EL LUGAR EN LA HISTORIA DEL DIPUTADO OSWALDO RAMOS SOTO

ALG12 julio, 2019

@oscarlestrada

Es común asumir que las personas poderosas en el mundo tienen, ellos o sus familias, un esqueleto escondido en algún armario que con seguridad les ha de atormentar en algún punto de sus vidas. En Honduras, pocos políticos tienen de manera tan gráfica ese esqueleto como el eterno diputado, abogado Oswaldo Ramos Soto.

En este capítulo de Las mieles del poder, hablaremos de los orígenes del líder nacionalista, su carrera profesional como Rector de la UNAH en una época altamente conflictiva para el país, su gestión como Presidente de la Corte Suprema de Justicia, la APROH y los esqueletos en el armario del abogado José Oswaldo Ramos Soto.

Nació en la ciudad de La Ceiba, Honduras un 25 de febrero de 1947. Es abogado, político y durante muchos años fue catedrático de Derecho Constitucional en la UNAH. Quienes recibimos clases con él, siempre nos impresionó que daba la misma clase a través de décadas: siempre era lo mismo, párrafo por párrafo, lección tras lección, nunca cambió una coma en el guión de su clase.

Fue rector de la Universidad Autonoma de Honduras, Presidente de la Corte Suprema de Justicia y es desde 2006 diputado del Congreso Nacional.

De pie, al centro, el abogado Oswaldo Ramos Soto.

José Oswaldo Ramos Soto recibió sus estudios primarios en la escuela Bohemia o “Carmen», en la escuela Isletas de los campos bananeros de la Standard Fruit Company, y después en la escuela mixta Minerva, que dirigía la maestra Rafaela Huete de Rodríguez en la ciudad de La Ceiba. Los estudios secundarios los realizó en el Instituto departamental Manuel Bonilla (el fundador del Partido Nacional en 1902) en aquella misma ciudad. En 1965 viajó a Tegucigalpa para estudiar la carrera de derecho en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), que concluyó en 1971. Tenía entonces 24 años.

El padre de Ramos Soto era liberal y su mamá nacionalista. El joven Oswaldo optó entonces por afiliarse al Partido Nacional por considerarlo «más serio, estricto y menos demagógico». Participó en la campaña para las elecciones intermedias —elecciones municipales de 1968— del gobierno de Oswaldo López Arellano que ganó un primo de su madre, con quien el joven Ramos Soto vivía, el abogado José Santiago Ramírez Soto “Cheche”, quien fue presidente del Distrito Central —lo que hoy es Alcalde de Tegucigalpa.

Durante su paso por la UNAH, fue Secretario de la Comisión de Deportes, miembro de la selección de fútbol de la Facultad de Derecho, líder del Frente Unido Universitario Democrático (FUUD) de la UNAH, representante de la Asociación de Estudiantes de Derecho en el Claustro Pleno de la Universidad, miembro de la Junta Directiva de la Facultad de Derecho (69-70) y Presidente de la Asociación Nacional de Periodistas Deportivos de Honduras (68-69).

Un año después de egresado, se instaló en Honduras el gobierno nacionalista de Ramón Ernesto Cruz (exprofesor de Soto en Teoría General del Estado e Historia del Derecho). Siendo nombrado como Secretario de la Presidencia Guillermo López Rodezno (también profesor de notariado de Ramos Soto). Como Ramos Soto había sido un alumno de excelencia, fue llamado para ser el secretario de Audiencias en Casa Presidencial. Allí comienza su carrera política y aprovechando esos vínculos creció políticamente adentro del Alma Mater.

Oswaldo Ramos Soto

Es necesario recordar que los años 70 fueron años conflictivos en la vida política de la UNAH. Una década convulsa. La juventud progresista de aquella época tenía en las autoridades universitarias de los años 70 un respaldo del cual Ramos Roto era el más dedicado contrincante político.

Fue candidato a Rector de la UNAH en las elecciones de 1973 que ganó Jorge Arturo Reina, y en 1979, cuando perdió las elecciones contra el doctor Juan Almendares Bonilla. Fue decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales por dos periodos, entre 1975 y 1981 y Presidente del Colegio de Abogados de Honduras en 1979, luego Presidente del Claustro de Profesores de la Facultad de Derecho de la UNAH en 1982.

