Manuel Zelaya ¿Defensor de los pobres?

EGO13 agosto, 2017

Antes del golpe de estado, Presidente Manuel Zelaya quiso presentarse como el gran defensor de los pobres,  arguyendo que estaba en contra de la élite política y económica que siempre ha manipulado el sistema para favorecer a unos pocos y que en cambio, él sí quería escuchar la voz del pueblo, y cambiar la constitución para favorecer a los más pobres. Después del golpe de estado, a “Mel” lo han presentado como un mártir, a quien la élite  ha sacado del país porque  quería beneficiar a los pobres. Pero, la realidad de sus 3.5 años de gobierno es otra, son 3.5 años llenos de corrupción, improvisación, el manejo patético del dinero de la Estrategia para la Reducción de la Pobreza.  Por lo tanto, Zelaya lo debemos categorizar como enemigo de los pobres.

Estrategia de Reducción de la Pobreza (ERP)

En el 2006, Honduras logra un alivio de la deuda de $4 mil millones; esa cantidad es casi igual al PIB—todo lo que el país produce en un año—suficiente para contribuir a transformar nuestra patria, para rehacer el sistema de salud y educación o para empezar miles de microempresas y dar sistemas de riego a miles de campesinos.

Esos $4 mil millones son el resultado de 20 años de cumplir con el Fondo Monetario Internacional y sus planes de ajuste estructural. Honduras tuvo que devaluar su moneda, eliminar subsidios para los pobres, privatizar empresas estatales, etc.  Quienes más sufrían las consecuencias de esos cambios eran casi siempre los pobres. Veinte años de sufrir con la promesa de un alivio de la deuda sustancial y por fin se miraba la luz al final del túnel.

En el 2005, la administración Maduro y la sociedad civil empezaron a trabajar en documentos y planes de cómo invertir ese dinero que tanto esfuerzo costó; la única condición que ponía el FMI es que tenía que ser gastado según una “Estrategia de Reducción de la Pobreza” (ERP). A lo largo de ese año hubo reuniones en todo el país—se presentaron cientos de proyectos a nivel de municipalidades;  la sociedad civil trabajó por regiones y por ejes para presentar un plan completo; hubo muchas ideas—algunas buenísimas—y muchas expectativas, pero al final fue la nueva administración Zelaya en el 2006 que tendrá que tomar la decisión sobre cómo invertirlo. Su mesa estaba servida—excelentes ideas y planes de los mejores expertos en el país y el dinero para llevarlos a la práctica.

Pero, en  el segundo mes de la presidencia de Zelaya, los maestros—el gremio más fuerte del país—realizaron  una huelga exigiendo el cumplimiento de su estatuto. El gobierno de Zelaya no tenía presupuesto regular para cumplirlo, se hubieran tenido que hacer recortes  presupuestarios o luchar contra la corrupción para recoger el dinero  que se debía. La huelga se prolongaba por varios días y hubo violencia. La administración de Zelaya sabía dónde había dinero—en la ERP.  Entonces Zelaya prometió cumplir las exigencias de los maestros “sin sacrificar a nadie”—usando dinero de la ERP. La huelga terminó y al final, la administración Zelaya comprometió el 70% de los $4 mil millones para aumentos de los salarios a maestros y trabajadores de la salud, no para nuevos maestros ni nuevos médicos, sino aumentos para los mismos.  El otro 30% se fue en pequeños proyectos y bonos distribuidos en zonas rurales con fines más políticos que estratégicos .

Entonces, Zelaya, quien ahora se presenta como el defensor de los pobres, tuvo en sus manos la oportunidad de transformar la vida de millones de pobres—nuevos hospitales, nuevos colegios, computadoras, sistemas de riego, microempresas—pero al final el sacrificio de 20 años y de millones de pobres sólo beneficiaba a unos pocos y no transformaba nada. Eso nunca se debe perdonar.

