EL AGUIJÓN DEL ESCORPIÓN

EGO6 junio, 2019

La clase política tradicional se niega a morir. Se aferra al poder con uñas y dientes, se niega a dejar el botín del Estado hondureño, al que ha saqueado históricamente. Sin embargo, no podemos olvidar que la clase política tradicional no responde solamente a sus mismos intereses, sino que son los empleados de grupos económicos nacionales e internacionales, y, además, de gobiernos extranjeros.

En los últimos años está clase política no sólo es acusada de saqueo al erario público, si no también de vínculos con el tráfico ilegal de drogas (narcos políticos). Esto ha ocasionado señalamientos de hasta miembros de un mismo partido político, lo que nos hace rememorar la magistral película El Padrino, basada en la novela escrita por Mario Puzzo y dirigida por Francis Ford Coppola, que nos ilustra la forma de operar de las mafias. Para el caso, en una «cacería» desatada por el atentado criminal en contra de Vito Corleone, el heredero de los Corleone, Michael, le pregunta a uno de sus colaboradores, de nombre Clemenza: «¿Crees que se complique tanto?» Clemenza responde, «Solo lo suficiente, quizás las demás familias se pongan en contra nuestra. Estas cosas deben suceder cada cinco años o más. Diez años ayuda a descartar sangre mala y ya han pasado 10 años. Sabes, hay que pararlos desde el principio, como debieron parar a Hitler en Munich. Jamás debieron permitirle alcanzar eso, solo estaban propiciando problemas.”

Existen políticos de diferentes partidos ya guardando prisión en Estados Unidos por narcotráfico, y no dudamos que caerán más según se vaya desarrollando la guerra que ya se ha desatado entre ellos (siempre y cuando la nación del norte lo permita, en concordancia con sus intereses en nuestro país). Al conflicto se suma, además, la enorme presión ejercida por el pueblo desde las calles, producto del hartazgo de esta clase política y económica sin escrúpulos.

La caída de la actual clase política es inminente, porque su naturaleza corrupta ya no da para mantenerse en pie, pero en preciso seguir presionando para que caiga en el menor tiempo posible y no siga ocasionando más males a la gran familia hondureña. No obstante, es preciso recordar que la organización corrupta puede renacer en otras familias con intereses ajenos a las mayorías de la población.

El régimen actual caerá y con él muchos que se han confabulado contra los intereses del pueblo hondureño, lo que nos has hace recordar la fábula acreditada a Esopo, sobre una rana y un escorpión. La fábula en cuestión sigue de la siguiente forma: “Una rana estaba sentada en la orilla de un río, cuando se le acercó un escorpión que le dijo: ‘Amiga rana, ¿puedes ayudarme a cruzar el río? Puedes llevarme a tu espalda.’ ‘¿Que te lleve a mi espalda?’ contestó la rana ‘¡Ni pensarlo!¡Te conozco! Si te llevo a mi espalda, sacarás tu aguijón, me picarás y me matarás. Lo siento, pero no puede ser.’ ‘No seas tonta,’ le respondió entonces el escorpión. ‘¿No ves que si te pincho con mi aguijón te hundirás en el agua y que yo, como no sé nadar, también me ahogaré?’ Y la rana, después de pensárselo mucho se dijo a sí misma: ‘Si este escorpión me pica a la mitad del río, nos ahogamos los dos. No creo que sea tan tonto como para hacerlo.’ La rana entonces se dirigió al escorpión y le dijo: ‘Mira, escorpión. Lo he estado pensando y te voy a ayudar a cruzar el río.’ El escorpión se colocó sobre la resbaladiza espalda de la rana y empezaron juntos a cruzar el río. Cuando habían llegado a la mitad del trayecto, en una zona del río donde había remolinos, el escorpión picó con su aguijón a la rana. De repente la rana sintió un fuerte picotazo y cómo el veneno mortal se extendía por su cuerpo. Y mientras se ahogaba, y veía cómo también con ella se ahogaba el escorpión, pudo sacar las últimas fuerzas que le quedaban para decirle: ‘No entiendo nada. ¿Por qué lo has hecho? Tú también vas a morir.’ El escorpión entonces la miró y le respondió: ‘Lo siento ranita. No he podido evitarlo. No puedo dejar de ser quien soy, ni actuar en contra de mi naturaleza, de mi costumbre y de otra forma distinta a como he aprendido a comportarme.’ Poco después de decir esto desaparecieron los dos, el escorpión y la rana, debajo de las aguas del río”.

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