LA AGONÍA DE AMITIGRA

EGO10 mayo, 2016

Oswaldo López Arellano asume la presidencia del país tras un golpe de Estado en octubre de 1963, diez días antes de la fecha en la que se tenían previstos los comicios electorales para ese año, fracturando así la débil democracia hondureña. La organizaciones sindicales le mandarían un mensaje claro a la junta militar, era la exigencia de poner fin al golpe de Estado, llamando de inmediato a elecciones libres y democráticas para preservar así las libertades y los derechos del pueblo hondureño. Obviamente esto no haría mella, y las Fuerzas Armadas continuarían con un plan de gobierno cuyos resultados serían los de la persecución, encarcelamiento y desaparición de quienes se oponían al régimen militar.

Un año después del golpe de Estado, en octubre de 1964, el periódico «Correo del Norte» informaba que los estragos del brote de gorgojo que silenciosamente destruía el bosque de pino hondureño, se asumía en pérdidas estimadas a los seis millones de lempiras.

Cae la tarde sobre el olvido. Atravesamos la soledad del pueblo en tuc-tuc con Nora, que ha sido mi guía, pero que pronto se despide, me dice que se le ha hecho tarde para la cena. No la veré más en este viaje por San Juancito. La tuc-tuc se detiene frente a la iglesia católica del pueblo. Me bajo para agradecer la corta travesía, de aquí en adelante estoy solo en un pueblo que posee el calificativo de un lugar donde habitan brujos. La brujería no es el motivo de mi viaje aunque lo que he visto en la montaña, negra y desolada por la quema que se ha hecho para evitar la propagación del gorgojo, parece el resultado de un encantamiento, de una maldición incurable.

La tuc-tuc retoma el viaje y comienza a subir una cuesta empedrada. Hacia el final de ésta se detiene y Marvin me señala una casa verde, la casa de Julio Rodríguez, toco el portón, una señora me atiende, le digo que vengo a buscar a Julio y ella me dice que espere. Después de un rato sale este hombre de bigote corto con ropas sucias y sandalias de hule, su camiseta verde con el logo de Amitigra me confirma que es el hombre que vengo a buscar. Sus rasgos indígenas y el rostro cansado lo delatan. La mugre acumulada después de un día de trabajo, que presumo largo, pasa factura.

Me hace ingresar a su casa, y se me presenta con la amabilidad otorgada a las visitas que aunque inesperadas se aceptan como se acepta la lluvia de las tardes durante los veranos largos y llenos de sol.

¿Usted es de aquí, de Honduras? Me pregunta y noto que se llena de cierta vergüenza, quizá por imaginarme extranjero.

Sí, soy de aquí… le respondo, franco. –Soy de El Progreso. Agrego.

Es que lo veo achinado, será japonés este hombre, pensé yo. Me dice y los dos reímos como queriendo entrar en confianza, como queriendo encontrar la amistad redentora de los desconocidos.

Julio me pregunta si es la primera vez que he estado en San Juancito y cuando le digo que en otras ocasiones he venido de visita en casa de Rafael Murillo Selva se relaja un poco más, parezco entrar en la categoría de amigo de un amigo.

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Julio Rodríguez es uno de los trece guardabosques de la Fundación Amigos de La Tigra, responsables de cuidar los casi doscientos cuarenta kilómetros de reserva natural. Le pregunto por el gorgojo, le digo que tengo un dato que se remonta al año 1964.

El gorgojo empezó en el año 1963, me dice, pero no estaba tan regada la plaga así como está ahora, sino que era esporádico, disperso, mejor dicho.

Me cuenta Julio que durante el primer brote de gorgojo las personas que trabajaron en el control de la plaga durante 1963 no tenían a su disposición motosierras. La tecnología de la época los obligaba a talar con hacha. Luego apilaban y quemaban los árboles. Todas las cosas parecen tener un ciclo, y la plaga del gorgojo la tiene. La historia que me cuenta Julio con la tranquilidad que poseen los narradores de la tradición oral nos lleva de un salto al año 1993, en donde él asegura, se registra un segundo brote del gorgojo que ataca al bosque de pino.

Como en 2013 comenzó esta plaga, lo que pasa es que el gobierno no le puso mucha atención y lo dejó que se extendiera mucho el gorgojo.

