, pero en las redes sociales y concentraciones -las oficialistas disfrazadas de inauguraciones o eventos de apoyo social del gobierno; las de la oposición con la máscara de actividades que presumen evitar el constantemente anunciado fraude electoral; y las del Partido Liberal sin disfraz alguno-  las campañas se encuentran en todo su apogeo, sin que medie el mínimo sentido de la altura que requiere una candidatura a un cargo de elección popular. Dimes y diretes están a la orden del día, acusaciones lanzadas de uno a otro lado sin ningún sustento que sirva como prueba de las mismas y la tergiversación flagrante y sin límites de la información sigue siendo el modus operandi de las tres principales fuerzas políticas del país, a través de los medios y figuras afines a sus propósitos.

De sobra es sabido para muchos que la política es uno de esos ámbitos donde las lealtades cambian de período a período, donde no hay amigo ni enemigo permanente y donde las reglas, que en teoría nos permitirían, al menos, el desarrollo de una campaña que en vez de provocar guerras viscerales entre las familias hondureñas nos ayudara a estudiar la fibra moral y los cimientos ideológicos de cada uno de los que se postulan a representar el pueblo, son una y otra vez pisoteadas por quienes deberían ser sus guardianes.

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Imagen promocional del candidato Jorge Cálix, que reutiliza una fotografía promocional del candidato Juan Hernández para su propia campaña. Ninguno de los candidatos trata dignamente a la menor retratada.

 

Imagen promocional para redes sociales del candidato Juan Orlando Hernández en las que utiliza menores de edad. La publicidad está disfrazada de comunicación del estado.
Imagen promocional para redes sociales del candidato Juan Orlando Hernández en las que utiliza menores de edad. La publicidad está disfrazada de comunicación del estado.

Desde la entrada al nuevo milenio, en Honduras hemos visto un repunte en un método particular de hacerse presente en los medios: el culto a la personalidad. Caudillos de todos los colores e ideologías echan mano de este recurso: construirse como personajes evocados por símbolos apabullantemente simples, como un sombrero, un puño, un fogón, una consigna. Elementos esencialmente simples cuyo significado no existe de no ser por el líder. Vemos las redes inundadas de masas que repiten ciegamente frases que aparecen en afiches e imágenes de los medios, sin dar el mínimo de tiempo para reflexionar sobre lo que hay detrás de las mismas, o si su base es verdadera. El uso desmedido de call centers en las páginas de las figuras políticas actuales crea grandes burbujas de ideas afines, que convencen a los candidatos de la infalibilidad de sus acciones públicas y del tamaño de las masas que los apoyan. Los militantes caen en el espejismo del groupthink, evitando ver todo lo que no comulgue con la línea o las acciones de su partido y creyendo, por lo tanto, que las mayorías están con ellos.

Sin embargo, a pesar de las nuevas herramientas tecnológicas, los probados procedimientos de decenios de historia política siguen a la orden del día: giras, dádivas, pago por apoyo, coerción desde el poder y, lamentablemente, a pesar de que es contra la ley, el uso de menores en material promocional en la política.

El candidato Salvador Nasralla utiliza una menor para una imagen promocional de su campaña.
El candidato Salvador Nasralla utiliza una menor para una imagen promocional de su campaña.

 

El candidato liberal Luis Zelaya utliza una fotografía con un menor como imagen promocional de su campaña.
El candidato liberal Luis Zelaya utliza una fotografía con un menor como imagen promocional de su campaña.

La Ley Electoral y de las Organizaciones Políticas (LEOP), en el artículo 72 numeral 8, establece como prohibición a los partidos políticos, movimientos internos y sus alianzas: «Involucrar niños, niñas y adolescentes en la propaganda electoral y en las demás formas que contravengan las leyes y tratados internacionales sobre los derechos de la niñez, salvo cuando se trate de proyectar la imagen del grupo familiar de los candidatos.» La pena por infringir estas prohibiciones es una multa de 5 a 20 salarios mínimos. Lamentablemente,  la mayor parte de los candidatos sigue aprovechándose de la niñez hondureña para promorcionar su marca personal.

En la historia política de Honduras han habido flagrantes ejemplos del uso de niños para manipular voluntades adultas y dulcificar imágenes otrora distantes. Desde el «Si yo pudiera votar, votaría por el Gordito,» del candidato nacionalista y luego alcalde César Castellanos (QEPD), pasando por el «No lloren los niños de Honduras,» del gobierno liberal de Carlos Flores tras el paso del Huracán Mitch por el territorio hondureño, hasta llegar a «Por amor a nuestra patria,» interpretada por la sobrina de Manuel Zelaya y Xiomara Castro, en la gesta electoral de 2013.

Tweet promocional del candidato Juan Hernández utilizando imágenes de menores.
Tweet promocional del candidato Juan Hernández utilizando imágenes de menores.

 

Tweet del candidato Jorge Cálix, donde utiliza fotografías suyas y del candidato Juan Hernández con menores de edad.
Tweet del candidato Jorge Cálix, donde utiliza fotografías suyas y del candidato Juan Hernández con menores de edad.

La manipulación de utilizar menores en las campañas políticas es evidente: el candidato en cuestión se acerca a un sector vulnerable de la población, que no tiene posibilidad de ejercer el sufragio, que en la mayoría de los casos proviene de familias de bajos recursos y cuyo proceso formativo aún no ha culminado. Más allá de las implicaciones que los hechos anteriores arrojan, el uso de la imagen de un menor en medios masivos de comunicación es delicado, y sólo puede hacerse con el consentimiento escrito de sus padres de familia. ¿Es ético que candidatos de todos los niveles, armados con su maquinaria publicitaria, utilicen a nuestra niñez hondureña en sus campañas proselitistas? ¿Qué podemos esperar de candidatos que, conociendo la ley y teniendo todos los recursos disponibles para crear imágenes publicitarias, se aprovechan de aquellos que se encuentran en la posición más indefensa en nuestro país? ¿Qué lectura podemos dar a estos candidatos que usan a quienes no pueden darles el voto para beneficiarse de ellos?

Señores políticos, por favor, ¡respeten a nuestra niñez hondureña, al menos! Nos han acostumbrado a campañas vulgares, vacías de propuestas, llenas de los más abrumadores «jingles» que apenas son copias burdas de los éxitos del momento; nos han sometido a los más lamentables espectáculos en foros, concentraciones y mitines políticos; nos han sobrecargado de montañas de basura en forma de afiches, volantes y banderas, y lamentablemente como pueblo hemos aceptado todas estas cosas. Sin embargo, si tienen un ápice de honorabilidad en sus seres, hagan a Honduras el favor de no arrastrar a nuestros niños, que bastante sufren ya, al muladar que ustedes han hecho de la política vernácula. Dejen a los niños fuera de sus campañas políticas, y en cambio luchen, desde las posiciones que logren conquistar, por su bienestar.

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