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Salario Mínimo

El aumento al salario mínimo es uno de los pocos ejemplos de que Zelaya hizo algo a favor de los pobres—pero aun eso está manchado de improvisación e intereses políticos. Este aumento fue de L3, 500 a L5, 500—representa un aumento de 60 por ciento, y los empresarios sólo tuvieron 15 días para hacer las adaptaciones presupuestarias. Muchos sectores han dicho que el aumento en sí era necesario pero no están de acuerdo con la forma en que fue hecho.

Primero: Zelaya aprobó un aumento de 60% en el peor momento de una crisis económica global. Para diciembre de 2008, a nivel mundial, muchos bancos estaban en bancarrota y muchas empresas estaban decidiendo dónde cerrar operaciones para consolidar sus actividades y aminorar pérdidas. Un aumento de 60% en ese momento hizo que Honduras ahuyentara nuevas inversiones y otras empresas decidieron cortar y cerrar operaciones en Honduras.  Según el Consejo Hondureño de la Empresa Privada, con el aumento salarial, Honduras perdió 15,000 trabajos casi de un día al otro.

Segundo: En Honduras, un aumento del salario mínimo casi siempre es estudiado y consensuado entre la clase obrera y los empresarios; sólo si no se pueden poner de acuerdo, el Ejecutivo toma acciones. En este caso, la decisión de Zelaya no fue ni consultada, ni con los sindicatos, ni con los empresarios; ni los expertos, ni los economistas tuvieron tiempo de hacer un análisis para poderle sugerir formas de mejorar el impacto positivo y aminorar lo negativo.

Finalmente, en Honduras, varios profesionales tienen salarios paralelos al salario mínimo. Un profesor universitario o un médico puede ganar diez a veinte salarios mínimos; entonces, un aumento en el salario mínimo de L.2000 implica un aumento para estos profesionales de L.20,000 a L.40,000 de un solo. Para la Universidad Autónoma ese aumento salarial resultó  en el aumento de su presupuesto por L.800 millones, pero ni la universidad ni el país tenían cómo pagar esto, por lo cual el aumento al salario mínimo resultó en una huelga que cerró la UNAH por más de dos meses.

Por lo tanto, el aumento al salario mínimo por parte de la administración Zelaya es un ejemplo más de un hecho que pudo haber sido casi 100% positivo para los pobres, pero por la improvisación, las malas decisiones o decisiones tomadas con segunda intención, resultó en miles de trabajos perdidos, aumentos enormes para la clase media-alta y miles de universitarios que perdieron dos meses de clase.

Corrupción

Desde su campaña y su discurso en la toma de poder, Zelaya prometió ponerle fin a la corrupción y tener  el gobierno más transparente en la historia de Honduras, pero los hechos no fueron así.

Antes de ser presidente, Zelaya fue el director del Fondo Hondureña de Inversión Social (FHIS); en su administración, se “perdieron” $40 millones. La Procuraduría General le dio un reparo por enriquecimiento ilícito.  Zelaya logró evitar esta acusación pero nunca se supo quién se quedó con ese dinero.

La administración Zelaya tuvo muchos escándalos de corrupción—su Ministro de Salud fue acusado desde el primer mes de favorecer a ciertas droguerías, pero en vez de pedir una investigación, Zelaya lo que hizo fue defenderlo. Tal vez el peor escándalo o por lo menos el más comprobado es el de Hondutel , la empresa estatal de telefonía, en la cual Zelaya nombró a su amigo personal Marcelo Chimirri como gerente general, aunque éste  no tenía ninguna experiencia en el ramo. En un informe dado a conocer en el 2008 por el  Tribunal Superior de Cuentas (CSJ) se revelaron  casos de enriquecimiento ilícito y pérdidas millonarias sufridas en Hondutel  por los «call centers» fantasmas, autorizados por Chimirri. El TSC  aplicó un pliego de responsabilidad a Chimirri, por enriquecimiento ilícito por  22 millones de lempiras.

Además, la empresa de telecomunicaciones, Latin Node confesó (y fue sentenciada judicialmente en Miami)  haber pagado 1.09 millones de dólares en sobornos a ex funcionarios de Hondutel de la administración de Manuel Zelaya para lograr contratos de interconexión y rebaja de tarifas, incluyendo a Chimirri. En vez de pedir una investigación profunda del caso,  Zelaya mandó abogados del estado a Miami para defender a su amigo.

