Recuerdan el golpe de Estado en medio del covid-19

ABarahona27 junio, 2020

Más de una década ha pasado desde el golpe de Estado que ha quedado guardado en la memoria colectiva y cada año es conmemorada.

Apenas estaba saliendo el sol cuando las Fuerzas Armadas ingresaron a la casa del expresidente Manuel Zelaya. Desde San José de Costa Rica donde aterrizó el avión que llevaba a Zelaya brindó una conferencia de prensa junto a su homólogo, Óscar Arias, quien era presidente del país centroamericano.

“Me arrebataron el celular a fuerza de peñones, me subieron a un vehículo, me trasladaron a la fuerza aérea hondureña y me subieron al avión”, contaba Zelaya en aquel año para el medio de comunicación CNN.

“Gracias a Dios que no me han asesinado esta gente”, agregó Zelaya.

Al principio fue una negación, para muchas autoridades este acto no constituyó una ilegalidad, argumentando que fue una transición legal cumpliendo con la Constitución. En 1982 se pensó que hubo un regreso a la democracia, pero este nuevo golpe de Estado marcó un retroceso en la historia y en el avance para el desarrollo del país.

Un día después solo que en la capital hondureña, Roberto Micheletti era juramentado como presidente de la República en el Congreso Nacional.

“Prometo ser fiel a la República, a la Constitución y a las leyes. También prometo que el 29 de noviembre habrán elecciones en la patria”, exclamó bajo aplausos el presidente interino en el palacio legislativo.

En los primeros días, cerca de los alrededores del palacio presidencial, un grupo de partidarios de Zelaya protestaban.

Un mes después, Micheletti felicita a las fuerzas de seguridad tras días de protestas, una situación de ingobernabilidad predominaba.

Las pistas de aterrizaje se encontraban militarizabas ante la posibilidad de que Manuel Zelaya regresara a Honduras. Fue el primer intento pero no lo logra y la primera vida se cobra como resultado de los enfrentamientos entre manifestantes y militares.

“Quiero felicitar a nuestros soldados, policías y el pueblo por preservar la vida humana. Hubo intentos de provocar a nuestra policía y ejercito pero no se rindieron. El presidente Zelaya es un demagogo, irresponsable que pone en riesgo la vida de los demás en la búsqueda de su agenda personal. A los ciudadanos respetuosos de la ley, que vieron este circo de televisión con frustración y repugnancias, les aseguro que no permitiremos que estos abusos continúen Debo reiterarle al mundo, que si el señor Rosales entra al territorio hondureño con esas posiciones que tiene, será arrestado”, dijo Micheletti. 

Varias organizaciones, entre ellas la Comisión Interamericano de Derechos Humanos  documentaron  la existencia de graves violaciones como el uso excesivo de la fuerza, detenciones arbitrarias, violencias sexual y ataques contra los medios de comunicación, así como muertes confirmadas y posibles desapariciones.

Los meses transcurrieron, Zelaya vivía en el exilio pero en septiembre anuncia nuevamente su llegada. Habían pasado 86 días desde que fue derrocado pero es acogido en la embajada de Brasil, según RTVE.

Sin embargo, su regreso definitivo fue en el 2011 bajo la administración de Porfirio Lobo Sosa.

El golpe de Estado también marcó una división en el Partido Liberal. Surgiendo de las cenizas, el partido Libertad y Refundación logra instaurarse en el 2011, siendo una de las instituciones más fuertes de oposición quebrando el bipartidismo.

Antes del covid-19, las protestas eran algo cotidiano. Luego de la reelección del presidente Juan Orlando Hernández y el fraude electoral, se agudizaron las protestas, reviviendo los fantasmas de una época pasada, era un contexto familiar a la del golpe de Estado.

 Once años después

“Hoy, hace 11 años el pueblo instalaba 14 mil urnas. 140 medios cubriendo y 70 misiones internacionales. Al Estado le cuesta 600 millones una consulta, el poder ciudadano la realizó con apenas el 6% de ese valor. La primera consulta popular de la historia destruida por el golpe”, recuerda Manuel Zelaya a través de las redes sociales, mientras el mundo entero se encuentra en confinamiento.

Para muchos nada ha cambiado, cuestionándose que se ha aprendido. En el 2012 la exprimera dama Xiomara Castro de Zelaya logra inscribir su candidatura, aspirando a la presidencia de la República en las elecciones del 2013.

El canto de la victoria fue para Juan Orlando Hernández pero otra fractura política fue provocada. Al mismo tiempo Castro se proclamaba como presidenta y es en esos momentos donde se hace un llamado a las protestas. Lo mismo sucede en el 2017 que genera polémica ante los señalamientos por fraude y la reelección del presidente Juan Orlando Hernández.

Se acercan las elecciones del 2021. No se ha olvidado que las injusticias han continuado, las divisiones entre la clase política acentuadas, el Estado de Derecho cada vez más parece debilitado, y el perjuicio que ha dejado la corrupción que también provocó la defunción de la Misión de Apoyo contra la Corrupción e Impunidad, se ha reflejado en las condiciones precarias del sistema de salud, educación y económico.

 

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