[ENTREVISTA] OMAR RIVERA, EL HIJO DE LA SOCIEDAD CIVIL.

ALG17 octubre, 2016

A sus cuarenta y cinco años, el ingeniero Omar Rivera es el integrante más joven de la Comisión que lleva la titánica tarea de depurar la Policía Nacional, y aunque asegura no estar allí en representación de algún sector en particular, es quizás lo más cercano que la Sociedad Civil pueda tener en el proyecto que de lograr su mandato, permitirá a Honduras salir del agujero en donde una serie de políticas desafortunadas de las últimas décadas la han metido.

Electo regidor municipal por el Partido Liberal en la ciudad de El Progreso a los 23 años, Omar Rivera inició su trabajo en el servicio público como gerente y asesor de municipalidades en varias alcaldías de la zona metropolitana del valle de Sula. De allí, en 2005, pasó como asesor técnico al gabinete social que rectoraba el también Ministro de Cultura, Rodolfo Pastor Fasquelle, durante el gobierno de Manuel Zelaya Rosales. Era la contraparte con los grupos de la sociedad civil en el esfuerzo de prevención de pobreza en el consejo consultivo para la Estrategia de la Reducción de la Pobreza (ERP), en donde existía una representación de la administración pública y la sociedad civil.

«Era mi responsabilidad garantizar que existiera una agenda que respondiera a los sectores marginalizados de la sociedad», afirmó Omar Rivera en una entrevista exclusiva para El Pulso, definiendo su trabajo en ese tiempo como un enlace con la sociedad civil y la administración pública.

Foto: La Prensa
Foto: La Prensa

De manos gruesas y cuerpo robusto, Omar Rivera parece moverse con mucha comodidad entre los guardaespaldas asignados por el Estado. Después de mucho buscarlo, finalmente nos concedió una entrevista que no por corta, deja de ser relevante para entender a la trayectoria de un hombre que junto a la abogada Vilma Morales, ex presidenta de la Corte Suprema de Justicia e integrante histórica de varias comisiones interventoras —como la del Instituto Hondureño de Seguridad Social— y el pastor Alberto Solórzano, presidente de la Confraternidad de Iglesias evangélicas, conforman la triada que desde mayo lleva el proceso de depuración policial.

En 2009, la crisis política que generó el derrocamiento de Manuel Zelaya obligó a reconfigurar las estrategias de incidencia de la sociedad civil, fracturada entre los sectores que apoyaban a la Resistencia y los que desde las estructuras formales apostaban por continuar con el trabajo institucional. Omar Rivera fue llamado entonces a sumarse al Grupo Sociedad Civil (GSC), por el conocimiento que tenía de la institucionalidad pública y aprovechando que se le consideraba un actor neutral en la crisis.

Según se propia evaluación de su trabajo como Director Ejecutivo del GSC, él aprovechó su experiencia para abrir espacios de participación para que fueran colocados en agenda entre 2009 y 2014, los temas de Derechos Sexuales y Reproductivos, personas con discapacidad, adultos mayores, derechos de las poblaciones afrodescendientes e indígenas y la Diversidad Sexual.

Foto: La Prensa
Foto: La Prensa

Aunque define su relación con el expresidente Manuel Zelaya Rosales como la de dos buenos amigos, reconoce que se ha marcado una distancia entre ambos, porque aunque se opuso al golpe de Estado, no acompañó a Zelaya en el proyecto de Libre. Según indicó Omar Rivera en la entrevista, él no se involucra a actividades político partidarias, si bien se consideraba liberal hasta el golpe de 2009.

La música en el vestíbulo del Hotel Intercontinental era muy alta, cuando llegó, me indicó que le acompañara a una de las mesas junto a la piscina en donde se sentó y rápidamente entró en el tema. La fluidez con que se expresa, le da solidez a sus argumentos. Pidió un jugo de sandía y sin darme pausa, Omar Rivera comenzó a contar si ingreso a la comisión depuradora.

