“Tony Hernández me vendía droga a mí”: Victor Hugo Díaz, “El Rojo”.

ALG3 octubre, 2019

Hoy corrió el segundo día del juicio que lleva la Corte Federal del Distrito Sur de Nueva York a Juan Antonio Hernández Alvarado, hermano menor del presidente de Honduras Juan Orlando Hernández, con cargos de conspirar para introducir droga a Estados Unidos, haciendo uso de las ventajas que sus contactos con la alta jerarquía del estado hondureño le ha permitido. Un caso que ha llamado la atención de la prensa internacional, por haber salpicado al presidente de Honduras, al ser señalado por parte de la Fiscalía como parte de la conspiración de Tony Hernández para traficar drogas, y desnudar los vínculos de las élites policías hondureñas con el crimen organizado.

El juicio, que deberá durar poco menos de un mes, ha generado una tormenta política para el gobierno de Honduras, que busca reducir el daño de la crisis.

La Corte Federal del Distrito Sur de Nueva York es un impresionante edificio de mármol en el bajo Manhattan. Allí se llevó el juicio a la mayoría de narcotraficantes extraditados de Centro América, allí se condenó al Chapo Guzman por sus muchos crímenes.

En el once piso, salón D, con paredes de maderas oscuras con grandes ventanales y alfombras roja; sobrio en su decorado, el salón genera esa presencia de poder ritualizado de quién decide sobre la vida y libertad de una persona y, en este caso, de un gobierno.

El jurado se sienta a la izquierda de la corte. Son un grupo de 18 personas, 13 mujeres y 5 hombres, que podría ser cualquier vagón del metro de New York a la hora pico, a juzgar por la variedad étnica y edad. Son, en su mayoría, jóvenes que desconocen de Honduras y del narcotráfico, mucho menos para saber de Tony Hernández o de su hermano Juan Orlando.

El juez presencia todo desde el centro del salón, en un espacio alto, arropado por el escudo y la bandera americana. Su actitud relajada no le impide imponer un tono firme cuando habla.

Abajo, a la derecha, la fiscalía y la defensa se comparten el espacio. La fiscalía es un equipo de 6 fiscales jóvenes, a veces parecieran un poco inexpertos, comparado con la edad y porte de los abogados de la defensa de Hernández.

Las audiencias son públicas. El salón se llenó de periodistas de distintos medios de comunicación que son obligados a tomar apuntes con libreta en mano. En las cortes de Estados Unidos no se puede grabar en ningún formato ni sacar fotografías, eso hace la información a veces no sea tan fidedigna, pues la “verdad” se confunde entre lo que “se dijo” y lo que el periodista “interpretó que se dijo”.

Varios medios de Honduras dan cobertura a lo que pareciera un evento deportivo, apostando a si es o no culpable. El salón se complementa con varias decenas de ciudadanos hondureños residentes en Nueva York que lo abarrotan buscando el mejor espacio para ver lo que pareciera, para ellos, un montaje de teatro.

Tony entró relajado. Su traje impecable cual dandi centroamericano. Intentó sonreír la mayor parte del día, aunque al final le costaba mantener la compostura y se le veía cansado.

La fiscalía llamó primero al agente hondureño de la agencia de lucha en contra del narcotráfico, Miguel Reinoso, un joven delgado que viajó desde Honduras con las pruebas bajo el brazo para el juicio de Tony.

En el interrogatorio describió la operación del 6 de junio de 2018 en horas de la noche, que dio captura a dos vehículos que contenían en un compartimento secreto, cerca de doscientos mil dólares en efectivo y tres libretas contables entre cuya información se mencionaba el nombre de Tony Hernández.

La defensa, al momento de hacer sus repreguntas, reveló las contradicciones en el testimonio del agente Reinoso, que admitió que no existía foto del lugar del operativo que demostrara que las famosas libretas estaban allí, y que entre el momento que se hizo la operación y cuando se introdujeron los elementos de prueba a la cadena de custodia, pasaron 13 días. Suficiente para que cualquiera pudiera alterarlos.

