Desafíos del periodismo hondureño en tiempos de la «post-verdad»

EGO26 enero, 2017

Por Albany Flores


En agosto del 2016 el Diccionario de Oxford declaró al concepto “post-verdad” (post-trust) como palabra del año. Post-verdad es el término periodístico “denota circunstancias en que los hechos objetivos influyen menos en la formación de la opinión pública, que los llamamientos a la emoción y a la creencia personal”. En 2016, la proliferación de las noticias falsas, los indicadores de las grandes encuestas alrededor del mundo occidental, mostraron una vez más la enorme capacidad que tienen los medios de comunicación de influir en la opinión y en la consciencia ciudadana sobre los temas más importantes de una sociedad.

Al mismo tiempo, demostró que esa verdad —la verdad de los grandes medios—, no es siempre la descripción más acertada y honesta de la realidad, sino “verdades” construidas mediante el propio interés de las corporaciones de noticias. La palabra post-verdad fue la palabra que definió los particulares procesos históricos que fueron el Brexit en la Gran Bretaña, el plebiscito colombiano en el marco de los Acuerdos de Paz entre el gobierno con las FARC, y el triunfo de Donald Trump en las Elecciones Generales de los Estados Unidos en noviembre pasado.

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Artículo de El Deforma, periódico de sátira mexicano. La noticia del letrero de «Resiste» atrás de la casa blanca es real. Con ello, medios tanto de sátira como «reales» parecen coincidir en la información.

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Dichos procesos (el Brexit, el plebiscito colombiano y el triunfo de Donald Trump) resaltaron la gran diferencia que existe entre la realidad sentida y la realidad manifiesta; es decir, que en muchos de los casos la prensa internacional no está publicando la realidad tangible (lo que en verdad sucede) sino la realidad deseable (lo que la gente quiere leer). De ese modo, las cosas no suceden de la forma en que la prensa las describe o las predice.

La Doctora en Ciencias Políticas y profesora de la Universidad Autónoma de Madrid, Máriam Martínez Bascuñán, expuso en una conferencia que la humanidad vive un momento de cambio de gran significado para la historia, y puso en tela de juicio algunos conceptos marxistas que hasta ahora han sido tenidos como verdades por la comunidad de cientistas y académicos sociales. Para ella, con el aparecimiento de las redes sociales, los conceptos de “privacidad” han tomado un nuevo significado, y por tanto, el límite entre lo privado y lo público está en una línea muy fina.

Nosotros podríamos agregar, que el límite entre lo «verdadero» y lo «falso», en las redes sociales, igualmente están en una linea muy fina.

La académica ha dicho sin ambages que en un mundo donde cohabitan la vida natural con la vida virtual, quienes no existen en internet prácticamente no existen en la vida en general. La vida virtual ha suplantado de muchísimas formas de la vida natural. Además, ha manifestado que: «El relato humano de hoy día se recrea en el mundo digital, y de esa forma la vida natural y la vida virtual se condicionan entre sí».

Contrario a lo que hasta ahora se creía sobre que el periodismo es el cuarto poder de los Estados, Martínez Bascuñán reveló que «ahora mismo el periodismo es un medio donde se crea poder».

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Honduras no está exenta de estos procesos, pues los procesos digitales —acaso la máxima expresión de la Globalización neoliberal— han logrado la homogeneidad y la estandarización de la sociedad occidental a la que tanto hizo referencia en su críticas y escritos el gran pensador italiano Pier Paolo Passolini[1].

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HISTORIA SOBRE LOS PERIÓDICOS HONDUREÑOS

Los primeros periódicos hondureños se desarrollaron en la primera mitad del siglo XIX gracias a los esfuerzos de José Cecilio del Valle, que impulsó en la década de 1820 El amigo de la Patria, una publicación de discurso moderado, contrario a la tonalidad e ímpetu que mostraba su principal contrincante, el Editor Constitucional que dirigía en Guatemala don Pedro de Molina[2]. Más tarde, a finales de la misma década, con la llegada e instalación de la imprenta a la Provincia en el gobierno de Francisco Morazán,  instalada en el Cuartel San Francisco en Tegucigalpa en 1829.

El 25 de mayo de 1830 el gobierno oficializó la creación del órgano oficial de divulgación La Gaceta, que se encargaría de la publicación de las medidas acordadas y establecidas por los Poderes del Estado, y que a lo largo del siglo XIX sufrió diversas modificaciones por cuestiones políticas y los numerosos cambios de gobierno y Jefes de Estado. Así lo describe el célebre Augusto C. Cuello:

«En 1836 continuó con el nombre de Gaceta del Gobierno Supremo del Estado de Honduras, hasta el 28 de enero de 1837, cuando siguió con el nombre de Semanario Oficial de Honduras hasta marzo de 1838; con el nombre de Termómetro Político Oficial hasta el 20 de julio de 1839, y sustituido desde el mes de agosto de 1840 por El Redactor Oficial de Honduras, que a su vez se publicó desde esa fecha hasta 15 de octubre de 1848, cuando cambió por Gaceta Oficial del Gobierno de Honduras. Después de eso fue Gaceta Oficial de Honduras, órgano oficial del gobierno de la República de Honduras en febrero de 1862, para continuar con el título de Gaceta de Honduras en 1864; Gaceta Oficial y El Nacional de 1874 a 1875; y La Gaceta, simplemente, desde 1876 a la fecha[3]».

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El periódico hondureño de sátiras Kronos Times ha sorprendido a más a algún personaje público de Honduras, que citaron sus notas como fuentes reales de noticias.