Ese año, 1982, se implantó la Doctrina de Seguridad Nacional en el país. El general Gustavo Álvarez Martínez, amigo íntimo del abogado Ramos Soto, apoyó la candidatura de Oswaldo para ocupar la rectoría de la UNAH, comprendiendo lo importante que era cerrar ese espacio a los grupos políticos de izquierda. Ganó el cargo de Rector Universitario a los 35 años de edad, en unas polémicas elecciones el 4 de julio de 1982, y fue reelecto para ocupar un segundo periodo hasta 1988.

Milton Jimenez Puerto, entonces estudiante de Derecho y líder de la FUR (Fuerza Universitaria Revolucionaria) acusó en 1993 al abogado Oswaldo Ramos Soto de haber sido el autor intelectual de su desaparición temporal, ocurrida el 27 de abril de 1982. Jimenez activaba en oposición a la elección de Ramos Soto como rector. Cuenta Milton Jimenez, quien luego sería Ministro de Relaciones Exteriores en el gobierno de Manuel Zelaya Rosales, que fue secuestrado junto a su hermana Marlene y sus amigos: Gilda Rivera, Suyapa Rivera, Guillermo López Lone y Edwin López Lone. Elementos de la DNI entraron a su casa de habitación en la colonia Miraflores, también habitada por el sub procurador General de la República, el abogado Rafael Rivera Torres, padre de las estudiantes Rivera; fueron llevados a un centro de detención y torturados por 10 días, hasta que producto de la presión nacional e internacional fueron liberados. En su momento ha sido también responsabilidad  de este incidente el capitán en retiro Billy Joya Améndola. 

Padres del estudiante desaparecido Eduardo Becerra Lanza.

El 1 de agosto de 1982, siendo rector de la UNAH el abogado Ramos Soto, fue desaparecido el estudiante de 24 años José Eduardo Becerra Lanza, hijo de Gertrudis Lanza Gonzáles y Roberto Becerra Lanza. Al momento de su desaparición, Eduardo Lanza era Secretario General de la FEUH y miembro del FRU, fue visible en su participación en protestas estudiantiles en contra de la detención de otros estudiantes acusados de haber realizado actos subversivos.

Becerra Lanza fue detenido por una patrulla militar junto a dos compañeros suyos en lo que se conocía como “El bar de los solteros” en el centro de Tegucigalpa. Sus dos amigos, Flavio y Óscar, fueron reclutados para cumplir el servicio militar obligatorio, Becerra Lanza fue entregado al DNI y desaparecido.

«En 1986, un miembro de la Contra nicaragüense que trabajó en Tegucigalpa, admitió, durante una entrevista con una periodista norteamericana, haber participado en el asesinato de José Eduardo Becerra Lanza y Félix Martínez, explicando con detalle la forma en que le dieron muerte. En su declaración señaló que el capitán Alexander Hernández, miembro de una red clandestina anticomunista, le entregó a estas personas con la clara instrucción de darles muerte, especificando que Becerra Lanza debía desaparecer. Este último habría sido asesinado y enterrado en un lugar solitario entre Tegucigalpa y Choluteca. La orden, según el Capitán Hernández, provenía directamente del General Álvarez Martínez. (Los Hechos hablan por sí mismos. Informe preliminar sobre los desaparecidos en Honduras (1980-1993. Comisionado Nacional de los Derechos Humanos, Honduras, 1994).

En 1987 el escritor Longino Becerra publicó el libro Cuando las tarántulas atacan que documenta el caso de la desaparición de Eduardo Becerra Lanza, señalando la responsabilidad del gobierno y las Fuerzas Armadas en dichos acontecimientos. Gertrudis Lanza, madre Eduardo, narra su historia: «A mi hijo mayor, José Eduardo Becerra Lanza, lo secuestró el Escuadrón de la Muerte 3-16 el 1 de agosto de 1982. Fue torturado durante 28 días. Después de ese lapso se le asesinó a balazos y su cadáver fue puesto en un hoyo con cal. Luego, a consecuencia de la deserción del individuo que lo ejecutó –un contra nicaragüense de seudónimo Miguel–, fue exhumado y aparentemente mantenido en un horno con un gancho de carnicero en la boca. Por último, y sin duda alguna para impedir mis denuncias como madre, se le arrojó en un basurero próximo a la “Colonia 21 de Octubre”, en Tegucigalpa, después de quebrarle los dientes a martillazos, vaciarle los ojos, extraerle las vísceras y pintarle el cabello. Yo examiné su cuerpo en la morgue del Cementerio General y reconocí todos sus rasgos físicos, excepto las manos, las que tenía un poco más pequeñas. Mi hijo era Secretario General de la FEUH y, por su vocación al estudio, toda una esperanza para la Patria y la familia».

