LA DOCTORA CHRISTINE FORD Y EL MOVIMIENTO #MeToo

EGO3 octubre, 2018

Por: Mario Ramos

Aproximadamente hace un año ―en un intento por demostrar el constante y generalizado acoso y agresión sexual del cual son víctimas las mujeres, principalmente, en el lugar de trabajo― surgió como hashtag el movimiento #MeToo en contra del acoso y la agresión sexual, haciéndose viral en menos de 24 horas por medio de las redes sociales. Poco después tomó mayor fuerza cuando comenzaron las acusaciones en contra del productor de Hollywood Harvey Weinstein, y muchas celebridades como Alyssa Milano, Gwyneth Paltrow, Ashley Judd, Jennifer Lawrence y Uma Thurman, entre otras, comenzaron a utilizarlo y a popularizarlo no solo en Estados Unidos sino también en Latinoamérica y el mundo entero.

Este fenómeno se convirtió rápidamente en una especie de voz para las personas que han sufrido algún tipo de agresión sexual, empoderando a las víctimas a denunciar a sus agresores. Gracias a la confianza que provocó en las personas abusadas salió a la luz pública una sorprendente lista de celebridades, políticos y empresarios acusados de conductas sexuales inapropiadas, abusos y hasta violaciones. Uno de los casos más sonados fue el del famoso comediante Bill Cosby, a quien apenas hace unos días sentenciaron a prisión y como mínimo pasará tres años en la cárcel. No obstante, a pesar de la fuerza que cobró el movimiento #MeToo, las cosas podrían cambiar en los próximos días si el juez Brett Michael Kavanaugh llega a la Suprema Corte de Estados Unidos.

La nominación del Kavanaugh para integrar el más alto y distinguido puesto al que puede aspirar un juez en Estados Unidos provocó malestar desde que el presidente Donald Trump lo hiciera público. De inmediato los demócratas se opusieron puesto que Kavanaugh vendría a dar un giro a la más alta instancia judicial del país pasando a ser su quinto miembro evidentemente conservador. Solo unos días después, lo que parecía una oposición ideológica por parte del ala progresista del Partido Demócrata, dio un giro inesperado y se convirtió en un tema moral cuando salió a la luz pública una acusación en contra de Kavanaugh por una supuesta agresión sexual de hace 30 años, lo cual entorpeció el proceso de confirmación del nominado a la Suprema Corte.

En un desgarrador testimonio ante el Comité Judicial en el Senado, la supuesta víctima de 52 años, la doctora Christine Blasey Ford, quien posee múltiples títulos en psicología experimental y clínica de las mejores universidades estadounidenses relató cómo Kavanaugh y su amigo Mark Judge la atacaron en una casa donde se habían reunido varios amigos. La empujaron a una cama, abalanzándose sobre ella para tocarla e intentar quitarle la ropa. Ella temió que la fueran a violar y/o que la mataran. «Esto fue lo que más me ha aterrorizado y lo que me provocó el shock más perdurable de mi vida», dijo la doctora Ford, y añade que finalmente consiguió escapar de Kavanugh y Judge escondiéndose en un baño de la habitación donde la tenían retenida contra su voluntad. Cuando por fin estos salieron de la habitación, ella salió corriendo de la casa.

Las declaraciones de Christine Ford se dieron el mismo día que Brett Kavanaugh tuvo su audiencia ante el Comité Judicial en el Senado para ser confirmado. Esta audiencia, en palabras más sencillas, es básicamente como una entrevista de trabajo ante los senadores encargados de confirmar su nominación, cuya mayoría está compuesta por republicanos conservadores que parecían estar empeñados y apresurados en votar para que el candidato a la más alta instancia judicial del país fuera confirmado antes de que iniciara el periodo de sesiones del máximo tribunal, a pesar de las acusaciones en su contra. Kavanaugh, por su parte, negó los hechos «categóricamente». Al final, gracias a la sorpresiva propuesta del senador republicano por Arizona, Jeff Flake ―quien momentos antes había sido confrontado por una activista de origen hispano acerca de su posición ante las acusaciones en contra del juez Kavanaugh― se logró un acuerdo y el caso fue trasladado al FBI, que cuenta con diez días para recabar pruebas antes de que se retome la audiencia.

Más allá del juego político, la confirmación de Brett Kavanaugh solo desacreditaría los logros del movimiento #MeToo y pondría en tela de juicio la credibilidad de las víctimas de acoso sexual, pues se estima que la mayoría de personas que sufren este tipo de abusos no denuncian a sus agresores por temor a que no les crean. La confirmación de Kavanaugh como juez al Tribunal Supremo de los Estados Unidos podría sentar un precedente de indiferencia para las víctimas de estos ataques. En cambio, si se confirman las acusaciones de la doctora Ford y él es llevado a juicio, podría abrirse un nuevo capítulo en la cacería de abusadores y depredadores sexuales.

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