«En la medida fue avanzando el tiempo yo fui convenciéndome de que el tema de seguridad era un factor determinante en los derechos de las personas. A finales de 2014 decidí hacer un esfuerzo mayor en ese tema y me incorporé a Alianza por una Sociedad más Justa (ASJ). En la Alianza teníamos mucho temas, pero desde que yo asumí el trabajo le di especial empeño al de Seguridad y más específicamente en el tema de la depuración policial. Es así como, producto de ese trabajo, el gobierno de Juan Orlando Hernández cede hacer una depuración tal y como nosotros lo propusimos, una depuración de arriba hacia abajo, que comenzara con generales y que pudiera sacar a las manzanas podridas», afirmó Rivera, quien dice contar con el apoyo de la Sociedad Civil en su trabajo.

«El factor determinante del éxito de la comisión depuradora y la fortaleza de mi desempeño dependen directamente del apoyo que me brindan las distintas organizaciones de la Sociedad Civil —afirma—, específicamente las organizaciones que forman parte de la ASJ. Ellos brindan asistencia técnica, respaldo político y una estrategia de comunicación que permite por un lado presionar a la comisión de depuración, pero también colaborar en temas relevantes».

«Sin embargo la labor mía es parte de la instancia oficial y ellos continúan con su agenda que se amplía a otras cuestiones, no solo con el tema de la policía. Ellos trabajan además con el Ministerio Público y el Poder Judicial», agrega Omar Rivera, quien considera que la depuración de la policía es un proceso que no va a terminar.

«Si la depuración se interpreta como certificar el recurso humano para que sea e idóneo en la policía, eso mas bien requerirá instalar un sistema de evaluación, de investigación de los miembros de la carrera policial y de medición de su desempeño y en esto estoy abocado», afirma.

Foto: La Prensa
Foto: La Prensa

Según el ingeniero Omar Rivera, son cuatro factores los que llevaron a la Policía Nacional al punto en donde está ahora.

Primero, una transición poco ordenada en el paso de la Fuerza de Seguridad Pública (FUSEP) de las Fuerzas Armadas a la égida civil durante el gobierno de Carlos Roberto Reina, sin un proceso adecuado y dotación suficientes de recursos, en donde la transición a lo civil se dio por decreto sin cambiar su mística  que seguía siendo castrense.

El segundo factor fueron las políticas de mano dura del gobierno de Ricardo Maduro, que incentivó el uso desmedido de la fuerza e hizo que muchos inobservaran los Derechos Humanos de las personas.

«Se volvió una cualidad ser feroz, violento, en contra de los ciudadanos al margen de lo que establece la ley», afirma Rivera, quien considera que el tercer factor que corrompió la Policía Nacional fueron la política de seguridad del gobierno de Manuel Zelaya Rosales.

«La política de Seguridad del gobierno de Zelaya fue nociva para la policía, porque se abrieron los portones de la institución. La policía creció de 6,000 a 12,000 agentes sin ningún tipo de protocolo de reclutamiento o regulación para el ingreso y se infiltró mucha gente que hoy precisamente son parte de los más malos», indica Omar Rivera, de la Comisión Depuradora de la Policía Nacional.

Y el cuarto factor de degradación de la Policía Nacional, según el ingeniero Omar Rivera,  fue la politización de la policía «que usted la puede ver en su cúspide en la etapa previa, durante y después del golpe de Estado de 2009».

«Esos cuatro aspectos sumados a los pocos recursos financieros, a la mala calidad de su recurso humano y la poca articulación con los demás operadores de justicia, hizo que la policía llegara a tocar fondo como lo hizo ahora», agrega Rivera.

Para Omar Rivera, esas lecciones aprendidas nos deben ayudar a que la historia no se repita. «Que ni instrumentalicemos la policía, ni la politicemos para uso partidario, ni que se fomente el uso desmedido de la fuerza en una guerra subterránea de baja intensidad, ni que no exista la rigurosa selección de quienes van a formar parte de la policía, ni que la policía tenga disminuida su capacidad para definir un plan estratégico que le ayude a salir adelante», dice.

Foto: aja-us.gob
Foto: aja-us.gob

De 1500 altos oficiales de la Policía Nacional, 600 han salido de la institución en los últimos cinco meses. Según Omar Rivera, han sido de los más malos, de los más incompetentes y de los menos comprometidos con las funciones del cuerpo policial.

«Esa gente sin uniforme ahora es menos nociva que antes —afirma—, el proceso de depuración tiene que transformarse ahora en un proceso de renovación de la policía».