El 5 de junio de 1993, en una entrevista al diario Tiempo, Gertrudis Lanza responsabilizó directamente al abogado Oswaldo Ramos Soto de la desaparición de su hijo Eduardo Lanza.

Roberto Suazo Córdova y Gustavo Álvarez Martínez.

El 10 de enero de 1983 la Asociación para el Progreso de Honduras (APROH) obtuvo su personería jurídica. La APROH es considerada la logia corporativa más importante de la historia de Honduras. Los miembros directivos de esta organización eran el jefe de las FFAA, General Gustavo Álvarez Martínez (Presidente), el magnate Miguel Facussé Barjum (Vicepresidente), el rector de la UNAH, abogado Oswaldo Ramos Soto (Secretario), Bernard Cassanova (Tesorero), el empresario de las comunicaciones José Rafael Ferrari (Presidente de divisiones), el banquero Paul Vinelli (Secretario de finanzas), el presidente (1990-1994) Rafael Leonardo Callejas (Desarrollo económico), Osmond Maduro (Asuntos educativos) y los vocales Roy Smith, Emin Abufele, Rafael Valle, Francisco Guerrero, Marcial Solís, Andrés Víctor Artíles, Matilde Manueles, Juan Marinakys, Aquiles Izaguirre, Eduardo Aragón, Armando Erazo, Emilio Larach, Armando Fuentes, Angel Martínez Reyes, Rafael Cruz López, Israel Rodríguez y Adán Benítez.

La APROH fue un organismo que estaba encima del Estado y de todo control democrático, elaboraba propuestas de nuevas leyes y recomendaciones en materia de política exterior. En algún momento incluso se rumora que la APROH pensaron que lo mejor para el país sería disolver la República de Honduras y solicitar a Estados Unidos un status de miembro libre asociado. Durante una reunión en Miami, en septiembre de 1983, la APROH recomendó a dirigentes vinculados a la administración Reagan, invadir a Nicaragua para aplastar a la revolución sandinista.

El 7 de abril de 1984 fue defenestrado de su cargo como jefe de las Fuerzas Armadas el temido General Gustavo Álvarez Martínez. Parafraseando al analista Victor Meza, la razón del derrocamiento de Álvarez respondió más a un interés de las cúpulas rivales de las FFAA de hacerse con el control de los fondos que provenían de EEUU para la guerra sucia contra Nicaragua, que a un preocupación real en las violaciones de Derechos Humanos que encabezaba Álvarez Martínez y su batallón 3-16.

Según relatos de la prensa de la época, a las 7 de la mañana del sábado 7 de abril, Álvarez Martínez acudió a la base aérea de Armando Escalón, donde le esperaba su avión especial. Había citado a desayunar a su amigo personal, el rector de la UNAH, Oswaldo Ramos Soto, que le acompañaría en el vuelo de regreso a la capital. El comandante en jefe desconocía que su cuartel general de Tegucigalpa había sido ocupado esa madrugada por cien cobras al mando del teniente coronel Mario Amaya. Sus tropas, que tienen la consigna de «no hablar, no reír, no saludar», llevaban en sus manos planos detallados del cuartel, que tiene un alto valor estratégico como centro de comunicaciones militares de todo el país. Otros 3,000 soldados rodeaban la capital del país. Álvarez se encontró en la base aérea con el coronel Roberto Martínez y el jefe de esa instalación, mayor Israel Navarro. Algunas fuentes y el propio general defenestrado aseguran que Walter López se encontraba también en ese lugar. El coronel Martínez lo saludó diciendo: «Mi general, le espera una llamada del presidente». Era una estratagema para separarlo de su escolta. El mayor Navarro, integrado en el primer círculo de conspiradores, lo acompañó a la oficina. Una vez allí le dijo que estaba arrestado y le invitó a desprenderse del arma y a redactar su renuncia. El general reaccionó airadamente, en su papel de comandante en jefe. Su subordinado le advirtió que tenía órdenes muy severas contra él si oponía resistencia. Al preguntar el porqué de su destitución, le respondió que por la corrupción, por los desaparecidos y por la creación de cuerpos paramilitares.

