Gilberto Ríos Munguía: «Yo soy hijo de dos militantes de izquierda»

ALG12 enero, 2017

Entrevista parte 1.

Conocí a Gilberto cuando aún era un niño. Estudiaba en el Instituto Técnico Honduras en donde había tomado con disciplina la organización estudiantil. En aquellos años, mediados de los novena, la izquierda era el eco de un salón vacío y allí estaba «el Grillo», necio hablando de comunismo ortodoxo a un pequeño grupo de jóvenes, entre homenajes a Cuba y canciones de Silvio Rodríguez.

«Yo soy hijo de dos militantes de izquierda» —dijo Grillo en la entrevista que nos dio en su casa.  «Uno de ellos con una particularidad que es también fundador de la Imprenta, Librería e Editorial Guaymuras; lo menciono como particular porque en el círculo de mi infancia siempre estuvieron los intelectuales más destacados del país cerca de mi o de mi familia o en las reuniones de la Editorial, que era gente como Eduardo Bärh, como Roberto Sosa, Rigoberto Paredes, Roberto Castillo, los escritores más destacados del país que hicieron obra y aportaron y en esos ambientes intelectuales además de gente del partido comunista».

Los papás de Gilberto, don Gilberto y doña Ninfa, desde su infancia y en su primera juventud, fueron miembros del partido comunista y militantes revolucionarios. En la casa de los Ríos siempre hubo un debate marxista, un debate ideológico y político de la coyuntura nacional e internacional. Ese debate favoreció para que Gilberto, junto con otros jóvenes de su generación, conformaran en 1999, la escuela de Formación Política de los Necios.

«De eso hace ya 17 años. Comenzamos con círculos de estudio. Esos fueron nuestros  primeros pasos, asumiendo la responsabilidad de estudiar el Marxismo, a la par de sindicatos, de grupos campesinos, del movimiento estudiantil, siempre acompañando al movimiento popular Hondureño. Es una formación en la práctica con el movimiento popular y las organizaciones de izquierda y en la teoría muy de cerca al Marxismo y sobre todo yo me considero un Marxista Ortodoxo», afirma Gilberto.

—¿Vos has tomado como una línea de tu trabajo desde que te conozco especialmente desde la conformación de los necios, no solamente de formarte si no de formar a otras personas?

«Porque cuando vos estas formando, el que aprende más es el que da la clase, porque es el que hace la reflexión es el que lleva la batuta de la dialéctica de la contradicción, de las preguntas capciosas y en ese mismo proceso en realidad, quien aprende más con los alumnos es el maestro y sí, así me he formado, en esas escuelas con campesinos, con obreros, con estudiantes, aprendiendo las diferentes visiones de estos sectores»

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—Desde que te conozco has estado muy de cerca con el movimiento popular, con el Bloque Popular específicamente, luego con la Coordinadora Nacional de Resistencia, ¿cómo fue ese proceso, de pasar de ahí a acercarte al gobierno de Manuel Zelaya?

«La coordinadora le hizo paro cívicos nacionales a Mel y no solamente la coordinadora si no también sectores de ella, como por ejemplo los maestros, los maestros hicieron tomas nacionales en contra de Mel Zelaya en la que fueron reprimidos, incluso hubo muertos en esas represiones. El profesor Marlon Lara Lara fue un caso emblemático. El primer año del presidente Zelaya fue un año de neoliberalismo y represión. Nuestra cercanía comenzó cuando él nos recibió a una delegación del movimiento popular en su casa a finales del 2007, porque había circulado una lista, la que por cierto encabezaba Berta Cáceres, que se había arrebatado a dos policías que andaban haciendo sondeos a unas huelgas del SITRAUNAH; era una lista de dirigentes populares a asesinar, en donde estaba mi nombre por supuesto, estaba el de Carlos H. Reyes, el de Bertha Oliva, el de Juan Barahona y el de otros dirigentes como Sergio Rivera, que habían sido beligerantes en ese periodo. El presidente decidió recibirnos para ver que podía hacer, pero ya encontramos una situación que nos llamó mucho la atención y era que él mismo nos había recibido en su casa porque decía que en la presidencial lo espiaban, que en la presidencial no tenía ninguna libertad y que la CIA estaba muy metida ya en el aparato de gobierno, tratando de controlar y desestabilizar al gobierno. Recordemos que el primer año del presidente Zelaya fue el pleito de la fórmula de los combustibles que realmente había tocado intereses sensibles del imperialismo y que en realidad nosotros lo mirábamos como una medida casi demagógica, porque costó mucho que llegara a término, sin embargo cuando llegó a término, hubo una rebaja importante en los combustibles.