«Entre el año 2015 y 2016 se habrán incorporado 5,000 nuevos miembros de la policía nacional contratados por un proceso de reclutamiento y formación que no son los tres meses que se hacían antes sino un proceso de doce meses. Y se espera que para el 2022 tengamos 22,000 policías».

Para el miembro de la Comisión Depuradora de la Policía, no basta renovar la escala básica de la institución, sin cambiar también el liderazgo, porque de nada va a servir cambiar la base si la franja superior sigue igual.

«Hay que hacer una reingeniería de la ANAPO, de la Universidad de la Policía y buscar los nuevos líderes que debe ser gente que sepa que la policía es prevención, inteligencia, investigación criminal y no represión», indica.

«Hay mucha gente a la que se le debe quitar el uniforme y a muchos se les debe someter a un enjuiciamiento. Hay gente capaz y honesta en todas la promociones, como hay gente delincuente en todas ellas. Se trata de seleccionar la más capaz».

Foto: ASJ Honduras
Foto: ASJ Honduras

Pero no todo ha sido fácil. Omar Rivera reconoce que han habido presiones adentro y afuera de la policía para entorpecer el proceso de depuración, que afortunadamente no han funcionado, gracias a que hay un consenso político en el tema.

«Han intentando boicotearlo de manera política, intimidando, amenazando a muerte, tratando de captar a los demás que se han quedado, pero no han podido porque como hay un consenso en esto. Yo creo que esto es irreversible. Ya nuestra preocupación no es tanto si nos vamos a deshacer de los viejos policías malos, sino a dónde vamos a encontrar al nuevo policía que revitalice la institución», agrega Rivera, quien reconoció en la entrevista, el tener una estrecha relación con la embajada americana.

«Como ésta es una lucha tan titánica en contra el poder, nosotros tenemos que aliarnos con quien pueda ayudarnos a incidir en el poder, denominando poder estatal. Estados Unidos es un actor relevante en el tema de seguridad y por eso somos amigos y desarrollamos actividades en conjunto. Ahora, nosotros no representamos los intereses de los Estados Unidos, ni creo que ellos se vean reflejados en nosotros. Somos socios en algunos temas, como la no militarización de la seguridad pública. Si hay otras instituciones de los EE.UU. que fomenten la militarización es otra cosa, pero con la Embajada, el trabajo para garantizar tener una policía civil sólida es fuerte. Siempre que la agenda de ellos sea compatible con la nuestra no hay ningún problema», dijo, anunciando además que se viene la depuración del Ministerio Público.

«Este es un sistema que tiene características similares a los de la policía. Si no se depura habrá falencias técnicas a la hora de interponer los requerimientos fiscales. El proceso de depuración debe ser parejo en la policía, Ministerio Público y Corte Suprema de Justicia. Si usted le da dinero a alguien que es corrupto usted fortalece su capacidad. Es como alimentar una bestia. Este proceso de depuración debe hacerse lo antes posible».

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Foto: Aquiabajo.com

Omar Rivera llamó además a que los partidos políticos y las instituciones políticas inicien también un proceso profiláctico al interior de las mismas.

«Debe haber un proceso de depuración en los partidos políticos para que no suceda como con los alcaldes que usted ve hay tanto alcalde ahora enfrentando la justicia, o  empresarios que aprovecharon sus nexos para hacer negocios y fraudes en contra del Estado».

Para el ingeniero Omar Rivera, el gobierno de Juan Orlando Hernández no tiene opción sino depurar la policía.

«Se debe calificar lo que es evidente y en este tema de la policía sí hay voluntad política. El no se ha involucrado en nuestras decisiones desde que nos nombró hace 6 meses y eso dice mucho», afirma, indicando a estar dispuesto a sacrificar lo más valioso por el bien común.

«Ya crucé una línea y si alguien ha planificado matarme no hay nada que pueda hacer», dijo. «Ya superé el miedo y ahora solo me toca cumplir mi función. Lo que pueda suceder en cuanto a mi seguridad es responsabilidad del Estado que es quien debe garantizarla. Si el Estado decidiera quitarme mi seguridad, tendría que buscarla en otro lado», concluyó, antes de despedirse.

11:00 am, 5 de octubre 2016.
Hotel Intercontinental, Tegucigalpa.

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