EL OFICIO DE BAILAR EN EL SILENCIO DE LA PATRIA

EGO9 abril, 2016

Tegucigalpa, abril de 2016.

«La danza es el rubro de las artes que menos produce aquí en Honduras» me asegura Rafael.

Es abril, y en Tegucigalpa se está desarrollando una serie de actividades en el marco de celebrar el oficio de la danza. Todo abril es el mes de la danza y lo primero en lo que yo suelo pensar cuando pronuncio la palabra «danza» es en la capacidad de sincronización que tienen los cuerpos humanos, en el sudor recorriéndoles el cuerpo y lubricando los movimientos uno a uno, haciendo de cada paso una pulsación, lo cardíaco aquí tiene un sentido distinto: la belleza de cada movimiento, de cada pieza, de cada puesta en escena. Durante todo el mes se desarrollarán talleres y presentaciones con compañías internacionales y nacionales donde el único objetivo es rendir tributo a eso tan primario que los seres humanos tenemos, el lenguaje del cuerpo al que llamamos baile.

Le he pedido a Rafael Perdomo que conversemos, que me cuente cómo han sido sus años de experiencia como bailarín y como maestro, que me hable del oficio de la danza, que me aclare las dudas. Nos citamos en un café del casco histórico, pero bebemos té frío porque el calor es intenso por estos días. Llega puntual a la cita y viene con una sonrisa enorme, con la gentileza que desde que lo conocí hace unos días me ha mostrado, una gentileza que tengo que resaltar porque cada vez es algo que se parece más a lo exótico, muy cercano a lo desconocido.

«…y no es que no exista me dice sobre la producción artística, porque si ves hay muchas academias y escuelas, pero nadie se ha sentado a atomizar algo bien grande, a pesar de que sí han habido festivales pero se vuelven un circuito, o sea, mi argolla de amigos artistas bailarines y punto y ya estuvo. Lo que hemos hecho nosotros es abrir las puertas a quien quiera bailar que lo haga … queremos que todo mundo baile, ésa es la intención».

Rafael Perdomo carga con una experiencia de veinte años como bailarín y maestro, y este proceso simultáneo que lo ha venido ejerciendo desde casi el inicio de su carrera le ha formado un panorama bastante claro sobre el escenario de la danza en la región. Se radicó en Honduras hace ocho años. Al bailarín salvadoreño le tocó sobrellevar las pesadas cadenas de las fronteras ficticias, ésas que se sienten cuando decidís radicar en un país distinto al lugar donde naciste y que por alguna extraña razón los centroamericanos no hemos podido darnos cuenta de lo pequeños y parecidos que somos y las hacemos sentir de un país a otro. La compañía de Rafael, «4×5 danza contemporánea», cumple ya, ocho años también.

«La gran utopía de «todos los artistas somos hermanos y nos abrazamos y nos queremos», es nada más una utopía. A mí lo que me interesa es que la gente vea el trabajo que se está haciendo aquí en Honduras, principalmente porque vienen artistas de afuera, y muy poca gente sabe de que en Tegucigalpa y en Honduras en general, se está haciendo danza» —comenta Rafael.

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Uno de los objetivos del mes de la danza es generar un intercambio real entre artistas extranjeros y nacionales, para ello se han desarrollado distintos talleres y presentaciones. Rafael me habla de la necesidad que existe en los artistas locales de ubicarse en el mapa de la danza, saber dónde y en qué condiciones se está es sumamente importante para ellos y ellas, eso ayuda a una evaluación con rigor del quehacer artístico, permitiendo abrir los ojos a experiencias que pueden enriquecer profundamente el trabajo local.

El mes de la danza surge como iniciativa después del encuentro de escuelas y academias en mayo de 2015, pero no sólo incluye los talleres y micro festivales, a estos se suma el encuentro de escuelas y academias de danza, fortaleciendo así en su totalidad la iniciativa de dedicar un mes en el año a la danza en toda sus expresiones.

«La danza se ve como el hobby que muchos papás prefieren tener para sus niñas, principalmente las niñas, aunque ahora existe mucho niño y adolescente queriéndose meter al mundo de la danza, pero en el mundo de la danza hay mucho estigma de mucha cosa, tabúes y miles de cosas más».