También hicimos un paro con los taxistas en la ciudad y era por el costo de los combustibles, esto sobre todo en el segundo, tercer año. Ya la siguiente reunión que tuvimos con él (Zelaya) era de una oferta que nos hacía de que lo acompañáramos a la firma del ALBA y la posibilidad de traer a Chávez a Honduras y hacer firmas con toda la izquierda Latinoamericana que en aquel momento estaban en un ascenso importante, tal vez el más importante. Volvimos a reunirnos en su casa, en privado y decidió apoyar algunas actividades como conciertos y unos foros públicos hechos por la Coordinadora Nacional de Resistencia y por el Bloque Popular, sobre todo en favor del ALBA. Hay que decir que la coordinadora no se sumó a la Cuarta Urna, sobre todo por las posiciones del sector de la zona norte que eran en aquel momento vanguardizados por el Partido Socialista de los Trabajadores (PST) y los PESOCA, que siempre fueron apáticos a cualquier posibilidad de negociar o de sentarse con el presidente Zelaya. La coordinadora nunca apoyó la Cuarta Urna. Ellos decían sí al ALBA, pero sin Mel, y eso hacía que al interno de la coordinadora, que es una de las experiencias organizativas populares más importantes del país, nunca hubiera un consenso hacia la cercanía hacia el presidente Zelaya.

Vos me preguntas por mi cercanía con el presidente Zelaya, en realidad lo que yo he sido, es casi un funcionario ad honoren del movimiento popular. Y siempre al frente. Siempre hemos tenido que remitir esos informes o los posicionamientos a las organizaciones que representamos, y sí puedo decir que yo era de los más entusiastas en cuanto acercarse al presidente Zelaya.

Luego que se dio el tema del ALBA y  PetroCaribe, y luego del aumento al salario mínimo, el bloque popular decide entrar al Estadio Nacional el 15 de Septiembre del 2008 con una manifestación de apoyo al presidente Zelaya, porque hizo algo realmente inaudito para nosotros que fue retener las cartas credenciales de Hugo Lorens en solidaridad con Evo Morales. En ese tiempo a Evo Morales, el embajador de Estados Unidos le estaba planificando un golpe de Estado y que un presidente de Honduras se volviera solidario con un presidente de la izquierda Latinoamericana, tal vez el más coloreado, un comunista como Evo Morales, que en su plan de gobierno llevaba la propuesta de nacionalización de los recursos estratégicos de las empresas estratégicas del estado, nos pareció una muy buena señal y así por estas diferentes manifestaciones fue que nos fuimos aproximando cada vez más y más al presidente Zelaya».

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—Ese es el momento  cuando el presidente Zelaya se acerca al movimiento popular. ¿Cómo fue esa relación que llevó después al golpe de Estado y cuál fue tu vinculación en todo este proceso?

«Ya en el 2009 comenzó el tema de la Cuarta Urna. La posibilidad de montar una Asamblea Nacional Constituyente, nosotros lo mirábamos primero con mucha sorpresa; la vehemencia con el que el presidente Zelaya estaba empujando estas iniciativas. Pero también mirábamos de forma crítica la capacidad que tenía realmente de montar estas actividades, porque ya había perdido mucho consenso en el gobierno. Debo decirlo, como político, lo pienso ahora lo pensé en aquel momento también, el presidente Zelaya se acercaba al movimiento popular porque ya no tenía otro aliado y porque también era un condicionante de los países del ALBA, de que estuviera cerca de los sectores progresistas o de los sectores de avanzada, que quisieran cambios sociales y no de los sectores oligárquicos que tradicionalmente han gobernado el país, y con que él ya había roto también. Ya había roto (con la oligarquía) por no aceptar privatizar Puerto Cortes y otras empresas del Estado, que después del golpe se privatizaron.

