EL DOLOR DE LA SEPARACIÓN EN LA FRONTERA DE EE.UU.

EGO19 junio, 2018

Alison Jimena Valencia Madrid, una niña de 6 años de edad, fue separada de su madre la semana pasada en la aduana de Estados Unidos por una patrulla fronteriza.

¡No quiero que detengan a mi padre! ¡No quiero que lo deporten!- dice una niña, mientras agentes de la patrulla fronteriza y personal consular los separan de sus padres con base en la nueva política migratoria de “tolerancia cero” de los Estados Unidos de Donald Trump. Las niñas son de El Salvador y de Guatemala. Se puede oír a un agente que intenta calmarlas diciendo que tienen una orquesta.

“No llores” dice el agente, a una de las niñas a manera de respuesta le dice: – “quiero ir con mi tía” – a lo que el agente le dice que si, que va a llegar con la tía, que ella (refiriéndose a la trabajadora social o consular) le va a ayudar. La niña únicamente contesta: Papá.

Desde abril la Fiscalía presenta cargos penales contra las personas que entren de forma ilegal y sin el proceso correcto de solicitud de asilo a los Estados Unidos, son trasladados a centros de detención considerados delincuentes y los niños, sus hijos menores de edad, pasan a servicios sociales.

Entre el 19 de abril y el 6 de junio 2.033 niños fueron separados de sus padres al intentar entrar a EE.UU. en cruces fronterizos oficiales, estas cifras no incluyen los pasos fronterizos no oficiales.

En abril hubo 55 separaciones, en marzo 64. De octubre del 2016 a febrero del 2018 se registran casi las 1800 separaciones.

Aunque esta política no es nueva, la aplicación de estas acciones tan fuertes y muy inhumanas ha estado a cargo de la administración de Trump. Desde el 2005 el presidente Bush (hijo) aplicó la “tolerancia cero” con la operación Streamline que incluía el procesamiento criminal para los indocumentados, con juicios rápidos y a veces grupales, pero los emigrantes con niños eran beneficiados. Obama también experimento un flujo migratorio irregular, y fue la crisis de niños migrantes solos que cruzaban la frontera (69.000 menores, del 1 de octubre de 2013 al 30 de septiembre de 2014), eran detenidos y enviados a albergues, muchos de ellos centroamericanos (la mayoría de estos hondureños) huyendo de la situación del país.

La confusión

Trump basa su política de migración en una mala interpretación de una norma aprobada en el 2008, que trata de evitar el tráfico de niños, liberar a los menores retenidos en albergues con familias de acogida, o con familiares que viva en el país, también y que impide la deportación inmediata de menores indocumentados, pero la ley no especifica nada sobre la separación de familias.

La lentitud judicial permite a muchos inmigrantes estar en libertad e incluso trabajar mientras esperan una respuesta de los tribunales, aunque siempre existe la posibilidad de que no se presenten y se mezclen con la población migrante indocumentada que trabaja en los Estados Unidos.

Son casi 700.000 casos pendientes en los juzgados de inmigración a la espera de una resolución. Trump quiere acabar con eso y en octubre se les exigirá a los jueces que completen 700 casos al año.

Un menor que ha llegado solo a la frontera o ha sido separado de sus padres en territorio de los Estados Unidos puede pasar hasta 72 horas en un centro policial, al terminar este plazo pasa a custodia del Departamento de Salud y Servicios Sociales que se encarga de encontrarle una familia, este proceso debe durar alrededor de 56 días.

11,351 menores inmigrantes están bajo custodia del gobierno estadounidense. Esta no es ninguna seguridad, en abril servicios sociales reconoció que no sabe dónde están 1,475 niños que llegaron solos a los Estados Unidos.

En un audio que circula se escucha el drama de dos niñas que piden no ser separadas de sus padres, mientras empleados consulares piden registros, la burocracia se diluye por el llanto de los niños, dirección, número, lenguaje binario mientras las niñas desesperados continúan pidiendo no ser separadas.

En todos los casos los niños separados son detenidos y albergados en centros de acogida, mientras se resuelve su situación.

La angustia de las niñas es manifiesta en el audio, a pesar de los intentos de los encargados para calmarlos, ellas llaman a su papá. Otra niña al preguntarle dónde quedó su mamá contesta: Honduras.

En triángulo norte de Centroamérica es el origen de un gran porcentaje de la migración ilegal hacia los Estados Unidos y ahora viven otro factor migratorio de los tanto que ya han superado, la separación de sus padres o adultos encargados.

Otra de las niñas insiste en que llamen a su tía para que llegue a recogerla.

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