Según el periodista, cronista e historiador Nahúm Valladares, el periódico con el que se «marcan las primeras inquietudes periodísticas» en Honduras —ya que La Gaceta era de carácter oficial— fue El Rayo, que para 1831 ya publicaba textos con motivos críticos, cuestionadores y progresistas; como lo hizo, de modo más acentuado, El Redactor Oficial  a partir de 1840.

Es muy posible que la primera gran época del periodismo nacional haya tenido lugar en las dos últimas décadas del siglo XIX, que al parecer determinarían la etapa periodística más gloriosa del país, que se desarrollaría en las primeras décadas del siglo XX. Uno de los “periodistas” más importantes de esa primera etapa fue el erudito y polígrafo hondureño Ramón Antonio vallejo, quien colaboró con diarios como: La Gaceta, El Orden (1880); dirigió, fundó (o en ciertos casos administró)  los periódicos La República (1884); Honduras Industrial (1884); y colaboró con la Revista del Archivo y Biblioteca Nacionales de Honduras, dirigida por Esteban Guardiola Cubas[4].

Como hemos dicho, la época de “gloria” del periodismo hondureño tuvo lugar desde finales del siglo XIX y principios del siglo XX, con personajes como Froylán Turcios, quien fundó y dirigió las internacionalmente prestigiosas revistas Ariel y Esfinge, en las que participaron muchos de los hombres de pensamiento más importantes de América Latina; y quien posicionó al periodismo nacional no sólo en la defensa los interese nacionales colectivos concernientes al pueblo, sino también en defensa de la soberanía nacional.

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Titulares del períodico de sátiras Krónos Times.

Así sucedió con la fundación y publicación del Boletín para la Defensa Nacional publicado diariamente por el también laureado poeta y escritor, en vista de la invasión que los Estados Unidos habían hecho en el territorio hondureño en el marco de los conflictos políticos de 1923, materializado con la llegada a costas hondureñas del barco de guerra Melwaukee.

Nacieron en esa época algunos de los periódicos más emblemáticos e importantes e la historia del país, como el Diario de Honduras dirigido por Juan Ramón Molina; El Cronista, fundado en 1912 por Manuel Calderón y dirigido desde 1913 por Paulino Valladares, quien lo convirtió en el primer periódico propiamente dicho, dotado con columnas, noticias, reseñas, críticas y un editorial, y albergando a las plumas más importantes del país. En 1929 Froylán Turcios estableció la Asociación de Prensa Hondureña (APH), y en 1948 Julián López Pineda fundó —junto a otros periodistas— el diario El Día, que junto al diario oficial La Época, instaurado en el gobierno de Tiburcio Carías,

Durante la segunda mitad del siglo XX, nacieron algunos periódicos actuales como La Tribuna, El Heraldo, La Prensa y El Tiempo, este último físicamente desaparecido. Por supuesto, han existido y existen otros muchos periódicos de menor relevancia, que por cuestiones de extensión no nombraremos. Desde finales del siglo XX el periodismo hondureño ha sido combativo, beligerante y crítico, y se ha manifestado como uno de los medios de contrapoder más significativo y con mayores éxitos.

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Luego de la presión ejercida por la opinión pública ante la noticia del periódico Krónos Times, que anunciara un supuesto concurso de la presidencia para un nuevo himno nacional, por no haber pagado derechos de autor, el entonces ministro de educación Marlon Escoto tuvo que desmentir la noticia ante la prensa nacional.

Hoy día, y desde hace unos diez años cuando dio inicio el gran auge del mundo virtual, las redes sociales y las páginas web, el periodismo —el hondureño con sus limitaciones— ha tenido que enfrentarse a nuevos retos industriales, narrativos, financieros, temáticos, políticos y tecnológicos sin los cuales no podría sobrevivir en un mundo de acelerada movilidad y cambio. El periodismo de hoy está más enfocado en la captación de la audiencia, en la interacción con la audiencia por cuestiones de rating, en la implantación de modelos de negocios, etc., todo a un costo mayor: la pérdida de la veracidad, el rigor, la ética de la comunicación, el compromiso con la audiencia y con la profesión.ç

El periodismo actual es una muestra tangible de la posmodernidad planteada desde finales de la Guerra Fría, y su máxima expresión hasta ahora es el tiempo de la post-verdad (donde poco se distingue la verdad de la mentira) en la que hoy vivimos.

Los retos del periodismo hondureño, particularmente del periodismo independiente que florece en el país en las plataformas digitales, está en recuperar ese sentido ontológico del periodismo, para así convertirlo no sólo en un medio para hacer contrapoder, sino, como ha dicho Martínez-Bascuñan, en un medio donde se crea poder.

Citas al pie. 

[1] Lorenzi, Sara di. “Escribir en los tiempos del cólera” (trad. De Albany Flores Garca), en: El zángano tuerto, N° 2, Año 2, Tegucigalpa, 2016, pp. 25-30.

[2] Fúnez, Matías. Valle, su tiempo y el nuestro, Primera edición, Litografía López, Tegucigalpa, 2008. Cfr.

[3] Augusto C. Cuello. La imprenta y el periodismo oficial en Honduras., disponible en: http://www.angelfire.com/ca5/mas/curio/curio14.html.

[4] Ramos, Víctor Manuel. Antonio R. Vallejo: vida y obra, primera edición, Secretaría de Cultura, Artes y Deportes, Tegucigalpa, 2007. Cfr.

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