Nuestra posición con él en el primer momento era dubitativa, por su origen, por su extracción de clase: es un terrateniente, ha sido siempre miembro de la oligarquía, tal vez no del peor tipo, pero si un gran ganadero y terrateniente de Olancho. Hay que decir que el presidente Zelaya viene de las familias más viejas del país, tienen más de 500 años de estar aquí en Honduras. Los Zelaya son originarios de España y dicen que específicamente del país Vasco: Zelaya en Vasco significa campo y bueno, los títulos de propiedad que ellos ostentan de las tierras en Olancho tienen sello de la Corona española. Vienen de esas familias terratenientes y siempre con una posición de clase y una visión contraria a la nuestra, tanto así que el papá de Zelaya prestó sus tierras para que un batallón mantuviera retenido a un grupo de manifestantes campesinos y ahí fue donde se da la famosa masacre de los Horcones. Había pues un prejuicio bastante fuerte contra él y su familia. Debo confesar y lo he dicho en otra ocasión, que el primero de mayo del 2005, cuando iban a ser las elecciones generales, el presidente Zelaya con su grupo de ministros —o de propuestas de ministros— y candidatos a diputados, fueron a saludar la marcha del primero de mayo, lo que a nosotros nos pareció una ofensa de grandes proporciones. Y menciono el caso porque yo personalmente me paré enfrente de él a señalarlo y a gritarle «asesino»».

—¿Recordando el tema de los Horcones?

«Recordando el tema de los Horcones. Después del golpe en el Bloque Popular hicimos la auto crítica, porque realmente señalarlo a él por lo que había cometido el papá no era lo más justo, pero para nosotros era la reivindicación de clases, señalarlo como miembro de esa pandilla que siempre ha gobernado Honduras y de la que el finalmente renunció».

—Y la que sigue gobernando a Honduras.

«Y la que sigue gobernando a Honduras. Lo que él intentó cambiar pero que ahora se mantiene más consolidada incluso. Me acuerdo que un compañero de la STYBIS al que le decimos «el sapo» —vamos a omitir el nombre— él le quitó el sombrero y lo rayó con un spray y le puso «asesino». Hasta el sombrero le rayamos en esa ocasión a Mel el primero de mayo de 2005. Para que mirés cómo fue cambiando la actitud de ser duros críticos a volverse defensores del presidente Zelaya».

—¿Y eso que costo tuvo en la izquierda, en tu relación con la izquierda, el que vos te vincularas tan de lleno con el gobierno de Manuel Zelaya y después con el partido de Manuel Zelaya?

«En otros países esta división de izquierda y movimiento popular es más claro. En Honduras hasta el 2000 era un poco difusa. El partido de izquierda que existía era Unificación Democrática y hacia vida orgánica dentro de la Coordinadora Nacional de Resistencia y no al revés, como en otros países en donde los partidos van a la vanguardia o están completamente separados del movimiento popular. Aquí habían en total 19 otras expresiones de izquierda a nivel nacional, o sea que son pequeñas agrupaciones o vanguardias políticas como los Necios, como la Tendencia Revolucionaria, el Movimiento Nueva Democracia, el Movimiento Democrático del Pueblo, el Partido para la Transformación de Honduras…Todas esas son expresiones de la izquierda que estaban dentro de la coordinadora. Nosotros teníamos una mesa de izquierda en donde nos reuníamos a debatir cuál debía ser el papel de la izquierda hondureña ante la coyuntura y también se decidió apoyar el ALBA. Zelaya se interesó por tener contacto con los sectores de izquierda y con los sectores populares, una vez había roto su alianza con la oligarquía y los únicos sectores de izquierda que se opusieron a la alianza o a la cercanía con Mel  fueron tres partidos: dos orientación trotskistas, el partido Socialista Centroamericano (PESOCA) y el  Partido Socialista de los Trabajadores (PST), después del PST salió Socialismo o Barbarie que fue una incisión posterior al golpe y que también esta opuesta siempre a que hayan proyectos conjuntos con los sectores que apoyan o representan el presidente Zelaya. Con la izquierda en realidad nunca han habido malas relaciones, porque siempre ha habido algunas plataformas orgánicas con las que hemos compartido criterio y decisión».

