LA VISITA DE LUIS ALMAGRO Y LOS LOGROS DE LA MACCIH

El Secretario General de la OEA, Luis Almagro, visitó este martes y miércoles nuestro país para estar presente en varios actos oficiales, respaldados y promovidos por la MACCIH, que representan hitos del trabajo de la misión en el país. El primero de esos actos fue la sanción y promulgación, por parte del presidente Juan Orlando Hernández, de la Ley de Financiamiento, Fiscalización y Transparencia de los Partidos Políticos, mejor conocida como Ley de Política Limpia. Además estuvo presente en la suscripción del documento estratégico de combate contra la corrupción entre la Fiscalía General de la República y la MACCIH, y concluyó su visita con su asistencia a la presentación de los trece candidatos seleccionados para integrar el circuito anticorrupción como jueces independientes en la Corte Suprema de Justicia.

El Secretario General de la OEA, Luis Almagro, con el presidente Juan Orlando Hernández en Casa Presidencial.
El Secretario General de la OEA, Luis Almagro, con el presidente Juan Orlando Hernández en Casa Presidencial.

La visita de Almagro tenía como fin constatar los progresos hechos por la MACCIH, cuyo proyecto, según lo mencionado en el evento de presentación de los candidatos finalistas de la Corte Suprema de Justicia por el mismo Secretario General, es consolidar un sistema independiente de justicia anticorrupción en todos los niveles. Por ello, la MACCIH ha trabajado primero en el nivel de la creación de leyes, al consensuar la Ley de Política Limpia; luego, la MACCIH emprendió la creación de la jurisdicción anticorrupción en la Corte Suprema, para asegurar sentencias y castigos desligados de instrucciones políticas; y por último, la MACCIH ha trabajado con el Ministerio Público para crear una unidad especial de investigación, certificada y acompañada por la MACCIH, que se especialice en descubrir y documentar redes de corrupción en el país.

El Secretario General de la OEA, Luis Almagro, y el vocero de la MACCIH, Juan Jiménez Mayor, en reunión con la comitiva presidencial.
El Secretario General de la OEA, Luis Almagro, y el vocero de la MACCIH, Juan Jiménez Mayor, en reunión con la comitiva presidencial.

En todos los actos, los presidentes de todos los poderes del estado y el Fiscal General hicieron énfasis en el papel de la MACCIH para alcanzar las metas obtenidas en cada nivel. Además, cada anfitrión aprovechó para poner en relieve su gestión; en el caso del presidente Juan Orlando Hernández, resaltó el paquete de reformas al Código Penal que envió al Congreso Nacional, afirmó que Honduras estaba mejorando tanto en transparencia que pronto podría acceder nuevamente a la cuenta del milenio y destacó la solicitud que hiciera para la instalación de un Alto Comisionado de Derechos Humanos (al margen de declaraciones referentes al complejo penal de El Pozo en Santa Bárbara, donde dijo que el mundo debía reconsiderar el concepto de derechos humanos). En el caso del presidente del Congreso Nacional, Mauricio Oliva, éste acentuó la parte de mediación y consenso que realizó él mismo entre las bancadas para llegar, finalmente, a la aprobación, con poca oposición y con artículos suspendidos y reformas, de la Ley de Política Limpia. En lo que respecta al presidente de la Corte Suprema de Justicia, afirmó que el proceso para nombrar los secretarios receptores y demás auxiliares de la jurisdicción anticorrupción ya está avanzado, así como la modernización y el carácter público en los procesos de selección de jueces de ahora en adelante, y los esfuerzos en la erradicación de la mora judicial. Nadie mencionó, sin embargo, las reiteradas veces que tanto el presidente del Congreso Nacional como el presidente de la república le recordaron a la MACCIH que su labor era meramente de acompañamiento, en el marco de la elección de los magistrados del Tribunal Superior de Cuentas.

Sanción y promulgación oficial de la Ley de Política Limpia por el presidente Hernández.
Sanción y promulgación oficial de la Ley de Política Limpia por el presidente Hernández.

Ciertamente la MACCIH ha estado trabajando desde su llegada, y los tres hitos que se celebraron con la visita del Secretario General son necesarios para hacer de la gestión del estado algo transparente. Sin embargo, en palabras del Secretario General Luis Almagro, “La corrupción es un mal endémico de las instituciones.” Un mal endémico es, pues, un mal con su propia cultura, sus propios signos y, por supuesto, sus propios entendimientos. Representa todo un espectro, nutrido en pactos y negocios ancestrales en muchos casos, que sólo es posible percibir para quienes han convivido directamente con ese mal, sea como parte involucrada o como espectador informado. Es un elemento tan tenue a pesar su ubicuidad que quien no conozca las características únicas que posee se dejará llevar por lo que aparezca en la fachada.

El Fiscal General, Óscar Chinchilla, el presidente Juan Orlando Hernández y el Secretario General de la OEA, Luis Almagro
El Fiscal General, Óscar Chinchilla, el presidente Juan Orlando Hernández y el Secretario General de la OEA, Luis Almagro

Al gobierno de la república evidentemente le conviene realizar estos actos, más aún cuando están enmarcados en la visita de un personaje como el Secretario General Luis Almagro. De esta manera, validan nacional e internacionalmente su gestión y su planes a futuro, a pesar del descontento social. Sirven como plataforma para realizar sendos informes de lo que califican como logros, los que quedan legitimados por, en este caso, la OEA y la MACCIH ante el ojo público. Entre tanto, estos actos no constituyen un problema para quienes están involucrados en el matiz endémico de la corrupción: sabrán rodear sin problemas el nuevo protocolo.

Sin duda a la MACCIH le quedan muchos años, en los que una mirada prolongada le permita comenzar a recibir esas señales que todavía permanecen ocultas. Quizás en ese punto obtenga suficiente influencia para llevar a fruición proyectos fundamentales para la transparencia, como la derogación de la Ley de Secretividad del Estado. Ese es un trabajo a realizarse bajo una ardiente paciencia.

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