Sabiéndose perdido, Álvarez se desarmó de su pistola, al tiempo que le decía: «Se la regalo». No se ha aclarado suficientemente en qué momento redactó su renuncia, dirigida al presidente, pero con toda probabilidad fue en esta oficina, ya que acto seguido le pusieron las esposas y no se las quitaron hasta que salió en dirección a San José de Costa Rica. El propio Álvarez ordenó a su escolta que no opusiera resistencia. Por todo equipaje llevaba un maletín de mano con las 127.000 lempiras recaudadas la noche anterior en la reunión de la APROH. La mayoría de los firmantes acudió a sus bancos a primera hora del lunes para anular los cheques.

Cuando acababan de desarrollarse estos acontecimientos llegó a la base su invitado, el rector Oswaldo Ramos Soto.

«Vengo a desayunar con el general Álvarez», dijo en el portón de entrada.

«¿Cómo es que usted anda proponiendo un golpe?», le contestó el oficial de turno. El rector, turbado, insistió en ver a su anfitrión.

«Está detenido en ese avión y sale exiliado a Costa Rica. Hombres como usted deberían ir con él», le respondieron.

Oswaldo Ramos Soto comprendió lo que sucedía, asustado escapó a toda prisa del lugar.

Quema de la embajada de Estados Unidos, 1988.

El 5 de abril de 1988 la DEA, en colaboración del gobierno del presidente liberal José Simón Azcona del Hoyo, secuestró al narcotráficante hondureño Juan Ramón Matta Ballesteros.

La extradición de Matta fue catalogado como un irrespeto a la soberanía nacional, incluso artistas como Lucy Ondina, devolvió un premio al Arte acreditado por el gobierno de José Simón Azcona, como repudio a la ilegalidad.

Oswaldo Ramos Soto afirmó en una entrevista a una radio capitalina que la actuación contra Matta constituyó «una ostensible violación a la Constitución de la República y al amplio espíritu de la misma».

Estudiantes universitarios de derecha agrupados en el Frente Unido Universitario Democrático, junto con otros grupos de izquierda iniciaron entonces una movilización a los bajos del Congreso Nacional. Allí se sumarían estudiantes de secundaria aglutinados en varias organizaciones de izquierda como el MEP, FAR sumando más tarde a los Estudiantes de la Escuela Superior del Profesorado, quienes realizaron una gigantesca manifestación rumbo a la embajada Norteamericana.

Al incendiarse con bombas molotov la caseta de vigilancia y los vehículos estacionados en dicha sede consular, los guardias de la compañía Halifax dispararon sus armas contra los manifestantes asesinando a varios estudiantes de quienes se conoció los nombres de Henry Napoleón García Marcía, Fredy Alberto Pineda, Rolando Erazo, Amílcar Agüero Cruz y Yolani Medina, aunque oficialmente sólo se habló de García Marcía y Fredy Pineda, ambos estudiantes de la Escuela Superior del Profesorado.

Al día siguiente se estableció el Estado de Sitio en la ciudad capital, las instalaciones de la Escuela Superior del Profesorado fueron ocupadas por fuerzas militares por más de 20 días, destruyendo en su interior la biblioteca y sedes estudiantiles, y más tarde, el 19 de abril, le dieron captura al dirigente de la Federación de Estudiantes de Segunda Enseñanza: ROGER SAMUEL GONZÁLEZ ZELAYA quien se sumó a la lista de desapariciones forzadas en el país.

Las autoridades norteamericanas de esa época consideraron que las palabras inoportunas del abogado Osvaldo Ramos Soto constituyó un incentivo para las protestas, que terminaron con la quema del consulado norteamericano, el 7 de abril de 1988. Ese incidente tendría repercusiones luego en las elecciones de 1993, cuando la misma embajada manifestó su descontento con la posible presidencia de Ramos Soto.

En 1990 inauguró su presidencia el nacionalista Rafael Leonardo Callejas Romero, también junto a Oswaldo Ramos Soto, miembro de la APROH. El exrector de la UNAH, contrincante del callejismo en esas elecciones internas, fue nombrado presidente de la Corte Suprema de Justicia en un acuerdo con el Partido Liberal.

Duró poco en el cargo. En 1992 fue destituido por el mismo Congreso Nacional, según él, porque se negó a aceptar la imposición de jueces y demás miembros en el Poder Judicial en defensa de la separación de poderes.