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—Sucede el golpe de estado de 2009, en el cual vos por esta cercanía ya anterior al gobierno de Zelaya, terminas jugando un papel importante dentro del Frente Nacional Contra el Golpe de Estado y después en el Frente Nacional de Resistencia Popular ¿Cómo fue para vos ese proceso de corte en el golpe de Estado en el país?

«Bueno para nosotros fue una gran alegría porque la torpeza de la derecha creó a la izquierda más orgánica y de masa en este país. Eso no existía antes, no había una izquierda ¡es más! el movimiento social es realmente un movimiento social de izquierda desde que se vuelve a reorganizar en el 2003 con la coordinadora y sus banderas, digamos el no al TNC, el no al ALCA, son banderas de la izquierda internacional y de los movimientos sociales a nivel internacional. Para nosotros fue alegría porque entonces el pueblo está politizado en la línea que nosotros consideramos correcta, que es la línea de la transformación social. Por eso el golpe fue una sorpresa para todos, por la torpeza política que representaba, pero también una alegría porque vimos al pueblo llegar a las calles masivamente o como lo decía Allan Mac Donald, el caricaturista nacional «al pueblo hondureño la conciencia le llego de golpe». Fue bastante importante para nosotros el estar organizados, el tener la plataforma del movimiento social, pero además tener una coincidencia plena con los planteamientos del Chavismo, de Cuba, de Nicaragua, sobre lo que debía ser el cambio social con rasgos socialistas en América Latina. Y tal vez no estábamos preparados para enfrentar al ejército, tal vez no estábamos preparados para enfrentar a la oligarquía o a los medios de comunicación, pero los vimos finalmente confrontados, ellos se evidenciaron a nivel nacional e internacional. El golpe de Estado fue una gran catapulta para las ideas de izquierda y para el sistema del país, fue una opción muy positiva para el movimiento popular».

—¿Y vos, personalmente, cómo viste, cómo viviste ese proceso?

«En primera fila y muy emocionado, era como lo que siempre habíamos leído de procesos latinoamericanos, como estarlo viviendo en ese momento, para mí era una felicidad enorme. Diez días después del golpe tuve una entrevista privada con Daniel Ortega, unas semanas después con la gente del Comité Central del partido Comunista con el que ya teníamos relación de Cuba, años después con el propio comandante Chávez, o sea para mí fue como un sueño hecho realidad, como un sueño porque hemos estado discutiendo de los problemas del país con la gente que entiende como pelear contra el imperialismo y contra las oligarquías Latinoamericanas, que es un fenómeno además del continente. Aquí esa vieja teoría de los proletarios contra los burgueses no aplica, aquí estamos incluso como en México tratando de defender las clases nacionales y las clases nacionales implica también a la burguesía y ese cambio de enfoque de lo que era el problema, también lo vimos, porque esta gente de América Latina lo estaba viviendo y lo estaba combatiendo. Para mí eso era algo muy aleccionador, porque me ha gustado mucho la teoría, el análisis y lo estábamos viendo, así, muy vívido».

—Luego viene el contexto de creación del Frente Nacional de Resistencia  Popular, que tiene sus propias particularidades y recuerdo muy bien esa discusión que se da más adelante, en el 2010, entre los que estaban en pro de participar en las elecciones y los que estaban en contra de participar en las elecciones. ¿Cómo fue ese proceso?