Julio cree que a raíz del cambio climático la plaga del gorgojo se ha vuelto imparable. Una situación que se ha vuelto alarmante debido al deterioro ambiental que ha sufrido Honduras en los últimos años. La única esperanza para los guardabosques de La Tigra es que pronto llegarán las lluvias que harán que pare la propagación de la plaga.

Cuando usted habla de cambio climático, ¿a qué se refiere exactamente? Le pregunto, buscando claridad.

A tanta quema, muchas fábricas, todo eso… me dice y hace movimientos con sus manos, manos gruesas y curtidas por el trabajo, que tienen uñas llenas de mugre, uñas igualmente gruesas, propias de un hombre que trabaja en el campo.

¿Está hablando de la contaminación?

Claro que sí. Me dice, seguro.

Agrega que la tala excesiva del bosque perjudica al cambio climático.

Le explico que en la casa que visité me han explicado ellos que el gorgojo sólo habita a ras de la corteza del árbol de pino y que no es necesario quemarlo, que aún quemándolo esto no soluciona nada porque el gorgojo habita en la tierra, le pregunto qué tan cierto es eso.

Mire, me dice, tomando aire para continuar. –Pueda ser que el gorgojo está en la tierra, pero nosotros que hemos andado en control de plaga y nosotros vemos en la corteza del árbol y vemos que la madera está bien, ahora, después de cortarlo, a los tres meses la madera se pica.

Hace el esfuerzo de explicarme el trabajo de manera concisa. El gorgojo invade la corteza del árbol y los controles de plaga que los guardabosques hacen, incluyen crear una franja de protección, esta franja de protección es la quema preventiva de una parte del bosque evitando así la propagación del gorgojo, debido a que el gorgojo puede ser empujado más allá de su capacidad debido al viento. En algunas zonas colocan pedazos de plástico cubiertos con aceite cuarenta para que al ser llevado por el viento el gorgojo quede atrapado en ellos.

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Aunque el gorgojo habite únicamente en la corteza del árbol de pino, éste se alimenta de la resina del árbol, provocándole una muerte lenta y silenciosa al bosque. Julio me explica las tres fases que atraviesa el bosque por infestación de gorgojo. La primera es donde el árbol se ve completamente verde y la plaga no se puede detectar a simple vista. En la segunda fase el árbol comienza a perder color y pasa verse menos verde, «amarillento» me dice. La tercer fase es cuando el árbol está seco, de color café. El gorgojo –me cuenta Julio– se reproduce en el árbol saludable, deja los «huvesillos» y van de árbol en árbol hasta invadir por completo grandes extensiones de hectáreas de bosque de pino. Hace énfasis en el proceso de cortar, apilar y prender fuego al árbol.

Nosotros dejamos de hacer eso porque una vez provocamos un incendio forestal.

Mi mente vuela y hago nuevamente el recorrido que me ha traído hasta la casa de Julio, ése en donde vi la desolación que habita en las montañas de San Juancito, la desolación dejada por el fuego que ha vencido al bosque convirtiendo a la montaña en un negro cementerio, bastante parecido a la que dejara a su paso Saruman y su ejército de orcos en la segunda parte de The lord of the rings. Aquí no hay magos blancos que salven al bosque, ni caballeros valerosos montados en caballos que venzan las hordas de gorgojos que parecen arrasarlo todo en los bosques de pino.

Insisto entonces en aquel lejano 1963.

¿Cómo lo manejó el gobierno en 1963? Era Oswaldo López Arellano el presidente. Le digo.

Lo mismo, me dice, cortar y quemar. Pero Julio repite que entonces la plaga era menor a la de ahora. Me explica que no se puede usar ningún insecticida porque esto afectaría más, se correría con el riesgo de infestar a los ríos.

¿Cuántas hectáreas de bosque se han quemado en la actualidad?

En el parque La Tigra tenemos un cálculo de seiscientas hectáreas. Esto no es una cifra exacta.