Ramos Soto fue acusado en ese momento de usar los recursos de la Corte Suprema de Justicia para impulsar su campaña presidencial de cara a las elecciones de 1993, una acción que asustó a las cúpulas de los partidos que vieron con alarma como la CSJ se convertiría, como lo era en efecto el Congreso Nacional, en instrumento de futuras ambiciones políticas.

Material de campaña de Oswaldo Ramos Soto, 1993.

En la Convención  nacionalista de principios de 1993, Oswaldo Ramos Soto fue elegido como candidato oficial del Partido Nacional para las elecciones generales de ese año. Su campaña política fue dirigida por activistas del Movimiento Callejista, del gobernante Rafael Leonardo Callejas. El emblema de su candidatura presidencial era una locomotora azul con una estrella blanca en el costado y su lema «Súmate tú también al paso arrollador de la locomotora azul».

Ramos Soto presentó antes de las elecciones el Plan de gobierno 1994-1998: Desarrollo humano: crecimiento con distribución. Su campaña se enfocó en la juventud, a quien Soto consideró la «mayor riqueza de la nación», prometiendo una mayor participación de esta en los procesos democráticos. También prometió impulsar la educación de cara al nuevo siglo, brindar asistencia a las adolescentes embarazadas y promover las actividades recreativas.

Las encuestas daban por vencedor al abogado Ramos Soto, pero el pueblo en los comicios se inclinó a favor del candidato del Partido Liberal, el doctor Carlos Roberto Reina. Ramos Soto declaró tiempo después que algunos miembros cercanos al presidente Callejas conspiraron contra sus aspiraciones presidenciales. Algunos analistas consideran incluso, que la misma Embajada de Estados Unidos vio con alarma la posible presidencia de Oswaldo Ramos Soto, por su estrecho vínculo con el narcotraficante Ramón Matta Ballesteros y su papel en los disturbios de abril de 1988.

En las elecciones de 2001 Ramos Soto salió como diputado representante del departamento de Francisco Morazán ante el Congreso Nacional; siendo reelecto como en las elecciones de 2005, 2009, 2013 y 2017.

Nora de Melgar, Oswaldo Ramos Soto y Rodolfo Irías Navas, durante la campaña presidencial de 1993.

En 2013 el abogado Oswaldo Ramos Soto se sometió a una cirugía de trasplante del riñón, su donador fue su hijo de 35 años, salvándole la vida. Fue recibido con ovación en el Congreso Nacional luego de su recuperación, oportunidad que aprovechó para solicitar al pleno se apruebe la nueva ley de donación de órganos.

El parlamentario nacionalista, David Chávez, propuso en el Congreso Nacional (CN) en junio de 2018, un proyecto de decreto para que Oswaldo Ramos Soto sea declarado Diputado Vitalicio Ad Honorem. Según Chávez, es para reconocer los múltiples méritos de su compañero y exrector de la UNAH, quien lleva 17 años como congresista.

«Tenemos sin lugar a dudas al mejor diputado; por eso quiero decirle al maestro Ramos Soto que nos sentimos orgullosos de usted y por eso hemos presentado este proyecto», indicó.

«En honor a todos los méritos profesionales, académicos y parlamentarios, pido declarar al ciudadano José Oswaldo Ramos Soto como parlamentario vitalicio ad honorem de este Congreso cuando él decida retirarse», continuó diciendo.

El abogado Oswaldo Ramos Soto representa uno de los sectores más conservadores de la política nacional. Con una carrera plena de éxitos y una serie de polémicas alianzas y amistades, ha formado parte de los acontecimientos más importantes de la historia del país de los últimos 50 años.

Señalado como responsable directo de desapariciones de estudiantes universitarios en los años ochenta, tanto por familiares, por COFADEH, y de formar parte de la secta MOON en los años 90, según afirmó el político liberal Ramón Villeda Bermúdez en una entrevista a El Heraldo, Ramos Soto se ha defendido siempre negando las acusaciones calificándolas como una «Mentira histórica».

En los años ochenta y noventa tuvo fama de hombre inteligente, por su característico cantinfleo rimbombante. Hoy, que se acerca al final de su vida, Seguramente será homenajeado por los políticos del país, por su trayectoria anticomunista. Los jóvenes, sin embargo, lo recordarán con una dimensión más completa, quemando su retrato en la facultad de odontología, exigiendo se cambie de nombre al auditorio que lo recuerda, esperando así, por lo menos, que se lo lleve el olvido, a donde pertenece en la Historia.

Oswaldo Ramos Soto

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