El oro tiene el color de la muerte

EGO17 mayo, 2016

El Corpus, Choluteca.

No vayas hacia la luz dorada.

Desde tempranas horas de la mañana, tres mineros artesanos quedaron soterrados en la mina de Cuculmeca, ubicada en San Juan Arriba, El Corpus, Choluteca.

A las 5:30 a.m. ocurrió la tragedia. Los Bomberos, las Fuerzas Armadas y el Comité Permanente de Contingencias (COPECO) están realizando la labor de rescate.

Según las autoridades son tres los mineros que cayeron dentro de la peligrosa mina, un soterrado y dos en los túneles.

La familia ha confirmado sus nombres: Miguel Ángel Rodríguez, Ariel Aguirre Paz y Ever Onán Rodríguez. Además aseguran que estaban bajo el cuidado de varios sacos de tierra.

Pese al cierre del área por parte del Instituto Hondureño de Geología y Minería desde el 15 de diciembre de 2015, según regulación número 109-12-2015, las personas no pueden detener su actividad debido a las precariedades económicas que sufre esa zona.

Ya antes el Alcalde Luis Andrés Rueda había decretado un tiempo prudente de prohibición para evitar mayores tragedias como la ocurrida en 2014.

La zona de San Juan de Arriba es muy conocida por su propensión a deslizamientos de tierra. Otra de las razones es que se practica la minería a cielo abierto, la que cuenta con ventajas y desventajas según geólogos especialistas.

Como medida cautelar el alcalde había propuesto que podía «trabajarse por comunidades y no por organizaciones».

Necesidad y muerte

Algunos medios suelen titular estas tragedias como la «fiebre del oro», desconociendo su origen como fenómeno social e histórico. Tal fenómeno ocurrió a mediados del siglo XIX por una gran cantidades de inmigrantes que viajaron de una ciudad a otra en busca del metal precioso.

A diferencia de ese fenómeno de explotación y conquista ocurrido en California, y que también tiene antecedentes en el periodo de la conquista en América de parte de los españoles, ingleses y franceses, y desde épocas antiguas, en Honduras tomó otro rostro muy diferente al de la «fiebre del oro», y es el rostro del hambre y la necesidad de subsistencia en uno de los países más pobres del mundo y segundo en América Latina.

En El Corpus no existe el espectáculo de la migración pero sí el de la tragedia. Tampoco ha obtenido los beneficios socioeconómicos para sus comunidades aledañas: no hubo tren ni crecimiento económico traducido a bienestar social y disminución de la pobreza.

Al igual que en otros lugares, sus efectos concuerdan con indígenas expulsados de la región de sus tierras tradicionales, además del impacto ambiental en una zona desértica como la del sur.

Los beneficios de la minería no impactan directamente sobre los ciudadanos, sino sobre quienes ostentan las tierras y a quienes el gobierno les concesiona y otorga permisos de explotación.

Hace algunos años, allá por abril del 2011, un grupo de teatro hondureño, representante de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) en el Festival Interuniversitario Centroamericano de Cultura y las Artes Panamá 2011 (FICCUA) presentó una obra sobre la minería en San Juancito. El autor de la obra es Rafael Murillo Selva y fue escenificada por el grupo teatral Lucem Aspicio. La obra «Un árbol que cuenta y cuenta» o «La ilusión minera» tuvo tanto impacto que las autoridades de las demás universidades participantes se acercaron al grupo a comentar sobre la importancia de la obra en el contexto centroamericano y las posibilidades de representarla en sus países.

Según estimaciones de instituciones se cree que los mineros puedan ganar 300.00 lempiras al día. Y se aventuran de 3 mil a 5 mil diarios en el cerro que mide aproximadamente de cuatro a cinco manzanas de superficie.

TG500. SAN JUAN ARRIBA (HONDURAS), 04/07/2014.- Mineros hondureños y la Cruz Verde salvadoreña rescatan hoy, viernes 4 de julio de 2014, a tres de once mineros que se encuentran soterrados desde el miércoles 2 de julio al derrumbarse una mina artesanal en donde trabajaban en la comunidad de San Juan Arriba en el sur de Honduras. EFE/Gustavo Amador
Mineros hondureños y la Cruz Verde salvadoreña rescatando el viernes 4 de julio de 2014, a tres de once mineros que se encuentran soterrados desde el miércoles 2 de julio al derrumbarse una mina artesanal en donde trabajaban en la comunidad de San Juan Arriba en el sur de Honduras. EFE/Gustavo Amador

¿De quién es la responsabilidad?