El gorgojo únicamente ha afectado la zona de amortiguamiento del parque. La zona núcleo se mantiene intacta porque el bosque cambia y pasa a ser un bosque de otras especies de árboles, sin embargo el impacto ha dejado un impacto casi irreversible para las especies animales que habitan en la zona del amortiguamiento. Me explica Julio que es en la zona núcleo donde se encuentran los nacimientos de agua. Los yacimientos de agua comprenden 7,591 hectáreas. La zonas de amortiguamiento comprenden poco más de seiscientas hectáreas. Esta particularidad en el cambio de bosque de zona a zona evita que el gorgojo migre hacia la zona núcleo ya que únicamente afecta al bosque de pino. Julio me hace un breve inventario de las especies de animales que habitan en La Tigra.

La curiosidad de quien no sabe nada en lo absoluto sobre el funcionamiento de la organización que resguarda la reserva nacional de La Tigra me lleva a preguntarle por cuestiones administrativas, la parte sensible de lo presupuestario, Julio advierte esto y me dice que me contará desde el principio.

Durante la administración de Zelaya Rosales el presupuesto de Amitigra era de casi siete millones de lempiras. En la administración de Porfirio Lobo se redujo a cuatro millones. Ahora, en la administración de don Juan Orlando Hernández que dicen que es el buen presidente que tenemos –me lo dice con sarcasmo– nos quería dar un millón doscientos mil pesos, y a puras cachas, por estar peleando con él nos dio un millón y medio para este año, a raíz de la plaga, pero no sabemos el próximo año.

Lo único cierto es la incertidumbre al respecto, y Julio lo sabe perfectamente, que a menor presupuesto, menor será la capacidad de respuesta que los guardabosques tendrán. Un guardabosque gana poco más de siete mil lempiras al mes, Amitigra tiene una planilla de trece guardabosques, el parque tiene una extensión de doscientos cuarenta kilómetros cuadrados, esto equivale a un guardabosque cada 18.46 kilómetros cuadrados, esto a su vez, equivale a que cada guardabosque tiene bajo su cuidado el área de 2.24 campos de fútbol bajo los estándares FIFA para partidos oficiales internacionales. Julio lamenta que aún no exista un decreto que proteja el presupuesto que pueda garantizar el cuidado efectivo del parque nacional La Tigra. El parque representa para Tegucigalpa el 45% de la reserva de agua que abastece la ciudad capital. El restante 55% sirve para abastecer las localidades de San Juancito, Cantarranas, Valle de Ángeles, Santa Lucía y noventa y tres comunidades más que están ubicadas dentro de la zona del parque.

La Tigra es el pulmón de Tegucigalpa. Me dice Julio con cierta preocupación en su voz.

Otro de los problemas que afecta al parque nacional La Tigra es que en algunas zonas no existía zona de amortiguamiento y ésta se identificó efectivamente para el año 2000, pero muchas comunidades quedaron ubicadas en zona núcleo, la ley forestal, me explica Julio, específica que no debe haber personas viviendo en ésta, por lo que la gente debe ser reubicada mejorando sus condiciones de vida como resarcimiento de la reubicación. Pero el escaso presupuesto impide realizar esto por lo que Amitigra realizó una encuesta a los pobladores sobre la reubicación llegando a convenios entre municipalidades y pobladores para que las personas no fueran desalojadas de manera violenta.

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Para el cuidado del bosque de pino se han incorporado cuadrillas del Instituto de Conservación Forestal, estas cuadrillas son conformadas por dos personas, la que maneja la motosierra y un ayudante, estas cuadrillas son supervisadas por un técnico del ICF que es el que identifica la zona de salvamento del bosque que comprende hasta ciento cincuenta metros. Pero Julio me explica que para amortiguar el impacto en el bosque de pino no se cumplía con los ciento cincuenta metros, apenas marcan veinte metros porque esto pone sobre alerta a la población de la zona y luego ellos son acusados de desforestar el bosque. Me explica que el gorgojo tiene una capacidad real de veinte metros de vuelo, sin ayuda del viento.

Le pido a Julio que me lleve a la zona afectada por el gorgojo pero me dice que debido a una visita oficial del ICF no puede llevarme, me propone que busque ayuda en la Cooperativa de Café, ya que ellos suben todos los días y es con ellos que puedo ir hasta las zonas que han sido afectadas por el gorgojo. Mi viaje continúa hacia allá, a donde el gorgojo ha hecho del bosque de pino un campo baldío.

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