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Mal manejo del dinero público

También en su campaña, Zelaya prometió que él y su gabinete sólo usarían el bus como todos los pobres, pero al final, fue el presidente que más gastó en viajes oficiales en el avión presidencial,  en consultores no justificados y  peor todavía, en gastos millonarios personales.

En tres años,  Zelaya gastó más de L. 31 millones ($1.6 millón) viajando en el avión presidencial,  conocido como West Wind, con al menos 80 viajes contabilizados a septiembre de 2008. Esto lo denunció  el coordinador del Foro Social de la Deuda Externa de Honduras, FOSDEH, Mauricio Díaz.

Según un comunicado  presentado por El Tribunal Superior de Cuentas, Zelaya también gastó L. 79,911,218 ($4.2 millones) en consultores, L. 2,076,210 ($109,852) en gastos personales, y L. 30,527,523 ($1.6 millón) en gastos profesionales sin documentación; aunque este informe fue entregado por el gobierno de facto y por lo tanto es cuestionable, pero tampoco es increíble. Con todo este dinero utilizado solamente en gastos personales y profesionales no documentados, hubiera sido posible construir 1,970 casas.

Finalmente, la administración Zelaya nunca presentó un presupuesto para 2009 con el pretexto de la crisis mundial, a pesar de que todos los demás países centroamericanos sí aprobaron los suyos argumentando que la crisis demandaba ese documento de priorización de gastos. Mientras tanto, Zelaya usaba millones de los fondos públicos para financiar un periódico y una emisora televisiva oficialista, spots radiales, televisivos y demostraciones a favor del gobierno.

Las intenciones de la constituyente

El Presidente Zelaya comenzó un esfuerzo para reformar la Constitución en marzo, anunciando un referéndum para el domingo 28 de junio.  Zelaya usaba una retórica muy poderosa para argumentar la necesidad de una nueva constitución. El discurso de Zelaya era que él estaba a favor de los pobres, en contra de la élite corrupta, a favor de la participación y que quería escuchar la voz de los débiles. Esa retórica tocaba el resentimiento que las grandes mayorías tienen contra la élite que ha gobernado. Una muestra de su poder es que mucha gente le creía a pesar de que en sus tres años como presidente, sus actos decían lo opuesto.

Durante los siete meses que Zelaya estuvo promoviendo la Cuarta Urna , miembros de la iglesia , de la sociedad civil, y otros miembros del gobierno le pidieron clarificación acerca de qué quería lograr con una nueva Constitución. Sus dudas se centraban en si Zelaya quería quedarse en el poder modificando uno de los cuatro artículos de la constitución que no se pueden reformar y que precisamente no permiten la reelección. Esa duda parece más real sabiendo que 6 de los 9 miembros de los países miembros del  ALBA ya han cambiado, o están intentando  cambiar las constituciones para permitir reelecciones;  pero Zelaya nunca respondió a esas peticiones de la sociedad civil con ideas concretas, sino con ideas vagas de escuchar a los pobres. Por lo tanto, con este contexto nacional e internacional, es difícil creerle a Zelaya y sus simpatizantes que no tenían ninguna intención de quedarse en el poder.

Conclusión

En conclusión, era muy poderosa la retórica del gobierno de Zelaya—defensor de los pobres, participación de todos, que la élite manipula y corrompe el sistema. Su retórica era poderosa porque muchas de sus críticas al sistema eran ciertas y despertaba un resentimiento real en las mayorías. El único problema era que su retórica no encajaba con sus actuaciones. A pesar de su retórica de  amor para los pobres, fue él quien malgastó los $4 mil millones de los fondos ERP—con los cuales  hubiera podido transformar el sistema de  educación o salud. Fue él  quien no construyó viviendas, quien defendía a corruptos e improvisaba soluciones a los problemas más profundos del país. Es difícil creerle y más aun, protestar o dar la vida por un político así.

Texto original publicado en asjhonduras.com el 06 octubre 2009.

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