Para Rafael, haciendo un balance de las artes escénicas, el Teatro es el rubro que más produce en Honduras, en segundo lugar la Música, luego las Artes Plásticas y sólo entonces en el último puesto de este ranking de producción que Rafael me hace se encuentra la Danza. Todo esto me hace pensar entonces en las condiciones en las que los bailarines y bailarinas se desarrolla en le país, qué tiene que suceder para que la danza sea la disciplina que menos produce en el país dentro de las artes escénicas.

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Las condiciones particulares en cada país determinan también el proceso creativo de los artistas, es en este sentido, un condicionante muy importante, Rafael cree que son estas condiciones en cada país las que han marcado profundamente a la danza latinoamericana. Pero más allá de eso, se debe tener mucho valor para hacerlo, para dedicarse a la danza se debe tener cierta determinación que te empuje y no se debe prestar atención a lo que piensen familiares y amigos, y me habla del caso particular de ser bailarín, del estigma que esto conlleva, de tener que lidiar con la idea de que si un hombre se dedica a la danza esto influye directamente sobre su orientación sexual, así como algo que sucede de manera general en todo el arte y es que si te dedicás a esto, al arte, te vas a morir de hambre.

«Mire maestro, me dijo alguien hace poco, aquí no hay apoyo en el mundo de la danza ¿verdad? Sí, le dije yo, hay apoyo. ¿Pero quién le da dinero a usted? Ustedes que vienen a ver la presentación, le dije». Me va contando Rafael sobre las condiciones concretas de las compañías de danza en el país y reflexiona que es gracias al apoyo del público que quienes se dedican a esta disciplina siguen presentándose.

«Un artista que espera sólo el apoyo del gobierno me dice, es un artista parásito y en este sentido no puede producir por su cuenta y a pesar de que el gobierno sea el garante de generar condiciones para que exista un verdadero reconocimiento al trabajo artístico, una compañía independiente no debe sentarse a esperar este apoyoEn Honduras el apoyo concreto a nivel institucional es inexistente, tanto como las políticas culturales que protejan la profesionalización del arte, en cuanto a un retiro seguro en su vejez, o en condiciones de generación de espacios donde los artistas puedan presentarse o incluso en materia de seguridad social. No debería existir una diferenciación entre los trabajadores y trabajadoras del arte y otras profesiones, sin embargo ésta es la realidad de quienes hacen arte en un país donde los artistas parecen conversar con un vacío insuperable: el artista es un ser prácticamente invisible, que en raras ocasiones es reconocido convocándolo para amenizar una fiesta de quince años o una boda».

«Me di cuenta de que aquí la danza es una danza analfabeta, ¿a qué me refiero con eso? La gente se sabe mover pero no sabe qué es lo que está haciendo» me comenta.

«Sólo lo intuye..» le digo, cortándole el aliento con la frase. Asiente con la cabeza.

«Sí…» me dice luego.

Rafael muestra signos de ser un enorme conversador, uno de esos que no se aburre de contar anécdotas y no duda en decir que para un artista de la danza no debe bastar con conocer la historia de la danza. Un bailarín, una bailarina, debe también conocer sobre las danzas de su país, sobre su historia. Esto me parece más a una motivación antropológica con la que no puedo evitar estar más que de acuerdo.

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Ya emocionado con el asunto de la historia me cuenta, algo que nunca está de más y se refiere al nacimiento de la danza contemporánea en Centroamérica, la cual se la debemos a artistas que durante los años setentas venían con los Cuerpos de Paz desde Estados Unidos y Europa, los cuales encontraron resistencia a la incorporación de la danza contemporánea en la región, porque la gente argumentaba que ésta no era necesaria debido a que ya se tenía el ballet. Hablamos un poco más sobre esto que parece interesante, ya que según Rafael uno de los grandes mitos de la danza es que se le dice a la gente que el ballet es la raíz de toda la danza.