¿La responsabilidad de lo ocurrido es del gobierno central, del gobierno municipal o de los pobladores?

Según Carlos Corderos, subcomisionado de COPECO, ha afirmado que «aproximadamente 300 familias se alimentan de este rubro».

Al consultarle a Javier Laínez, Jefe Municipal de la Unidad Ambiental de El Corpus, «cualquier minero puede entrar pese a la prohibición, pues no tienen otro modo de subsistencia». Agrega que «las cuadrillas se organizan de 7 a 15 personas», por eso cree que «no solo sean tres personas las que hayan quedado sepultadas».

Al preguntarle a Carlos Cordero sobre si hay otra actividad que les permita sobrevivir, menciona dos de las propuestas hechas por el gobierno, pero que al parecer ninguna de ellas se ha cumplido.

Pasadas las tres de la tarde aún se desconoce si los desaparecidos están con vida. Las lluvias se han reanudado en la zona sur. La noche del lunes cayó una gran tormenta, probable razón por la cual haya habido los deslaves.

Juan Nicanor Velásquez, dueño del suelo, que no existe, ya que solo hay subsuelo lleno de túneles, alquilaba la propiedad y quienes explotaban no pagaban impuestos.

Según el ex minero y ahora Jefe de la Unidad Municipal Ambiental «desde hace 12 años» ya no le pertenece a Juan Nicanor la propiedad.

En años anteriores había salido a la luz que Virgilio Gúnera era uno de los responsables de la situación y que estaba vinculado con la extracción que allí se realizaba. Él negó ser responsable, pero el hermano de Juan Nicanor Velasquez, Edas Salinas, aseveró que Gúnera pagaba 70 mil lempiras mensuales por el alquiler del terreno a su hermano, por lo tanto la explotación estaba a cargo de Gúnera.

¿La pregunta es si hay corresponsabilidad del propietario? ¿Sigue cobrando renta por alquiler de la propiedad? ¿Qué diferencia este caso del ocurrido hace dos años y que también se repitió hace uno?

Para poder ingresar al área minera deben estar registrados con sus nombres y número de identidad, según Javier Laínez deben tener el código 0605 propio de la localidad.

Según estadísticas la actividad minera es uno de los medios de trabajo más rentable en el sur del país. Sin embargo, rentable no para quienes sacrifican su vida para saldar deudas y alimentar a sus familias.

¿Qué opciones de trabajo les queda? Algunos trabajan clandestinamente lavando residuos de tierra que les quedaron. Y como el dinero y las oportunidades escasean, prefieren arriesgarse a seguir con su trabajo de minería para conseguir por jornada de ocho horas al menos cuatro gramos de oro, cuyo valor ronda los 500.00 Lempiras el gramo.

De no conseguir para su sustento diario, los pobladores han manifestado que los estarían obligando a delinquir y ya no aguantan, «estamos desesperados», dijo Félix Galindo.

Mientras por un lado se lucha por la subsistencia, por el otro lado los empresarios mineros usurpan los recursos de comunidades que no les pertenecen y que están protegidas por la ley de la libre determinación de los pueblos.

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Foto de outletminero.org

2014, la muerte que nunca acaba

En el año 2014 desaparecieron once mineros en la mina de Cuculmeca, El Corpus, de los cuales solo tres fueron rescatados. El 2 de julio habían quedado sepultados sus cadáveres a causa de seis detonaciones simultáneas en el cerro Cuculmeca.

El director del INGEOMIN, Agapito Rodríguez, había expresado que «el propósito de las explosiones había sido para estabilizar el cerro internamente y para que la maquinaria pueda trabajar de forma más segura».

Se estimó invertir 28 millones de Lempiras para extraer los cadáveres, mientras los familiares lamentaban lo ocurrido. Algunos llegaron con la esperanza de que las explosiones sirvieran para encontrar rápido a sus fallecidos, pero el proceso duró meses.

