Por FERMÍN GRODIRA | magnet
La Edad Media en Europa comienza, según la convención historiográfica más extendida, en 476 con la caída del Imperio romano de Occidente y acaba en 1453 con la toma de Constantinopla por los otomanos y el fin de la Guerra de los Cien Años. Una época oscura de casi mil años de simple transición entre la Edad Antigua y la Edad Moderna (de ahí su nombre) marcada por el retroceso intelectual y cultural, la ignorancia, la superstición, el inmovilismo, la guerra, el hambre, las enfermedades y la subyugación de los siervos y las mujeres. O eso nos han contando.
Aunque esta sea la visión que a día de hoy aún predomina a nivel popular y el adjetivo medieval se usa con tono despectivo, los medievalistas llevan siglos batallando contra este mito hijo del humanismo y la Ilustración.
El origen de esta visión del Medievo como una época óscura y supersticiosa se debe a «una mezcla de fanatismo de la Ilustración, odio al papado del protestantismo, anticlericalismo francés y esnobismo clasicista», según el historiador y bloguero ateo Tim O’Neil. Merece una mención especial como propagador de la leyenda, debido a su enorme éxito, el libro Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano del historiador británico del siglo XIX Edward Gibbon.
La división tripartita de la Historia (Edad Antigua, Edad Media y Edad Moderna) fue establecida por los humanistas en el siglo XV.
«Por un lado estaba la Antigüedad, que ellos admiraban y les parecía maravillosa. Todo lo demás es despreciable, una etapa a la que no se le da ni nombre es el tiempo de la oscuridad, de las tinieblas. Es la Edad Media, nacida del prejuicio propio de un humanismo que solo reconoce elementos de civilización en la antigua cultura clásica. Esa visión, que es una visión propagandística, propia del Humanismo del siglo XV, nos la hemos creído y nos la seguimos creyendo hoy día», explica Carlos de Ayala, catedrático de Historia Medieval de la Universidad Autónoma de Madrid y vocal de Sociedad Española de Estudios Medievales.
Ciencia y tecnología: no tan estancados
Aunque a nivel popular se considera que la ciencia se estancó y fue perseguida por la Iglesia, en realidad la Edad Media puso las bases de la ciencia moderna con nombres como Alberto Magno (beatificado y canonizado), Roberto Grosseteste, Roger Bacon, John Peckham, Thomas Bradwardine, William Heytesbury, Richard Swineshead, John Dumbleton, Richard de Wallingford, Nicolás de Oresme, Jean Buridan, Nicolás de Cusa, Guillermo de Ockham y Walter Burley. Muchos de los anteriores, además de científicos y lógicos, eran miembros de órdenes religiosas mendicantes y seguidores de la escolástica.
«Roger Bacon es un franciscano inglés del siglo XIII y es el padre del empirismo, que es la base de la ciencia moderna. Toda la corriente de caracter filosófico nominalista que tiene sus orígenes en el siglo XI y en la figura de Abelardo, está en la base de esa metodología filosófica que en último término va a dar lugar a la ciencia moderna», desmitifica el catedrático Carlos de Ayala.
Entre los avances tecnológicos medievales destacan para el medievalista francés Jacques Le Goff en su libro Una larga Edad Media los progresos en la producción agrícola con el desarrollo de la rotación trienal de cultivos, que se tradujo en la obtención de dos cosechas al año y un aumento de la producción, y la introducción del arado de reja y vertedera. Esto, junto a una mayor extensión de la superficie cultivada, da lugar al «progreso más espectacular» de la Edad Media: el crecimiento demográfico.
En ese erial para el conocimiento que fue el Medievo también surgieron las primeras universidades como la de Bolonia, Oxford, Cambridge, La Sorbona de París y Salamanca.
En el siglo XII y XIII se empiezan a construir las grandes catedrales góticas (estilo considerado a posteriori como tenebroso pese a ser luminoso) como Nôtre Dame de París o la de Burgos, que «nacen esencialmente de desarrollos técnicos como la invención del crucero de ojiva y del arbotante», expone la medievalista francesa Régine Pernoud en su libro Para acabar con la Edad Media.
Otros grandes avances son la expansión y adopción de la pólvora, el papel y el molino de agua; así como la invención del molino de viento, la yunta de los bueyes, el reloj mecánico, la brújula, las gafas y el botón. En el ámbito militar destacan las monturas, las espuelas y los estribos, entre otros muchos hallazgos.
Los malentendidos casos de Galileo y Bruno
Vale. Y podrías pensar «¿y Galileo Galilei y Giordano Bruno qué?». Tanto el caso de Giordano Bruno (1548 – 1600) como el de Galileo Galilei (1564 – 1642) sucedieron en la Edad Moderna y ambos también están rodeados de mitos.
El supuesto mártir de la ciencia por el que se tiene al místico, filósofo, matemático y astrónomo Giordano Bruno, no fue condenado por sus teorías astronómicas sino teológicas: Bruno no creía en la Santísima Trinidad ni en la virginidad de María ni en la divinidad de Jesús. Eso, junto contra otras tesis heréticas, fue lo que le llevó a la hoguera y no defender el modelo copernicano.
Más mitos rodean la condena de la Inquisición a Galileo. Por un lado, Galileo no defendió que la Tierra fuese redonda porque era algo ya aceptado por los estudiosos medievales y la propia Iglesia. El mito surge en el siglo XIX como parte de una defensa del darwinismo frente a la sinrazón de los religiosos. Aunque sí fue condenado por su defensa del heliocentrismo, fue encarcelado en su casa por el resto de su vida y no quemado vivo como algunos creen.
Además de la represión contra Bruno y Galilei, abundan numerosos ejemplos de eventos calificados de medievales que ocurrieron realmente en la época del Renacimiento y los humanistas.
«La Inquisición que conocemos es moderna. Cuando realmente se produce el ajusticiamiento sistemático no va a ser tanto en la Edad Media, donde la Inquisición no está sometida todavía a los poderes políticos, como lo estará en época moderna, sino que está sometida a unas estructuras eclesiales que no tienen una capacidad de coerción más allá de la alianza que establecen con los poderes políticos. La Inquisición medieval es un juego de niños al lado de la moderna», aclara Carlos de Ayala.
La cruel e infausta Inquisición que hemos asociado al medievo nace, en realidad, como un instrumento del estado moderno
Y es que aunque la Inquisición episcopal nace en 1184 con una bula del papa Lucio III para acabar con la herejía cátara, institucionalizándose y centralizándose en el papa en 1231, la Inquisición «más popular y que nosotros conocemos no es medieval». La Inquisición española que, bajo mandato directo de los Reyes Católicos, se instaura a partir de 1484 es una nueva Inquisición «fruto de una nueva concepción de la vida política y anuncia lo que va a ser el Estado moderno», una Inquisición que no será abolida definitivamente hasta el año 1834, durante el reinado de Isabel II.
Algo similar ocurre en Portugal y Roma. La Inquisición portuguesa se establece en 1536, bien entrada la Edad Moderna, y no es abolida de forma definitiva hasta 1821, ya en la Edad Contemporánea. Por su parte, la Inquisición romana que condenó a Bruno y Galileo no toma forma hasta 1542 en el contexto de una Contrarreforma que busca acabar con la expansión del protestantismo.