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«Para nosotros como Frente Nacional era muy complicado sostener la movilización en la calle. Se marchó 151 días consecutivos y cuando en las últimas semanas la marcha comenzó a mermar nosotros dijimos: «vamos a perder todo este capital social y político que se ha creado…» y consultamos, y con esto quiero destacar que el presidente Zelaya consultó con quien debía consultarlo, con Fidel Castro, consultó con Daniel Ortega y consultó con el propio comandante Chavez. Le dijo: «¿Qué hacemos?» y ellos le dijeron: «Funden un partido». Pero además les dijo «¿y si hacemos lucha armada?» eso el propio presidente lo ha comentado «no, no, no, no están fuera de contexto, no tienen acumulación, no tienen sectores del ejercito con ustedes», o sea, a ojo de buen cubero, para estos revolucionarios ninguna posibilidad de hacer otra cosa era viable y entonces lo que quedaba era hacer un partido político. Recuerdo que un amigo me comentó un día en medio de esos debates «ustedes hablan tantas cosas y al final nos van a hacer ir a votar por Xiomara», a mí eso me dio un escalofrío, porque yo no estaba pensando nunca en elecciones ni tampoco miraba a la compañera Xiomara —en aquel momento— como candidata, mucho menos a Mel. Estábamos pensando más en la lucha y en otro tipo de confrontación con el poder en el país. La experiencia de la izquierda hondureña en elecciones había sido solo a través de la UD, y había tenido malos resultados. Además, las elecciones tienen toda esa carga tradicional institucional sistémica que el sector refundacional señalaba y que para mí y sobre todo ahora en retrospectiva, señalaba de manera correcta: que nos iban a absorber los tradicionales, que nos iban a meter en su dinámica de tradicionalismo, y mucho de eso pasó, no es blanco y negro pero sí pasó y como ellos decían. En algunas cosas nosotros teníamos razón, me parece, era necesario crear un partido de oposición que involucrara a la izquierda, pero me parece que esa división generó que quienes entramos al partido entramos con menos conciencia crítica que los que se quedaron afuera. Si hubiéramos entrado con los que se quedaron afuera, lo que es el sector refundacional, hubiéramos entrado con mucho más vigor y con mucha más vigencia pudiendo vencer el tradicionalismo que se había sumado a la resistencia, que básicamente era todo lo que venía del partido Liberal y todo lo que apoyaba al presidente Zelaya. En sí los liberales, ese tradicionalismo tiene una carga negativa pésima dentro del partido, es lo que ha hecho un partido casi inmóvil, un partido que vive más en la opinión pública que de organizar al pueblo y sus luchas, que eso es lo que aspiramos los sectores de izquierda, pero que finalmente como dice el pastor Ulloa de la resistencia «nadie patea un perro muerto» y nosotros vemos que a pesar de que Libre no es lo que nosotros deseáramos, diariamente la oligarquía se dedica a golpearlo, a destruirlo, a criticarlo. Muchas veces tienen razón, el partido también comete errores, pero lo hace sobre todo porque representa su antítesis en cuanto al gobierno que ellos mantienen como Oligarquía».

—¿Existe todavía esa separación, según tu análisis, entre «refundas» y «electoreros»?

«Al interno del partido no, en el movimiento popular sí. Hay quienes se ofenden mucho de que dirigentes populares estén en campaña proselitista en el partido y no en luchas sociales, por ejemplo. Para nosotros también es una pena que los dirigentes sociales no hayan entendido, yo sí lo puedo decir, que la mejor campaña política que podían hacer era justamente seguir dirigiendo los sectores y seguir dirigiendo la lucha, pero en lugar de hacer eso empiezan a organizar la base electoral, y dejaron la protesta social de lado. Ahora no hay quien haga protesta social en el país y eso se mira claramente, las últimas convocatorias del Frente Nacional son débiles, porque no se logró mantener una tesis de movilización y organización popular»

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—¿Te apoya el movimiento social, el movimiento popular en tu proyecto?

«Sí claro y me apoya algo que nunca me había apoyado: sectores de la población, familias y empresarios honestos, medianos empresarios que me dicen «yo quiero que usted llegue al congreso, yo quiero que usted continúe publicando cosas en la red», nosotros tenemos mucha publicación a nivel de Web, llegamos a más de 50 mil correos electrónicos con nuestras redes, tenemos twitter, Facebook tenemos alguna incidencia y hay gente que la apoya financieramente, o que la comparte o que la imprime y se la lleva a sus vecinos más que sectores propiamente organizados de la población. Algunos amigos venezolanos me dijeron «cuando las cosas ya empiecen a madurar, te vas a poder apoyar en las masas» me pareció muy abstracto pero ahora lo miro como algo muy concreto»…

Continúa Parte 2

En la siguiente entrega, Gilberto nos habla de las diferencias que él reconoce entre este proceso de 2017 y el anterior de 2013, los retos que enfrenta el partido libre, las posibilidades de la alianza y su propuesta política.

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