Las pérdidas fueron múltiples: humanas y también se perdieron trabajos. En esos años quedó en evidencia la inoperancia y negligencia del Estado cuya responsabilidad es la regulación de la explotación minera.

Al igual que en la zona costera de La Mosquitia, donde los pescadores de langostas sufren parálisis de sus cuerpos debido a la falta de logística y seguridad laboral en su trabajo, pasa en la industria minera.

El Estado debe garantizar la protección de sus ciudadanos y evitar los riesgos posibles que acarreen las inversiones extranjeras.

Cuáles son las mafias beneficiarias  

Hace algunos años, Pedro Landa, llamaba a las autoridades a investigar qué mafias se benefician de la explotación del oro: «es necesario comenzar procesos de investigación para saber quiénes son las mafias que realmente se están beneficiando de la explotación del oro, quiénes son los dueños de los molinos, porque entendemos que existe capital hondureño y salvadoreño. Quiénes están proporcionando la dinamita, un explosivo  prohibido en el país, y que únicamente es utilizado por las Fuerzas Armadas, un Estado responsable debe comenzar a investigar estas preguntas.»

Uno de los sobrevivientes recordó aquellos momentos de agonía y agradeció la suerte que tuvo de ser rescatado del túnel donde ocurrió el derrumbe.

La única fuente de ingresos con la que cuenta la población de la zona es por la actividad minera: «Esta experiencia fue terrible, ese día ya habíamos terminado todas las labores y ya veníamos de regreso, de pronto sentimos que el techo que estaba encima de nosotros tronaba y de repente un aire nos sopló y cuando salimos corriendo la salida ya estaba sellada», dijo Bayron Maradiaga.

Para colmo, el gobierno dio por concluida la búsqueda de los ocho cadáveres.

Años después, ocurre otra tragedia.

Las políticas insanas de las compañías mineras: 2014 a la actualidad

Según el diagnóstico realizado por el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales, asegura que esta industria tiene muy bien definido su objetivo: convertir toda la riqueza natural en dinero.

Sin embargo, pese al llamado de las organizaciones que defienden la soberanía, el territorio y los bienes naturales, las tragedias persisten.

Por otro lado, parece que al gobierno no le interesa proteger las comunidades ni respetar los derechos de los indígenas como dicta la carta de los Derechos Humanos y el derecho y respeto a sus tierras.

El presidente Juan Orlando Hernández había denunciado en 2014 y 2015 «que algunos de los propietarios estaban relacionados con el crimen organizado e instó a la Fiscalía a que mostrara lo más pronto posible las pruebas del caso.»

Sin embargo, su discurso dista de estar en concordancia con los actos del gobierno y del despojo de tierras de poblaciones. Basta con leer las noticias sobre las ciudades modelos y la apertura de Honduras a los negocios e inversión extranjera.

El presidente Juan Orlando Hernández denunció que en «este sistema de explotación hay gente que prácticamente actúa como delincuente. Los mineros, la gente humilde, no debe seguir siendo explotada de manera perversa, esa es la esclavitud del siglo XXI”.

Tres nombres fueron mencionados por la Fiscalía y se presentaron los requerimientos fiscales en contra de Geovany Zepeda; Eduard Maradiaga y Virgilio Zúniga por la explotación del mineral sin ningún permiso.

Algunos pobladores del sur repudian la actividad minera ya que atenta contra la salud y el medio ambiente.

Traficantes de la miseria: Minería ilegal y Ley de Minería

Existe la creencia que compañías transnacionales trabajan conjuntamente con el crimen organizado y algunos de sus capataces locales.

Los trabajadores de minería suman las casi 5 mil personas, quienes hacen milagros para conseguir aunque sea un tiempo de comida para sus familias.

El año pasado, 2015, el gobierno se había comprometido a garantizarles empleo a los cinco mil mineros que han hecho del trabajo artesanal su medio de vida.

Para conocer la realidad de las empresas mineras y de lo que ocurre entre gobierno y si hay nexos con el crimen organizado y narcotráfico, habrá que adquirir habilidad de minero y adentrarse en uno de esos túneles laberínticos sabiendo que se puede no volver jamás a salir vivo de esos agujeros negros que brillan como el oro y matan como el veneno.

Seis y treinta de la tarde y aún no aparecen vivos los mineros desaparecidos.

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