«Si esto fuera cierto, si el ballet es la raíz de toda la danza me sigue explicando, entonces los garífunas de la costa tendrían que saber de ballet y vos ves a los garífunas bailando y es un mundo completamente diferente y bello y yo creo argumenta con cierto brillo en la mirada que si les enseño ballet dejarían de hacer lo que están haciendo».

Nos referimos luego al folklore, a las danzas folklóricas y aunque Rafael las vea lindas yo veo esto con cierta cautela, entonces con alevosía le pregunto sobre la diferencia que existe entre alguien que reproduce los códigos culturales del folklore en la danza y un artista de la danza.

«Todo depende del concepto artístico que tengan y quieran hacer, porque si yo sólo voy a agarrar un paso del folklore sin importar en que rama del folklore esté y los trato de montar en una coreografía más moderna, de conceptos vanguardistas, no estoy reproduciendo nada, no estoy haciendo nada, sólo agarro pasos que están en una cosa para meterlos en otra y punto, ya estuvo. Pero si lo que yo voy a hacer es agarrar una coreografía específica del folklore y lo cambio a contemporáneo, lo que yo voy a hacer es respetar los pasos específicos del folklore dándole un pequeño toque de danza contemporánea, y no estoy evolucionando el folklore pero sí incorporándolo a la academia, «tecnificándolo» un poquito más, pero voy a mantener la esencia, hacer eso si no tenés una visión artística clara sería arruinar algo que ya está lindo, que ya está hermoso y no vas a producir nada que valga la pena».

Luego de esto es posible que me haya confundido. Pero resulta interesante, por ejemplo, saber de los grandes vacíos académicos que la danza padece. Rafael agrega que no existe una fórmula para el proceso creativo y que tanto el folklore como la academia pueden fusionarse pero respetando las estructuras básicas de ambas y haciendo surgir algo nuevo, que para ello se debe tener la suficiente claridad sobre de qué es lo que se está buscando al hacerlo».

«¿Cómo creo yo una coreografía? A veces he escuchado una historia, la voy a extender y voy a hacer esto, para mí eso ha sido una forma, me va contando con la paciencia que sus años de experiencia en la docencia de la danza le han dado.

«Otras veces ha sido que estoy solo en el salón, me empiezo a mover y de repente, y aquí la ventaja de la tecnología, pongo mi cámara de vídeo, grabo y voy haciendo movimientos y de repente tengo 15 o 20 minutos de grabación que luego reviso y uno lo que me gusta y sólo después meto la música o busco una música que pueda terminar de complementar porque la danza, aunque parezca contradictorio lo que estoy diciendo, no necesita más que el movimiento, la música es opcional, es un complemento. Otra gente, según me han contado, escriben sus ideas, empiezan a tener un guión y en base a éste comienzan a crear pero para cada quien es un mundo totalmente diferente».

Me comenta que una obra de arte debe durar el que sea necesario, que a veces con tres minutos basta, pero también el trabajo de la danza depende mucho de la disponibilidad de los compañeros de compañía, que debe ser un oficio integral, desde la formación hasta la puesta en escena».

«En tus años, que ya son ocho en Honduras, pero veinte en total, ¿cuáles son las personas que vos podrías decir que están en un nivel verdaderamente profesional en el país?» Le pregunto.

«Cuando yo decido quedarme aquí en Honduras para trabajar, hace ocho años, la pareja del momento eran Isadora Paz y Lempira Jaén, ellos eran la pareja top del mundo de la danza aquí en Tegucigalpa y en toda Honduras. Luego de eso han habido otras personas que han estado trabajando pero no puedo decir que estaban produciendo algo elevado, sí, estaban produciendo pero no llegaban al nivel de Isadora y Lempira. Hoy no veo a más gente que a Nidya Carolina Zelaya de «4×5 danza contemporánea», a pesar de que sí hay gente y los vimos bailando allí. Pero categoricémoslo en dos niveles, el profesional y el principiante, y mucha gente se queda en nivel principiante, no porque no tengan la experiencia sino porque han entrado en un letargo de creación que no los está dejando avanzar, más por eso, porque no están creando a la expectativa que a mí me gustaría ver en el arte del mundo de la danza».

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