EL DIFÍCIL TRÁNSITO EN 2019

EGO7 enero, 2019

No creo en las cábalas, ni en los augurios que se desprenden de los ímpetus magiares, ya sea de los antiguos como los modernos hierofantes.

Es mas, nunca me atreví siquiera a pedirle a Dios que nos ayude, porque tengo la impresión de que, en cualquier caso, la providencia ha dejado en manos de las mujeres y los hombres, el portento de manejar su propio camino y sortear con su esfuerzo los escollos del azar.

Por ello, no me queda mas remedio que dedicar siempre un tiempo en mi agenda diaria a aprender economía, ciencia muy inexacta, como todas, pero útil, en la medida que maneja el instrumental y la intuición necesarias para ayudar a comprender el mundo y sus desatinos.

De ahí que al ser consultado por medios y amigos sobre lo que debemos esperar del naciente 2019, es imposible evitar ese sentimiento de angustia por no tener una proyección basada en el rigor que exige el método científico. La respuesta es siempre, o casi siempre la misma:

«ya lo dijo el Banco Central; al igual que en 2018, creceremos 3.7%, los precios subirán entre 4 y 5%, la depreciación será similar a la del año anterior, etc. La pobreza no se moverá significativamente, el subempleo se mantendrá en la misma proporción y seguirá yéndose la gente a buscar suerte en otro país, sobre todo a los Estados Unidos».

Será un año difícil, igual que el anterior, eso lo sabemos todos: desde el mas humilde ciudadano, hasta la mas encumbrada profesora de ciencias. Lo será, porque las circunstancias externas e internas se mantienen como mínimo o empeoran.

Hay que prestar, sin embargo, mucha atención al entorno. Las cosas están cambiando especialmente en los países que mas influyen en la economía hondureña.

México, nuestro cercano socio comercial y de inversiones estrenó presidente. EUA, el sempiterno referente de nuestras filias y fobias, experimenta movimientos preocupantes en su economía, la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) toma decisiones sobre su producción petrolera y los demandantes de nuestros productos exportados continúan el descenso.

En lo que respecta a los Estados Unidos, es importante considerar que, al margen de nuestras conveniencias o antipatías, Trump puede ser elegido en los comicios de noviembre de 2020. Ese es un país que tiene una larga tradición de reelegir al presidente en funciones y muchos de los que votaron por él hace dos años le acompañan todavía, merced a su tono desafiante y díscolo frente a la globalización y la flexibilización del comercio.

Ahora, ¿Es bueno esto para la economía de aquel país? Esta es una pregunta ardua.

Los dueños de Apple, que han perdido en las últimas horas una buena parte de sus riquezas por la baja en un 10% en el valor de las acciones de la compañía, debido a las malísimas ventas en la china, dirían que una buena parte de la responsabilidad de sus pérdidas responde a esa actitud acrimonia y absurda del presidente americano. Y esa forma de actuar se va a sentir poderosamente este año 2019.

Entonces ¿qué nos queda por hacer? Yo diría que tres cosas: Reelaborar el presupuesto público, facilitarle la vida a quienes quieren emprender para generar empleo y, sobre todo, darle un último chance a la posibilidad de un acuerdo político serio. Ninguna de las tres cosas es fácil, dada la mala costumbre que hemos tenido de no hacer nada, pero creo que es la oportunidad para cubrirnos de la debacle que se avecina.

Sobre el presupuesto aprobado en diciembre, es indispensable hacer una revisión consciente. Hay que reorientar el gasto hacia tareas mas eficaces que las tradicionales. Este es un rol que corresponde más de la Secretaría de Coordinación de Gobierno que de SEFIN, el problema es que nadie sabe, salvo los que allí trabajan, que es lo qué se hace en sus oficinas.

También debe revisarse la estrategia de endeudamiento, ya que su ritmo actual es el camino mas veloz hacia una crisis profunda, dada la situación externa.

Eliminar las trabas burocráticas a la instalación de pequeñas empresas, facilitar y flexibilizar el crédito a la producción, así como desregular de forma moderada y transitoria el sistema financiero, mejorará la dinámica productiva y proveerá mejores señales a los agentes económicos. Esa es la mejor manera de guarecernos ante la posible tormenta proveniente del norte.

Por último, aunque no menos importante. Hay que correr para lograr el ansiado acuerdo político que evite que nos sigamos hundiendo en los desafueros que nos tienen en la situación actual. Parece complicado lograrlo a estas alturas, pero es necesario advertirlo: Sin un consenso en esa materia, las cosas solo pintan para peor.

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