Luego le tocó el turno agente Greg Marvis, experto de la DEA con más de 20 años de experiencia, quien ha trabajado en operaciones de todo tipo en Venezuela y Colombia, así como Centro América y México. Marvin presentó un muy ilustrativo testimonio de cómo funciona el tráfico de drogas desde Colombia y Venezuela a Estados Unidos, pasando por Centro América y México. Habló de las rutas, del tipo de vehículo que se usa, de cómo se produce y empaca, y de cuánto cuesta la cocaína en Colombia y Nueva York, buscando permitir al jurado comprender de una forma más o menos clara, todo el mundo del narcotráfico. Al final de su testimonio, que quedó solamente en cuestiones superficiales, el mismo agente afirmó desconocer quién es Tony Hernández, y haber pasado solo 3 días en Honduras, “uno de los puntos más importantes del tráfico de droga en la región”.

Estableció sí, el contexto del narcotráfico para que el jurado pudiera comprender con un poco más de facilidad el testimonio de Victor Hugo Díaz Morales, Alias “El Rojo”, uno de los más grandes narcos de Honduras arrestado en 2016 en ciudad de Guatemala, luego de haber pasado años escondido de las autoridades hondureñas.

El Rojo entró vistiendo un uniforme penitenciario azul. Grueso de cuerpo y duro de rostro, sus palabras sonaban nerviosas. Poco queda ya de aquel hombre duro que mandó a matar a 18 personas, según sus propias declaraciones.

Sus palabras fueron precisas, demasiadas precisas quizás, repitiendo una y otra vez la misma información sin cambiar detalles. Siempre resaltaba el nombre de Tony Hernández, como en una mantra. Si bien en momentos entró en contradicciones, como cuando dijo que él personalmente pagaba 5,000 dólares a Tony Hernández, cada vez que le daba información de las operaciones de la policía, y más adelante cambió diciendo que el dinero se lo daba a Carlos Toledo, socio de Tony. Más adelante dijo ademas que no eran 5,000 dólares sino 10,000 dólares.

El rojo manifestó que él y Tony Hernández, junto a varios narco traficanes (Carlos Toledo, Óscar Martínez, Mario José Cálix, Antonio Santos, Juancho Leon, Juan Carlos Valenzuela, actual diputado del Congreso Nacional) se reunían por lo menos tres veces al año, entre el 2004 y el 2010, para planificar operaciones de tráfico de drogas.

En esas múltiples reuniones, Tony Hernández recibía el pago por su ayuda a conseguir información que permitía que El Rojo moviera sus cargamentos por todo el país.

Resaltó El Rojo la importancia que para sus operaciones tenía el contar con la ayuda de oficiales de la naval en Puerto Castilla y del ejército en Naco, Cortés.

En el 2005 Tony Hernándes recibió de El Rojo, 40,000 dólares para la campaña a diputado de Juan Orlando Hernández, seguro dijo El Rojo en su testimonio. Ese dinero se entregaba con la promesa de aumentar su contacto con la policía y el ejército, de llegar Hernández al Congreso Nacional. Juan Orlando Hernández era ya diputado al Congreso Nacional en 2005, secretario de la junta directiva que presidía Porfirio Lobo Sosa.

Según el testimonio de El Rojo, fue al rededor del 2008 que Tony Hernández comenzó a marcar los bloques de droga con la siglas TH “como en el escudo de Tommy Hilfiger”, según dijo. Para ese momento, afirma, ya Tomy trabajaba con un narcotraficante colombiano llamado “El Cinco”, produciendo cocaína en Colombia y vendiéndosela a él y los Valle Valle.

La defensa no ha tenido aún su oportunidad de presentar sus preguntas al testimonio del Rojo. Mañana lo hará. Cuando lo hagan, seguramente remarcarán las muchas contradicciones de su testimonio buscando generar desconfianza en el jurado, que no deja de reconoce que quien habla es un peligroso criminal que huyó del país por temor a la extradición. Remarcarán también, que entre 2005 y 2010, El Rojo era el lugarteniente de Don H y era éste quien controlaba la compra de cocaína en Colombia. Es en 2009 que El Rojo comienza a comprar su propia droga haciendo negocio al margen del de Don H y en 2010, cuando este se enteró, inició una guerra entre los dos grupos que sembró muchas de las muertes que ahora reclama El Rojo como suyas.

El juicio de Tony Hernández se reanudará mañana a las 10 de la mañana.

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